26.9.12

Post 886: Sumar y seguir

bandonar el apasionante tema de los higos y las brevas para pasar al de las chirimoyas y las guanábanas cuesta, pero hay que intentarlo. Las fotos de Samuel Aranda, flamante World Press Photo 2011, en  el "The New York Times" del 24 de septiembre tienen escaso valor gráfico y menos periodístico. Y eso es porque podrían ilustrar cualquier calle de determinados barrios de Nueva York, de Lisboa, de Atenas, de miles de lugares del mundo. De la misma manera que las guerras se parecen espantosamente, la riqueza iguala (a los ricos), aunque siempre habrá algunos más ostentosos y más cargados de oro y hasta de incienso. El lugar del reportero gráfico es el que capte lo que de particular tiene cada momento, porque añadir más de lo mismo, sobre todo a la empresa en que se ha convertido el diario norteamericano, que junto al "Financial Times" cada día está más claro que vive de encargos abyectos, no tiene ningún mérito. Se van turnando en el blanco y negro: "Secession crisis heaps pain in Spain" dice hoy un titular del FT. Obsérvese la burda paronomasia o pun, entre  pain ("dolor") y Spain, con toda la intención de fijar contenidos o de hacer una broma que la verdad es que maldita la gracia.
A mí que siempre me había gustado mucho el trabajo de Cristina García Rodero, cuando vi las fotos que le hizo a la familia del Príncipe Felipe con motivo del cumpleaños de Doña Letizia, me quedé un poco desilusionada. Las fotos eran impecables técnicamente, claro, pero no nos descubrían más allá de lo que incluso podría añadir un espejo. Las escenas estaban dentro de lo que se podría esperar, con sus altezas reales niñas incluídas, de acuerdo con los planos típicos de las familias felices en el sofá, con un grano más casual que lo que da de sí la típica foto de estudio protocolaria. Me estoy acordando de las fotografías de Antony Armstrong-Jones, conde de Snowdon, que estuvo casado con la Princesa Margarita de Inglaterra, y que le hizo a ella y a su familia un gran número de fotos donde se percibe que cuando menos se conocen. Se les ve el carácter a cada cual.
Tal vez, si dentro de unos años volvemos a mirar esas fotos, no las de Aranda sino las de Cristina García Rodero, entonces le veremos esos... matices que ahora al menos yo no soy capaz de apreciar.
Parece que la primera fotografía que se  hizo en España fue de un edificio de Barcelona, cerca del Pla de Palau, donde hay una lápida donde se conmemora. Fue un daguerrotipo de Ramon Alabern de la Casa Xifré y aunque ha desaparecido se data el año 1839. De ahí para atrás no hay ninguna imagen fotográfica. De ahí para adelante cada día hay más. Incluso hay una cierta intoxicación, y de la misma manera que empiezan a cansar hasta las puestas de sol polinésicas y los poquitos delfines que van quedando (los de verdad), empieza una a estar cansada de ver siempre la misma imagen en las cumbres de políticos mundiales, en los heridos antisistema, en las visitas de los futbolistas a los hospitales pediátricos y en las fotos de adolescentes del Facebook, en que se retratan con un gran vaso de cerveza o gaseosa amarilla y sacando las lenguas un palmo. Curiosas modas.
El sexting ("envío de imágenes y textos de contenido sexual entre móviles") fue precedido por los vídeos de broncas y demás, y ya hace tiempo que los salvapantallas de iconos zodiacales y unicornios plateados parece que han sido fulminantemente desplazados como uso y costumbre. Las necesidades artísticas de la mayor parte de los españoles se satisfacen con los imanes de las neveras,  los osos de Tous, las fotos del Cañón del Colorado y el típico fondo de escritorio con la niña en las últimas vacaciones. Inútil es y tal vez inmoral explicarles a personas con tan pobres expectativas para el arte y el ensayo que les están intoxicando con imágenes muy indelebles. De manera que cuando voy sumando no sé para qué sigo.

"A dog's life" (Charlie Chaplin, 1918)

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