17.3.08

La evasión confirma la regla

e ha empezado a notar en la ciudad la evasión de Semana Santa. Suelen irse afuera precisamente los que hacen tanto ruido como elefante en cacharrería, que son además los que se desplazan más dentro de la ciudad para aquí y para allá, por lo que su ausencia se nota mucho. Y se disfruta. En verano, el apagón de los aparatos de aire acondicionado es una delicia y permite volver unos días a los tiempos en que pasábamos bien el calor protegiendo la casa del sol, tomando gazpacho y limonadas y pasando la mayor parte del tiempo quietos como lagartos. El último verano fui unos días a Boí, pero pasé gran parte de las vacaciones en Barcelona. Quedamos los ancianos, los emigrantes, personas cuya vida civil no tiene demasiado interés ni lo tendrá y otros ejemplares de la gran reserva. Y es que parece que haber ido y vuelto de Punta Cana, al Tibet o a la Selva Negra, da como conocimiento de causa y un bagaje cultural apabullante. Como si viajar fuera un sucedáneo de la experiencia, la libertad, la aventura y hasta el criterio. Porque he viajado puedo decirlo.
Si Punta Cana es, como me temo, como Cayo Largo (Cuba) -donde yo estuve 3 días en los ochenta durante mi estancia en La Habana por razones de trabajo- debe de ser también como Venus, el planeta que rige el amor pero que tiene una atmósfera en donde el principal componente es el ácido sulfúrico. Las playas de Cayo Largo, frente a Florida, tienen una arena blanquísima y el color del agua es turquesa opalino, bajo un cielo de tormenta seca que vira del marengo al zafiro y al azul eléctrico. Bajo los conucos y en las palmeras se ocultan miríadas de tábanos dispuestos a comerse vivos a los turistas por mucho ahuyentador que se echen. El agua está un grado centígrado por debajo de la temperatura del aire. Ahí están a gustito las iguanas y los tiburones, pero no vi nunca aves.
Creo que fue Vázquez-Figueroa quien en una de sus novelas explicó el final fulminante de la piratería mundial. La de parche en el ojo, loro y pata de palo, no la de la SGAE. Al parecer, hubo una especie de convención internacional precisamente en el Caribe de todos los bucaneros y filibusteros, para repartirse el mundo (remedando una especie de Tratado de Tordesillas). Pero hubo un huracán y deshizo las naos. Yo creo que la imagen de la catástrofe es muy sugerente y pictórica, cargada de fuerza, pero todo lo que estoy dispuesta a creer es que los piratas del Caribe se reconvertirían en negreros. El negocio es el negocio. Por otra parte, la verdad, ir a Estambul y que no te rapten o ir a Punta Cana y que no haya un huracán, es decepcionante.
Por razones que se me escapan o por el imperativo de las touroperadoras, hay una especie de moda o de tendencias en esto de las vacaciones. Hubo una época para Ibiza y otra para Turquía, dorada por los kilims y por la leyenda de que las mujeres corríamos el peligro de ser raptadas. Después de haberse superado el trámite de los circuitos europeos de relais chateux, ríos navegables, ciudades renacentistas, auroras boreales y demás, parece que luego ha habido una preferencia por Nueva York, el nuevo Berlín, Vietnam, la Patagonia, Japón y Etiopía. Yo nunca he estado en Marruecos, pero cuando tengo que ver las fotos de alquien que sí ha estado, reconozco perfectamente todos los sitios que se me muestran. Esto indica no ya que aún gozo (¿?) de una buena memoria sino que además las instantáneas son muy previsibles. Así, me permitía decir ante una esquina de Fez, "¿No había ahí una tiendecita de mesitas de taracea?"
Hiroshige Ando
Mi memoria me falla sin embargo al intentar recordar una vez en que presencié divertida como un amigo mío le describía a un conocido suyo el mercado de Bagdad o el de Damasco. El conocido acababa de llegar de allí (aprovechando un congreso, de médicos no de piratas) y no había percibido ni la mitad de la mitad de las cosas que le explicaba L.M., a pesar de que L.M. nunca había estado allí y lo que sabía es porque lo había leído. Así pasaba con Lezama.
El hecho de que haya cruceros por 750 euros y por 7.500 euros cubriendo los mismos circuitos da como miedo. Con la tarifa de 750 euros parece que uno se expone a soportar todas las incomodidades o absurdidades que se le echen sin rechistar. La de 7.500 euros exige, supongo, además de la tarifa, un fondo de armario muy variado y vistoso pero actuar como si ese viaje fuera uno más y no uno menos. Qué tensión. Me figuro que tiene que haber una tarifa entre la de 750 y la de 7500 euros para la franja de quienes tienen la hipoteca encarrilada o para los que ni siquiera la tienen y por eso gastan en viajes y en coches. ¿Qué niveles adquisitivos reflejan y no agotan esas dos tarifas?
He tenido que dejar por un momento este interesantísimo post para poner la lavadora y para escribirles simultáneamente -para aumentar mis posibilidades- un SMS a toda prisa a mi cuñada, a mi hermano y a mi sobrino:
"El paño fardero que ha dejado el viento cerca de vuestra terraza es mío. GRAN VALOR SENTIMENTAL. Marta". Qué zozobra he pasado. Está claro que no estoy para emociones fuertes.

Post registrado en SafeCreative: A la flor del berro (1) #1105179237451  
2022: 2212162881351