26.11.14

Post 1145: Ab imo corde

Dark was that day when Diesel
conceived his grim engine that
begot you, vile invention,
more vicious, more criminal
than the camera even,
metallic monstrosity,
bale and bane of our Culture,
chief woe of our Commonweal.
A curse, W. H. Auden

odo o casi todo cuanto se podía decir de la fotografía ya lo ha dicho Susan Sontag y además muy bien, pero la poesía tiene el poder de hacer que las palabras recuperen su valor original, una resonancia bien especial, única, pura. No es nada descabellada la propuesta de Auden de aunar coches y cámaras como dos calamidades contemporáneas. Lo que no podían adivinar ni Sontag ni Auden es el uso de la edición para aumentar el contraste, endurecerlo, añadir pigmentos y demás. El turismo, ese horror que reúne coches y cámaras, se mendiga a través de imágenes panorámicas y de detalles de gárgolas y boquerones o pimientos que han perdido totalmente su intimidad y andan dando tumbos entre retuits y favs.
A veces paso por la calle V. y allí sé que hay un pájaro que consigue imitar varios sonidos, todos ellos metálicos. También descubrí hace tiempo que si le respondes cuando silba el pájaro imita tu propio silbido, un poco también como hacen los niños con las palabras. Hay una escena de "Deliverance" (John Boorman, 1972), el duelo del banjo y la guitarra,  que se empieza a animar en el minuto 2:29 en el más genuino blue-grass que se nos pueda ocurrir. El pájaro y yo no es que lleguemos a ese duelo maravilloso de cuerdas que se unen, pero ahora es lo más parecido. El diálogo musical entre el vaquero y el discapacitado que se comunica sólo a través de su banjo es todo lo que se le puede pedir al chico en su porche; no tiene las ganas o la confianza necesarias para aceptar otro tipo de acercamiento. Pero ahí es nada, ese duelo musical no es tan sencillo que se produzca así como así. Y yo cada vez que paso bajo el balcón del pájaro de la calle V. le silbo. A veces no está, pero cuando está siempre me contesta. No es una mera función fática.
Hace unas semanas comenté que había buscado a una colega que hacía años que no veía y de la que no sabía nada (En el quinto pino de Neverland). A pesar de sus 83 años pensé que bien podía vivir y estar bien porque yo recordaba que sus padres habían sido muy longevos y  podía haber heredado esa condición o, parafraseando a la traducción española del poema de Auden, maldición. O bendición. Conseguí su teléfono, llamé y me atendió su cuidadora. Ella no puede hablar porque padece esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad tristemente famosa por la desgraciada campaña #icebucketchallenge. Mañana la iré a ver puesto que ella, a través de su cuidadora me ha dicho que quería verme y que la visitara. Puede escribir. También se me llegó a poner al teléfono y oí su voz: dos exclamaciones en forma de "a", con una articulación abierta, tan dificultosa en su estado, pero que me fueron directas a las cuerdas del corazón con una cantidad de mensajes que soy incapaz de traducir pero que me llegaron plenamente. Respondía con ello a mis palabras, también sacadas ab imo corde, que es desde donde yo intento hablar. Me trasmitió su alegría. Mañana la veré y aunque siempre digo que yo no tengo ningún don es porque se me olvida que más de una vez he podido comunicarme con eficacia y a plena satisfacción con personas que apenas podían hablar o con personas que solo hablan japonés o idiomas mucho más lejanos incluso en lo no verbal. Pero no sé si es un don o es que me gusta.
Sí,  el pájaro de la calle V. y el subnormal de "Deliverance" y Rosaura. colman mis aspiraciones en materia de comunicación. Lo que no encuentro en la poesía, está ahí. Lo demás -hoy por lo menos- no me satisface demasiado. Por mi culpa, seguro, porque tengo la suerte de haber topado con mucha gente interesante y buena.

Tucker de 1948

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