1.4.11

Moralina y modalina


 "¡Los buenos modales antes que la moral!"
Oscar Wilde
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n la etiqueta japonesa está establecido que cuando nos ofrecen una tarjeta no solo nos la ofrecen con las dos manos sino que lo correcto es tomarla con los dos manos. Servidora ha visto numerosas veces en nuestro país como cuando alguien ofrece su tarjeta es bastante frecuente que no solo no se mire sino que incluso se eche con un cierto descuido a un lado o bien se coloque al tuntún entre las páginas de una agenda impresa. Por la misma regla de tres que nos hemos apeado masivamente hasta el tuteo general, o por razones parecidas, es cada día más normal que apelando a la espontaneidad y la naturalidad se denosten tres palabras que he empleado al principio: etiqueta, establecido y correcto. La espontaneidad y la franqueza en mi opinión es algo que tiene un gran valor cuando se nos requiere, en todos los demás casos solo conviene usarlas cuando la situación está dominada o cuando -insisto- nos lo piden. ¿De verdad alguien se cree que su espontaneidad y su franqueza le interesan a otro?

El cafre tiende a confundir la espontaneidad con la libertad, de una manera bastante similar a como algunas personas confunden la improvisación con el talento. El talento tiene una parte de improvisación y de hecho improvisar es una forma de estudiar y de disfrutar, de ir más allá o ir hacia afuera agrandando lo que es el espacio ínfimo íntimo (en el caso de las descargas de flamenco o de jazz). Pero casi todo el mundo estará dispuesto a admitir que la improvisación no equivale al arte o el arte no equivale a la improvisación.

Apenas me acuerdo de la boda de la Infanta Elena, pero sí recuerdo que fue en primavera y en Sevilla. También recuerdo que se marcó desde el protocolo de la Casa Real que las señoras no usaran perfume. Cualquiera sospecha que sí que lo usaron, pero supongo que lo que se proponían con ese dictado es que las señoras más vulgares no usaran el perfume a granel, que lo usaran más discretamente. Un día caluroso en Sevilla en una sala o un templo, por grandes que sean, cerrados y llenos de mujeres impregnadas de todo tipo de esencias con jazmín, canela o lo que sea, por buenas que sean debe de ser algo incomportable.

El ejemplo elegido puede resultar clasista, aunque yo lo he elegido porque remite al imaginario del colorismo de nuestra capital bizantina. Ascot sugiere ya casi más una concentración altísima de pamelas que no las carreras de caballos, aunque todo va junto, sí. Podría haber puesto el ejemplo de la banda de pandilleros que ocupa su pedazo de playa con un tremendo aparato desde el que arrojan un ruido infernal o rumbitas. Cualquier ejemplo es bueno para indicar que todo aquello que impide que los demás disfruten de lo mismo que nosotros disfrutamos impide la convivencia. Si tu música alta no deja que yo escuche mi música alta es que hay que bajarlas o quitarlas. Si tu barbacoa unge de olor de sardinas mi colada, es porque tal vez la barbacoa hay que hacerla donde no moleste puesto que no se me ocurre que lo que moleste sea la colada. Si estás tres horas metido en un vagón de tren con 50 personas más y no paras de hablar en un tono de voz que no deja nada a la imaginación, es muy probable que no dejes que los demás puedan mantener una conversación normal o leer o simplemente descansar. Es decir, ejemplos hay muchos. Hasta se diría que demasiados. La educación y el respeto no son solo para el ambiente formal sino que también lo son para el ambiente informal.

En mi modesta opinión que se haya adelantado la edad en que se mantienen relaciones sexuales ha sido un gran bien por lo menos para librarnos de aquellos adolescentes que se refocilaban eructando ostensiblemente y tocándose haciendo ver que se peleaban o retozaban.  No sé yo si es cierto y si está del todo verificado, como leí una vez, que las chicas que han tenido relaciones sexuales de manera precoz tienen más riesgo de cáncer de útero.  En cualquier caso, los campeonatos de eructos están erradicados de la vía pública y me alegro.

Lo que se suele conocer como buena educación es ideal para los casos en que no nos entendemos. La buena educación nunca falla cuando no sabemos qué hacer ante una determinada situación difícil. Después hay personas que por su formación o porque tienen ese don, son prudentes sin dejar de ser gentiles, de la misma manera que el patán no deja de ser zafio. Una variante, el insolente, es aquel o aquella que se piensa que como los genios son insolentes, hacen de insolentes. Pero no son geniales ni nada que se le parezca. Con la buena educación se va a todas partes, decían nuestras abuelas o casi todas. Y es verdad. Dirán que no es lo mismo Japón que Chile, el protocolo de una boda real que la playa, pero por lo que servidora tiene visto y hasta oído, si se actúa sin brusquedad, con discreción y intentando no molestar, ya se tiene mucho de ganado.

Cortejo de las gruyas

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