12.9.08

El quinto pino

"Adán y Eva expulsados del Paraíso" (Gustave Doré)

Los grabados de Gustave Doré para ilustrar decenas de libros, entre ellos Gargantúa y Pantagruel o el Quijote, la Commedia, El paraíso perdido, son su complemento ideal. En los dos sentidos de la palabra. Al parecer, Doré sólo creaba la composición general y el esbozo era desarrollado por grabadores. Así es como la fachada de Nôtre Dame con el gigante de Rabelais es una xilografía de Gustave Doré con muchas horas de trabajo de Pannemaker. El historiador del arte tiene la función por lo menos de distinguir los cuatro elementos de ese grabado: los estilos superpuestos de Nôtre Dame, la novela, la interpretación de Doré y la mano experta del grabador. Y a mí me gustaría percibir con esa claridad en lo que quiero decir, qué hay del Paraíso en la Biblia y qué hay en las fuentes anteriores y de donde salen las ideas que toman forma en la pintura de Occidente.
La palabra griega "paraíso" aparece sólo en cinco pasajes bíblicos (2 en el Antiguo Testamento y 3 en el Nuevo). Una de ellas es cuando Manolo en la cruz le dijo a Dimas: "Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23:42). Esta frase de la Pasión es muy desconcertante. Primero porque introduce una cierta identidad entre cielo y paraíso, como en la Commedia. Y, segundo, porque Cristo permaneció 40 días con sus discípulos y eso después de haber resucitado al tercer día de la crucifixión. No se puede estar en el arroz y en las tajadas. ¿Entonces? Pues, nada, dado que se trata de un libro revelado, solo cabe echarle la culpa a los traductores de la septuagésima o algo peor. En cualquier caso, a mí lo de los 43 días me importa muchísimo menos que la cuestión primordial de si son lo mismo el cielo y el paraíso. A bote pronto parece que el paraíso es sobre todo un jardín, tal y como se viene repitiendo en la izquierda del tríptico de El Bosco y en otras representaciones menos surrealistas y más o menos arcádicas. Cualquier lugar de la geografía fabulosa, sea el Quinto Pino, las Antípodas, la Atlántida, El Dorado, Babia o Ávalon, ya no digamos Liliput o Utopía, están mejor descritos que el paraíso veterotestamentario:
"Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer; y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos. Uno se llamaba Pisón: es el que rodea el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es el fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Cus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre el oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates. Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase [...]
Se dijo luego Yahvé Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada." Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Le quitó una de las costillas y rellenó el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer".
Como entre el Tigris y el Éufrates (Mesopotamia) Saddam Husein hizo una escabechina de los pueblos que seguían viviendo poco más o menos que como en el Neolítico, además de envenenar las aguas de todo el valle, parece que el Jardín de Edén histórico se ha convertido en un lugar inhóspito cuando menos. Y el paraíso es ahora más inconcebible que el mismísimo cielo, un lugar que siempre se nos ha prometido beatífico, intemporal y luminoso, y más desde que las compañías aéreas low-cost se están viniendo abajo. De todos los paraísos artificiales, perdidos y prometidos, servidora se queda con la poesía y con su tiempo perdido. Y con lo que sabe transmitir la lámina de Doré sobre la expulsión de Adán y Eva.

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