24.7.12

La chica

Verdad es que yo he escrito algunas veces
siguiendo el arte que conocen pocos,
mas luego que salir por otra parte
veo los monstruos de apariencias llenos
adonde acude el vulgo y las mujeres
que este triste ejercicio canonizan,
a aquel hábito bárbaro me vuelvo,
y cuando he de escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves,
saco a Terencio y Plauto de mi estudio
para que no me den voces, que suele
dar gritos la verdad en libros mudos,
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron
porque como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.
Lope de Vega, El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo


yer buscaba en internet qué había sobre los "tiburones", los ejecutivos agresivos y por añadidura absolutamente faltos de escrúpulos que en el mundo de los negocios está dominado por hombres. Y entonces me encontré con una entrevista a quien bien pudiera haber sido uno de ellos, en "La Vanguardia". Yo no entiendo nada de tiburones como escualos, ni de negocios ni de nada, pero mi sentido crítico me indicaba que la entrevista estaba plagada de tópicos y mentiras. Tenemos ejecutivos budistas y budistas ejecutivos. No en vano el entrevistado se dedica o dedicaba a la publicidad. La cuestión de que los comentarios que suscitó en su momento la entrevista, donde varias personas también lo advirtieron "me llena de profundo orgullo y satisfacción".  Bueno, no, tampoco es eso. Simplemente lo menciono para mostrar que no soy la única que se da cuenta de que nos toman el pelo.
¿Cómo me va a "llenar de orgullo y satisfacción" comprobar cada día que prevalecen los tópicos y las mentiras, las bromas más chuscas sobre cualquier otra razón? Además, esas pequeñas victorias se ven minadas continuamente por auténticas campañas con escasísimas ideas que van decantando la opinión general hacia su degradación y deshumanización. Estoy oyendo las últimas semanas a razón (es un decir) de 35 veces/día la siguiente frase: "En todos los grupos siempre hay seis tipos de personas, el líder, el guapo, el listo, el imprescindible, el segundo líder y la chica". Esta frasecilla pertenece a la promoción de la serie "Pulseras rojas", que se ve además reforzada porque el guion ha sido preparado por el escritor del best-seller Si tú me dices ven lo dejo todo pero dime ven, un éxito de ventas sin parangón, porque hizo llorar a Steven Spielberg y porque trata sobre el cáncer, una enfermedad que habrá que decir que mueve mucho dinero y lágrimas. Pero dejamos la industria de los ensayos clínicos de lado, dejamos de lado también el cáncer como fuente de inspiración o como desencadenante lacrimógeno y nos centramos en la frase pelada. 
Casi con toda seguridad yo diría que si la frase la sometiéramos al menos al somero análisis de personas como las que encontré detrás de la entrevista al tiburón disfrazado de delfín, no resistiría ni un solo minuto más en el aire mediático. La sucesión de ideas juega con el efecto no ya del típico chiste (había una vez un cubano, un sueco y un español) sino con el de la prueba de lógica también típica, con grupos de palabras.



En el caso de la frase de la promoción de "Pulseras rojas", el montaje juega con ese efecto de los grupos de palabras pero aplicado a la dinámica de grupos. Por lo general la dinámica de grupos suele hablar de un líder, un portavoz, un chivo expiatorio y un saboteador, y me figuro que no excluye la posibilidad de quien asume el rol de líder puede ser un saboteador, o que el saboteador sea un líder y el portavoz un chivo expiatorio. En cualquier caso, lo que pretendo decir es que el mundo del guion -entendido tal y como lo entendería Spielberg, para entendernos- no es ajeno a ese reparto de roles. En el "reparto" del teatro clásico (ya saben, Sófocles, Lope de Vega, Shakespeare) también hay unos patrones con los protagonistas y los antagonistas, los secundarios, el viejo enamorado, la jovencita engañada, el loco, el avaro, el perrito, etcétera, pero los guiones a los que nos referimos emparentan con el folletín. No es fácil "crear" un personaje como Madame Bovary y que, como ha contado algún escritor, se haga tan fuerte que acabe por decidir y cobrar autonomía incluso por encima del que escribe. No es fácil.
Desde que hace unos años empezaron a haber guionistas para series de producción propia de la TV, empezaron a proliferar un tipo de personajes cuya profundidad psicológica es muy burda y ramplona pero que se someten bien a los imperativos del guion, que suele ser su propia supervivencia en las parrillas de audiencia. Me acuerdo de una serie que había en TV3 hace 20 años y que creo que era una producción de la BBC. La vieras cuando la vieras, aunque solo fuera una vez al mes, siempre se podía recuperar el hilo, en el que intervenía mucho el hecho de que todo el mundo se había liado con todo el mundo, más o menos dentro de un orden y hasta simultáneamente. En los últimos años se incorporó un personaje que ha contribuido a la visibilidad de un colectivo que había sido vituperado: el gay. El gay y el bi también se ha incorporado a ciertas tertulias televisivas, que por otra parte están según dicen guionizadas o, por lo menos, acordadas con antelación. 
Series como "A cor obert" o "Poblenou" vaciaron las calles y las tiendas, incluso de personas respetabilísimas y ya formadas. En los Estados Unidos las huelgas de los guionistas surten un efecto brutal, son temidas por todo el aparato de la ficción. Cosa a la cual solo nos falta añadir, al menos para situarnos, que trabajan como equipos o en equipo. Es decir, las series televisivas no son "de autor" sino que por regla general son el fruto del trabajo de varios guionistas que funcionan como una factoría de historias donde creo que es imposible saber cual es la contribución de cada cual. Al menos desde fuera. Nos podemos imaginar que cuando un guionista es particularmente activo puede llegar a hacerse autónomo o simplemente crear su propia producción, delegando las partes más secundarias o rutinarias de la estructura del guion a guionistas apeonados. 
Sin embargo dejemos también las suposiciones y volvamos a las evidencias, a esa frase que nos nos extrañase que hubiera que tomar como un piropo, como todos los desprecios preciosamente fundamentados. "La chica" es simplemente la chica, sin más. No sabemos si es lista ni guapa ni imprescindible o si lidera, es como si perteneciera a otra dimensión. Lo capcioso del asunto es que también se nos puede dar a entender que la chica no es que no sea ni lista ni guapa, etcétera, es que es más, es que es otra cosa o es que pertenece a otro orden. Como una especie de lujo. No deja de ser segregación pura y dura, y no he visto ninguna crítica. Y me inspiran tres millones de veces más respeto y consideración los almanaques mamachíchicos machistas de los camioneros y de los talleres mecánicos. La verdad siempre.



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