6.6.08

De profundis (1)

La piel es lo más profundo

Paul Valéry

op hat (dir. Mark Sandrich, 1935), conocida como "Sombrero de copa" en España, es mi película preferida de Fred Astaire. Se ha dicho que las comedias musicales son inverosímiles porque en la vida real nadie se pone de repente a cantar o a bailar. Como en mi vida irreal y real se canta y se baila, las comedias musicales me resultan hasta realistas. Suelo combatir homeopáticamente las machacantes músicas de espera de las líneas telefónicas entonando una imposible versión flamenca de "Suzanne", silbando el duetto de Lakmé con el entusiasmo de todo el Coro Rojo cantando "Kalinka", con palmas, zapateado y todo. Sobre todo con todo. Y si no canto "I can’t get no satisfaction" o "Te estoy amando locamente", "Y todo a media luz" o "Quiero que vivas solo para mí y que tú vayas por donde yo voy" es por no crear equívocos.
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Es en Top hat donde Fred Astaire canta "Cheek to cheek", de Irving Berlin, por primera vez. Es una canción que por estar hasta estuvo en el repertorio de Sara Montiel. Pero también es inolvidable la primera escena, cuando se conocen los personajes respectivos de Fred Astaire y Ginger Rogers, tras un solo de claqué de él que no la deja dormir. Ambos están en un hotel y ella se encuentra en el piso inferior. Ella se queja y entonces Fred Astaire se enamora a primera vista. Cuando Ginger Rogers vuelve a su habitación con su suntuoso deshabillée de satén, Fred Astaire extiende la arena del cenicero del hall y da unos pasos de claqué pianissimo y smorzando. Arrastra los pies sobre los haces de granos produciendo un sonido sordo, más rasposo que las escobillas de percusión, suave y gentil. Y con mucho swing. La ceremonia nupcial del pingüino emperador o el cortejo protopático prehipotalámico del hipopótamo no son menos delicados y hermosos. 


Hay por ahí quien sólo cree en la música que se extrae de los pianos o todo lo más de algunos instrumentos de cuerda, entre los que no se incluyen ni la pi-pa china (laúd chino) ni la kora, ni la rababa egipcia ni tampoco la guitarra. Uno de los instrumentos que no ha conseguido prosperar en la música culta es el theremín o eterófono, en donde el sonido es generado por los movimientos de las manos del intérprete dentro del campo magnético generado por dos antenas, una que controla el tono (en los diestros la izquierda) y otra el volumen. Clara Rockmore (1911-1998), de soltera Clara Reisenberg, la mayor virtuosa del theremín, ha sido llamada la "diva del éter". Providencialmente o no, una dolencia ósea provocada por los años de desnutrición en su Lituania natal le imposibilitó seguir su carrera como violinista. Conoció en Estados Unidos a Lev Sergeyevich Termen, ruso como ella y el inventor del theremín (de su nombre afrancesado: Léon Théremin), que vió en Clara la oportunidad de elevar su sintetizador a la categoría de instrumento musical:
"Cuando la joven Clara elevó sus brazos delante de las antenas del theremin, la sensación fue diferente a todo lo que había experimentado con anterioridad. Cada mínimo gesto de sus brazos y dedos bien calibrados de violinista, así como una madurada sofisticación musical, le hacían adoptar una pose tan natural como caminar o respirar, mientras puntuaba el aire con su música. Aquella demostración impactó a todos los asistentes, dado que desde un principio Clara fue capaz de extraer del instrumento notas con gran precisión, algo que casi nadie podía hacer nada más ponerse delante del theremin, y menos de un modo instintivo (Biografía de Clara Rockmore por Pablo Freire)".
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Curiosamente, cuando Clara Rockmore ya había dado muchos conciertos, se le propuso interpretar al theremín la música que Miklós Rózsa compuso para "Recuerda" (Spellbound, dir. Alfred Hitchcock, 1945). Sin embargo la instrumentista rechazó la sustanciosa oferta que se le hizo debido al uso frívolo que en su opinión se le dedicaba al eterófono: crear sugestión, terror, angustia y efectos, convertir su sonido en una atracción de feria. Pero unos años antes de rodarse la célebre película de suspense, se presentó el 1 de abril de 1932, en el Carnegie Hall, el terpsitone inventado por Termen:

"El 1 de abril de 1932 tuvo lugar la presentación en el Carnegie Hall del terpsitone, el nuevo invento en el que Termen había estado trabajando durante diez años. En el marco de un concierto eléctrico el inventor presentó además del terpsitone varios de sus instrumentos, como una orquesta con 16 thereministas, el theremin de teclado, el rhythmicon, el theremin cello y el Illumovox, un instrumento óptico que generaba variados efectos lumínicos dependiendo de los cambios de tono efectuados con un theremin. El terpsitone se trataba de un instrumento de control espacial con el cual el bailarín podía controlar el sonido mediante sus movimientos. Una plancha metálica aislada debajo de la plataforma de baile actuaba como antena para el tono, registrando el movimiento de elevación del cuerpo y el cese del mismo, como cambios relativos en el tono. El funcionamiento básico era el mismo que el del theremin, si bien el volumen y el vibrato eran controlados separadamente por un operario detrás del escenario."
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Hay en youtube y en goear sendas grabaciones de "El cisne" de Saint-Saëns interpretados al theremín por Clara Rockmore. En la actualidad el instrumento no ha sido olvidado e incluso sorprendentemente no sólo aparece en los conciertos de músicos electrónicos como Jean Michel Jarré o Víctor Estrada, sino que cuenta con un festival propio anual en Ashville (Carolina del Norte). En la web del theremin hispano hay a día de hoy 704 inscritos, de los cuales 154 tienen el instrumento.
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Lo que me resulta emocionante del theremín es la posibilidad de poder "tocar" la música, lo que me resulta impresionante es cómo Terme aplicó sus conocimientos de la electricidad en la física del sonido y cómo vió la música materializarse a través del cuerpo y las manos de la mujer que amó prácticamente toda su vida sin ser correspondido. No es extraño que Termen fuera un gran bailarín.
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El theremín en sí, como me ocurre con todo lo que en alguna ocasión he deseado profundizar, me puede saturar, embotar, aburrir. Y es que en mi naturaleza prevalece el sentido del tacto, como en mi padre, con quien no nos entendimos nunca hablando pero siempre bailamos como si fuéramos más aún que un solo cuerpo.
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6 de junio de 2008

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