29.11.08

Canción de Navidad



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"Ya se cayó el arbolito
donde durmió el pavo real
ahora dormirá en el suelo
como cualquier animal".

A Jordi Arruga

n mi opinión una de las mejores novelas que se han publicado es La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554) o, tout court, el Lazarillo (1). A pesar de su brevedad y de pertenecer a uno de nuestros siglos de oro es una novela no sólo intemporal sino también inmortal. Curiosamente el nombre de la novela conocida como Moll Flanders (1722) parece un calco del Lazarillo, al titularse Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders (en el original de Daniel Defoe, The Fortunes and Misfortunes of the Famous Moll Flanders). En cualquier caso, si cada cual se tiene bien aprendidos las adversidades de los dos personajes y su propio calvario laboral y profesional, queda dispensado de leer el librito de Marvin Harris llamado Jefes, cabecillas y abusones. Por cierto, dicho sea de paso, me he vuelto mico intentando encontrar el título original del librito de Harris (cuya edición en español por Alianza Cien tradujo Isabel Heimann sin indicar la fuente). Empiezo a sospechar que originalmente Jefes, cabecillas y abusones sería un artículo o bien un capítulo de un libro, y que Alianza Editorial hizo algo alegal [sic] en su colección “Cien” porque en su colección de “El libro de bolsillo” o en “Alianza Universidad” sistemáticamente se indica el título original en el verso de la portada. La colección "Cien" duró poco y se llamaba así porque cada libro valía veinte duros. Que no se indique la fuente no parece negligencia o descuido.

Vamos a lo que vamos: la avaricia. Ay, la avaricia. A la avaricia le pasa como al aparigraha de que hablábamos el otro día, que se explica en sí misma y en referencia a otros “pecados”. Precisamente días atrás una lectora ocasional de este pobre blog me comentaba en un mensaje-e que mi aproximación a lo que es el aparigraha yóguico no fue correcta. Me permito trasladar sus propias palabras aunque sea en nota (2). Pues de la misma manera que confundí aparigraha y asteya (tomando elementos de ambos yamas del yoga), también hallo puntos de relación entre la avaricia y el resto de los llamados siete pecados capitales (lujuria, gula, ira, pereza, envidia y soberbia). En realidad me parece definitivo el análisis de Salomón: “He visto que todo afán y todo éxito en una obra excita la envidia de unos hacia otros. También esto es vanidad y atrapar vientos” (Ecle 4,4).

El tío Gilito, en inglés Scrooge MacDuck (“MacPato”), procede del personaje de Canción de Navidad (1843) de Dickens , Ebenezer Scrooge. La apoteosis del tío Gilito y de sus fortunas y adversidades siempre se producía cuando se zambullía en montones de rutilantes monedas doradas. Y sin embargo la avaricia todo lo abarca y no sólo el dinero. Quien se comporta como un roñoso, un tacaño, un misántropo, un egoísta, un agarrado, un usurero, un ruin o un miserable, incluso para sí, lo es para el dinero y para todo. “Se ha sugerido que las opiniones de Scrooge sobre los pobres están basadas en las del demógrafo y economista político Thomas Malthus”, nos dice la Wikipedia. Por eso el Scrooge de la factoría Disney en el principio de Cuento de Navidad, nos recuerda como cuando el explotador tacaño cede y da un poquito es a costa de mucho:

“Cradchit – Hablando de trabajo, señor Scroodge, mañana es Navidad y… me preguntaba si podía tomarme la tarde libre.
Scroodge: ¡Navidad! Está bien, pero te descontaré la paga de medio día. Veamos… te pago dos chelines diarios…
Cradchit – Dos chelines y un penique, señor.
Scroodge: Ah, sí, te aumenté el sueldo hace tres años.
Cradchit – Sí, señor, cuando empecé a hacerle la colada”.

Evidentemente la colada no tenía nada que ver con el trabajo para el cual lo había asalariado. Como el personaje de Cradchit lo hace Mickey Mouse, mi corazón siempre ha pertenecido al ratón y uno de los días más felices de mi vida fue cuando estuve en Disneyland París y pude abrazarlo.
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(2) “Hola, Martuqui. He leído tu última entrada, y te escribo para susurrarte al oído que en realidad "resistir al deseo de lo que no nos pertenece" es la definición de asteya, el tercer yama, y que aparigrahâ, el quinto, se define como "el abandono de la avaricia o capacidad de aceptar sólo lo apropiado". Es una distinción sutil que me tiene loca, […]. Si tienes la edición del Yoga Sutra de Edaf, míralo en la página 82, en todo caso es el II, 30. Asteya se define como carencia de codicia, no robar y aparigrahâ como carencia de avaricia, sobriedad, no atesorar, que es a lo que tú te refieres en la entrada. Me imagino que la distinción está en ese no apoderarse de lo que es de otro en el primer caso y en no apoderarse de cosas que no necesitemos (aunque no sean de otro) en el segundo caso. Por lo demás, sigues siendo la mejor, tía Jenny.”

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