29.10.14

Los minutos sin gloria

Leo un tuit de un conocido periodista:
"Nature Communications: investigadores asturianos hallan gen cuya mutación causa muerte súbita http://www.lne.es/sociedad-cultura/2014/10/29/investigadores-asturianos-identifican-gen-cuyas/1663365.html … http://www.nature.com /ncomms/2014/141029/ncomms6326/full/ncomms6326.html ". El titular de procedencia (que obviamente está acortado en el tuit) dice "Investigadores asturianos identifican un gen cuyas mutaciones causan muerte súbita". No sé si perciben la diferencia que hay entre "(el) gen" y "un gen".  el equipo de investigadores asturianos indica en el resumen del artículo de la publicación científica donde han dado a conocer el hallazgo: "Mutations in different genes encoding sarcomeric proteins are responsible for 50–60% of familial cases of hypertrophic cardiomyopathy (HCM)". Es decir, para no cansarles, los investigadores han logrado identificar un gen causante de una de las formas de cardiomiopatía hipertrófica, que es una de las enfermedades causantes de la muerte súbita. Solo un 50% de los pacientes que presentan la enfermedad presentan también una mutación en el FLNC. La aplicación clínica de la investigación supone que a las personas a las que se les identifique una mutación en FLNC (gracias a que ya hubo un caso en su familia) podrán recibir una atención preventiva e incluso les podrá ser implantado un desfibrilador. Por lo tanto, los investigadores asturianos no han hallado el gen cuya mutación causa muerte súbita.
Con todo ese pedazo de párrafo solo pretendo señalar que la gloria del tuit, su brevedad, puede verse amenazada por la prisa. Hay tantas noticias adversas y desazonadoras que el hecho de poder introducir alguna primicia con algún logro de nuestro país debe de poner en marcha los músculos más cortos, reflejos e inquietos. Si hay periodismo de divulgación científica es porque hay una demanda y porque exige una preparación. La mínima sería la de distinguir las investigaciones que funcionan en ratas de las que ya funcionan en humanos. Pero ahí no está todo.
Yo no sé si ustedes se acordarán de cuando se lanzaban en la radio canciones que eran el corte principal de un nuevo disco. Entonces de repente el cantante o la cantante salían en un par de emisoras (en las que hacía cosa de dos años que no aparecían), en la prensa que antes llamábamos escrita, en la TV, según. Según lo que se había pagado, no les quepa la menor duda. Que también algunas veces se les invitara sin obedecer a campañas, también es obvio. Incluso pagándoles. Pero unas veces se paga y otras se cobra. No hace falta que digamos ni cuando ni por qué.
En las instituciones donde se promueven y se realizan investigaciones científicas hay una partida para salir en los medios. Cuanto mayor y más pudiente es la institución, mayor serán sus recursos para dedicarlos a  la divulgación. También podríamos señalar, aunque ese es otro tema, que pudiera ser que una institución pública usara esos recursos para premiar o castigar a determinados investigadores, necesiten o no ese incentivo. Es decir, podría ser que en un determinado hospital se le diera mucho autobombo bien temperado a la anorexia y sin embargo nada se hiciera por difundir la labor de quienes trabajan en la inmunosupresión de los pacientes con hígado trasplantado o la de los que tratan los enfermos con esclerosis múltiple. De todas maneras no está de más decir que el trabajo del equipo del Dr. López-Otín es digno de admiración.
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Releía esta mañana aquel opúsculo que se publicó a mediados de los noventa sobre La fiesta: De las Saturnales a Woodstock. En concreto, la última contribución, "Una nación por tres días. Sonido y delirio en Woodstock", de Uwe Schmitt. De todo cuanto releía lo que más me interesaba era saber si el autor había estado en Woodstock. Nada dice y por lo tanto doy en pensar que no estuvo. De hecho Uwe Schmitt nació el año 1955 y por lo tanto tenía apenas 14 años cuando se hizo el festival. Hay un Uwe Schmidt con "d" conocido como Míster Coconut, que nació en 1968. Queramos o no, no es lo mismo hablar de Woodstock sin haber estado que habiendo estado. La Wikipedia aún me confunde más: "Woodstock congregó a 400.500 espectadores aunque 500.000 dicen haber estado allí. La organización esperaba 60.000 mientras que el número de personas que calculó la policía de Nueva York era 6.000, y se estima que 250.000 no pudieron llegar. La entrada costaba 18 dólares para los 3 días."  No sé donde leí que de los 400.500 espectadores muchos se colaron sin pagar.
Claro, claro, ustedes dirán, ¿y qué más dará cuántos fueron o cuántos de los que dijeron haber ido no fueron o cuántos de los que dijeron no haber ido fueron? Bueno, pues a mí me interesa. Como me interesa todo cuanto imperceptiblemente se convierte en una especie de sonsonete y luego no es irreconocible para casi nadie que en realidad lo vivió. Y dirán ustedes, "ah, ¿pero el haber vivido un acontecimiento nos acredita para dar fe de lo que allí ocurrió?. La respuesta ya la saben. El tuit del gen me recordaba a aquello del juego de los disparates.
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Con un más que notable esfuerzo por mi parte he conseguido recordar esta tarde el nombre de Eduardo Haro Tecglen. A principios de este siglo me vi teniéndolo que escuchar en la radio algunas tardes porque un compañero de mi trabajo lo seguía. Pienso que hablaba de la TV, como luego hizo Monegal, y que era en la Cadena Ser. Toda la tarde sufría el hilo musical, pero hacia las 7 creo recordar además tenía que oír las soflamas de Eduardo Haro Tecglen, que me resultaban más viejas que el hilo negro. Ahora, si ustedes lo buscan en Google, verán que obtienen como primer resultado la Wikipedia (estaba cantado puesto que la Wikipedia es de Google). El segundo es un sitio web que le hizo su familia. El tercero un artículo de Gregorio Morán, de aquellos que hay que leer con el estómago si no lleno por lo menos bien tapizado: "Las vilezas de Eduardo Haro Tecglen podrían figurar en la enciclopedia de la infamia". Con estos tres enlaces y en ese orden tendríamos para una semana, pero creo que solo vale la pena reparar en ellos como ejemplo del tempus fugit, del fama volat y del "Júntate a los buenos y serás uno de ellos".


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