16.12.07

Cómo funcionan las cosas

A Lucha, pedazo de escritora, y a ver quien la pone contra las cuerdas.

Hace más o menos un año le oí decir a un alemán, amigo de unos amigos, que él era ingeniero porque le interesa cómo funcionan las cosas. Esta frase tan limpia en su planteamiento y en su todo me acompaña desde entonces. Si cada persona en su oficio o profesión fuera capaz de decir declaradamente qué es lo que le interesa, sería un bien.
Luego está lo de las energías fortísimas que mueven y paralizan nuestro pequeño mundo. Hay la energía llamada "poder"; otra, "sexo"; otra, "dinero". Y así. And so on. Son energías tan visibles como la electricidad. Esas tres energías en concreto suelen ir sinérgicamente combinadas, como si fueran lo mismo. O como se juntan en un calentador de agua el gas y la electricidad para producir una explosión controlada. Claro está que no es lo mismo dedicarse al sexo por un poco de dinero que dedicarse al dinero por un poco de sexo u otras combinaciones posibles.
Para las olimpiadas de Barcelona se presentaron 17.000 personas dedicadas a la prostitución profesional. Durante los años precedentes, en cuanto se supo la sede de los Juegos, se fueron preparando como legiones las centurias de mujeres y las decurias de hombres preparados para cubrir una demanda que se produce puntualmente cada cuatro años. Aún hay gente que se piensa que unos Juegos Olímpicos o una Exposición Universal o una Feria de Frankfurt son lo que parece y ya está. Por otra parte, la cifra de 17.000 putas es la oficial. Parece una cifra increíble. Como la de Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes. Incluso hay quien dice 100.000 vírgenes, confundiéndolas con los "100.000 hijos de San Luis" que nos envió la Santa Alianza en 1823. Vamos a ver: por un lado hay que señalar que la Iglesia Católica ha sido la primera en poner en entredicho la santidad de Úrsula, que entre otras cosas es la patrona de la Universidad de Coimbra, una de las más bonitas de la Península Ibérica. Pero, sobre todo, parece altamente improbable que se hubieran podido juntar en Europa y hasta incluso en la actual Alemania (o, mejor dicho, en lo que actualmente pertenece a Alemania) tantas mujeres en flor. Y muchísimo más improbable todavía es que el año 1992 se presentaran en Barcelona solamente 17.000 putas, chaperos, etc. Pero si las mujeres de la vida locales, las de la calle (no las de las universidades y las de cupo), ésas se quejaban de que les estaban quitando el pan las sobrevenidas. Se vendían como si estuvieran nuevas. Porque 17.000 eran las que estaban organizadas y con lo sanitario en regla y unas técnicas amatorias homologadas de catálogo y bien promocionadas. Pero luego estaba la peña que se mueve al calor de los "grandes acontecimientos", como los carteristas, los del ladrillo, etc. Decidme de paso, ¿qué es lo que le interesa al chapero, al carterista, a los de las inmobiliarias? Pues eso.
Sin embargo, no siempre es tan sencillo contar a la romana, ni distinguir qué es lo que le interesa a alguien. De la misma manera que no es fácil desentrañar la inextricable cabalística distribución de los 20.000.000 de euros que nos ha costado a todos los españoles la Feria de Frankfurt (11.000.000 de los cuales procedían del Ministerio de Industria, cuyo titular sigue siendo Joan Clos).
De todas maneras son innumerables los intentos para ponerle puertas al campo. El otro día buscaba yo información sobre un poema visual de 1998 de Joan Brossa, la "Moscafera" que abre mi post de hoy. Me acordaba yo del año e incluso de que Isidre Vallès le había dedicado media página en "La Vanguardia" de Barcelona. Isidre Vallès daba clases de Antropología y por aquel entonces se dedicaba a investigar la utilidad del arte. Creo que ese artículo es el que se reproduce en internet:
"Sobre el possible sentit d'aquest poema corpori, el mateix Joan Brossa, reflexionant després d'enllestida l'obra, destaca la dualitat existent entre l'ordre i el caos, el primer simbolitzat per la posició recta de la mosca en relació amb la irregularitat de les cares del poliedre, que, en ser totes elles diverses i amb diferents angles d'inclinació, introduirien la noció de caos. Al mateix temps, tots tenim experiència del malestar produït per la irrupció sobtada d'una mosca d'aquestes característiques en el nostre entorn. En aquest sentit, una mosca és un ser emprenyador, que molesta, que provoca moviments sobtats del nostre cos per allunyar-la. Així, podem considerar-la com un organisme davant del qual hom no pot estar tranquil i seria, per tant, un sinònim d'allò que burxa les consciències, que provoca el remordiment, el neguit que impulsa a l'acció.
"A aquest respecte, s'identificaria amb les seves homònimes sartrianes, considerades les deesses del remordiment, els sers emprenyadors que els déus envien per castigar els homes d'Argos que han acceptat la mort del seu rei Agamèmnon a mans de l'usurpador Egist. En provocar les reaccions d'intranquil·litat abans esmentades, i en estar la mosca ubicada en el lloc universitari on es dreça el monòlit, podríem identificar el remordiment sartrià amb el fet de remoure la consciència i fer-lo extensiu al neguit investigador, la recerca de la saviesa, actitud pròpia de la institució universitària, contraposada a l'aridesa pètria del monòlit, sinònim de la concepció materialista de la vida que ha esdevingut l'únic referent de la societat d'avui dia."
En mi opinión, este artículo y el de "La Vanguardia", ilustran colateralmente ese modelo ingenuo y torpe de conocimiento de pretender someter todo a un significado perfectamente codificado o descodificado. No obstante, yo pude conocer a Brossa y a Vallès, aunque desde debajo de sus hombros, como para poder decir que sé que Vallès gastaba una fina ironía. Nótese sino la frase: "la búsqueda de la sabiduría, actitud propia de la institución universitaria". Muy muy fina, sobre todo por la contraposición a la aridez propia del monolito y de la concepción materialista de la vida. Es, mal comparado, como cuando les decimos a los niños: "Los niños no se tocan la nariz". Todo el mundo sabe que los niños se tocan la nariz, lo que se les intenta decir a los niños es que los niños no deben tocarse la nariz. Confusión frecuente.
Otra poesía visual de Brossa que nos gusta mucho es la que ostenta la fachada de la sede del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitéctos de Cataluña, en la calle Bon Pastor número 5, muy cerquita del Institut Français y de la Diagonal. Son unas 100 letras de 16 colores distintos. La mitad están organizadas formando la frase horizontal "Col·legi d’Aparelladors i d’Arquitectes de Catalunya". La otra mitad está organizada en 5 columnas por orden (pero no el alfabético, el preferido de los darabugos besugos) a lo largo del edificio, que culmina en una enorme langosta. Otro insecto, sólo que la langosta es de los años setenta.
Lo que no se dice, lo más elemental, es que las moscas merodean a los que van a morir. Pero para mí, las moscas no son las de los "párpados yertos de los muertos" sino las de las "largas tardes de estío" "rebotando en los cristales" "en que yo empecé a soñar". Sí, ya sé que el poema de Machado lo que dice es que empezó a soñar en las largas tardes de estío en el salón familiar, pero yo empecé a soñar en los cristales "en los días otoñales" y vale ya. ¿Quién me dice a mí que no soy como Don Leandro Ruíz, nuestro bastardo de Alfonso XIII que ha obtenido el derecho a utilizar el apellido Borbón? ¿Quién me dice a mí que no puedo lucir un cerdo o un oso como los Andrade no en mi puerta ni en mi escudo de armas, que sería una ordinariez, pero sí en mi lencería o en las toallas o en el toldo de mi terraza? Aún no ha nacido el semiótico que me diga a mi lo que me va a bordar Win Yun, vamos. Manolo bien.
Las legiones romanas estaban formadas por 30 centurias de cien infantes y 30 decurias de 10 jinetes. 3.300 hombres constituían una legión and so on. El desastre nuestro de cada día está formado por una legión de 17.000 putas organizadas, con sus chulos ejecutivos y mercadotécnicos, y luego hay los cupos, los 100.000 hijos de su padre, los del ladrillo, las mujeres de la calle, las 11.000 chinas huérfanas en flor, los carteristas puros y duros, los alemanes, los ingenieros del AVE MORITURI TE SALUTANT, todo.
No, distinguir que es lo que le interesa a cada cual no es fácil. Y no ya por su indisposición a admitirlo, porque aquel algo de vergüenza que nos queda a todos. No es fácil por las máscaras. Y por las apariencias. No hace falta aprenderse el Diccionario de símbolos de J.E. Cirlot o el de Chevalier y Gheerbrant para percatarse del parecido abrumador de algún profesor de yoga entronizado en su kundalini con un galán decadente o un chulo aputarrante o algo peor. Eso, amigos, está en el libro de la vida. No en el de Teresa Cepeda, evidentemente.


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