8.2.09

Catedrático, general o cardenal


"No vivir bajo la presión del éxito"
(Ventajas de ser mujer y artista, Guerrilla Girls)


El contador de firmantes de la plataforma para que no se fume en los restaurantes y cafatería va por 17.680 firmas. No sé si son muchas o pocas. Íntimamente preferiría que hubiera diez veces más. Los cinco idiomas más hablados del mundo son el inglés, el francés, el ruso, el español y el chino. Según la página del Instituto Nacional de Estadística, 33,2 de cada 1000 españoles se llaman García, mientras que sólo 3,5 nos llamamos Domínguez. Antes del año 1920 se llamaba José 90,8 de cada 1000 españoles. En las décadas de los 50 y los 60 gana Antonio, nombre que adoptaron 53,1 y un 38,8 de cada mil españoles, respectivamente. Después de 3 décadas con David a la cabeza, ahora tenemos a Alejandro como nombre más adoptado (33,7), siendo 7,4 de cada 1000 españoles llamados José y 5,6 Iker. El año 2000 en Barcelona, 43,4 de cada 1000 niños se llamaron Marc y 36,5 Paula. De manera que sería posible saber en que época ha nacido una persona por el nombre con que la registraron. En la web del INE es posible extraer todo tipo de datos sobre la sociedad de nuestro país (Enseñanza, Salud, Ocio, cualquier cosa).

Un día que tenga tiempo voy a buscar cuantos catedráticos, cardenales y generales hay en España. Y es que el otro día me dijo una amiga que toda carrera universitaria, eclesiástica o militar tenía que culminar necesariamente en ser catedrático, cardenal o general. Que si uno se metía en una carrera universitaria y no acababa como catedrático, que esa carrera no estaba cumplida. La frase aún me da vueltas en mi pobre cabeza. Me acordé del principio de Gertrud (C.T. Dreyer, 1964), la escena del espejo con su marido el político que le dice “¿Qué te parecería estar casada con un ministro?”. Gertrud juega con la idea de que no sea el marido (que está en realidad anunciándole que le han nombrado ministro) sino otro hombre. El humor danés es muy profundo y lento, como suele pasar en general con el humor de los países nórdicos. Hay chistes finlandeses de los que se ríe una a los tres días de haberlos oído. Gertrud después se pregunta y pregunta a su marido qué será de aquellos que sin ser alguien (ministro) aspiran a amar y ser amados.

El mundómetro también es digno de ver. Refleja a través de varios contadores las estadísticas del mundo en tiempo real. Los diversos contadores para los nacimientos de este año y los de hoy, las muertes del año y las de hoy, los coches producidos este año y los que se producirán mañana, los ordenadores vendidos este año, los teléfonos celulares vendidos este año, los correos electrónicos enviados hoy (el contador ahí es frenético), los bosques perdidos este año, etcétera. En algunos casos, digo, los contadores se mueven a una velocidad que hace imperceptibles las cifras.

Cuando la estadística se hace más perversa es cuando es capaz de predecir lo que va a pasar, como por ejemplo el número de personas que adquirirán una enfermedad determinada y qué personas tienen más probabilidad o más factores de riesgo de padecerla o de tener un accidente.

Al lado o debajo de tantas cifras y de mi certeza total no solo de que nunca seré cardenal, ni generala sino de que tampoco seré catedrática (de ministra sí que habría posibilidades), una no sabe si sentirse pequeña pequeña o si ponerse las botas y irse a dar un paseo por Collserola aprovechando que no llueve y hay un sol hermoso. Total, ya firmé en la Plataforma para que no se fume en los locales públicos y no se puede firmar más, los Domínguez estamos en minoría y ya no digamos los Domínguez y Senra, y si hay alguna probabilidad estadística de enfermar no la voy a sortear por mucho que me lo proponga. Estar siempre en minoría es duro, pero hay cosas peores. La minoría de catedráticos cardenales o de generales cardenales o de generales catedráticos debe de ser la leche.


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