19.2.09

Nativos e inmigrantes


A Francisco M. Ortega Palomares


Hace unos días Fmop me propuso un post sobre la prehistoria de internet y lo que lo ha retrasado es que para hacerla tenía que poner en evidencia un salto "generacional" poco honorable que hubo en el mundo de las bibliotecas en los años 90. Ahora, con motivo de la presentación de un libro de la que acabo de llegar, me propongo saldar su propuesta y hacer una breve crónica del acto.

El post se podría muy bien subtitular "Crónica de la presentación de La alquimia de las multitudes". El libro lo firman Francis Pisani y Dominique Piotet, pero nos lo ha presentado en la sede de la Universitat Oberta de Catalunya el primer autor, un francés que ahora vive en San Francisco, del cual hay mucha información en internet. También lo presentaba Tomàs Delclós, el subdirector de "El País" y responsable de Ciberp@ís.
Lo primero que hay que decir, aunque no sé si entraría dentro del formato de una crónica convencional, es que tanto Delclòs como Pisani han sido lo suficientemente elegantes y perspicaces como para no incurrir en la fea costumbre de ponerse a hacer predicciones sobre el futuro. Por mi parte, y ahora apartándome abiertamente del modelo de cronista, diré que si hay dos cosas de este mundo que no entiendo, éstas son:
1) Que haya gente que coma cada día bocadillos descongelados que preparó el domingo para toda la semana consiguiente.
2) Que se hagan predicciones sobre el futuro, cuando ya tenemos bastante -perdóneseme la paradoja o el absurdo- con las predicciones sobre el pasado y hasta el presente.
El título de mi post hace referencia a la alusión a los índigenas o nativos digitales y a los inmigrantes digitales por parte de los presentadores de La alquimia de las multitudes. Los nativos serían aquellos que han nacido bajo la generalización (que no universalización) de internet, mientras que los inmigrantes serían aquellos que básicamente por razones de edad, se han tenido que incorporar y que incluso están o mal predispuestos o con una actitud mucho más crítica que la de aquellos que no han conocido la era anterior a internet.
Servidora no sabe muy bien en qué grupo autoclasificarse, porque si bien es cierto que por edad sería inmigrante, hice mi primera incorporación a la informática el año setenta y tantos, antes de mis dieciocho (por orden materna), y que era un cursillo cuyo 25% se desarrollaba con tarjetas perforadas, cosa que es lo más parecido que había a una tricotosa. Ambas cosas reconozco que se confunden en mi pobre cabeza porque su aprendizaje coincidió en el tiempo y fue en general un verano que quisiera olvidar. El resto del aprendizaje transcurrió con la grabación de floppy disks siguiendo un método didáctico que estaba enfocado a alcanzar una velocidad de más de 300 pulsaciones por minuto con el objeto de acceder a uno de los puestos de trabajo temporal de la única compañía telefónica de aquel entonces. Si alguien está verdaderamente interesado en que le diga con exactitud en qué horror de verano mamá me impuso -con su olfato prospectivo para los negocios- ese cursillo, buscaré el diploma. Está enrollado en el fondo de un baúl donde tengo la TV.
Posteriormente, cuando me dediqué a la Biblioteconomía y a la Documentación me hice documentatonta y fui una de las personas -de un incierto centenar que había en toda España- que se dedicaron a la teledocumentación. La teledocumentación básicamente consistía en conectarse a través de un módem a un servidor o servidores remotos (los míos estaban en Alemania y Estados Unidos), con el objeto de consultar bases de datos bibliográficas o factuales de pago. Mi módem era el más veloz de Barcelona el año 1986 y circulaba a la vertiginosa velocidad de 1200 baudios (bites por minuto) a través del servicio X25 y luego X28 de Telefónica. Ese servicio reta todo comentario, pero puedo decir que arrancó de ese incierto centenar de teledocumentalistas y teledocumentatontas del que hablo un lenguaje para el cual ningún visitante de este blog está suficientemente preparado. Después de seguir protocolos de comandos en inglés muy penosos y crípticos la Telefónica te dejaba más colgada que un fuet (longaniza) y perdías absolutamente todo lo que estaba no sólo en la pantalla sino incluso lo que se había podido quedar en el teclado y ser recuperado con las teclitas de función F1 o F2.
Esto fue mejorando e incluso recuerdo que el año 1992 recibí mi primer correo electrónico, también muy primitivo y sujeto a un protocolo intrincado. Creo que aprender a leer y escribir y eso es lo más importante que me ha pasado en mi aprendizaje y en mis perspectivas culturales. Nada lo ha superado de momento.
La intervención de Pisani esta tarde del 19 de febrero de 2009 ha sido la de alguien que además de estar lejos de adoptar el papel de visionario o gurú, dominaba bien la escena y podía permitirse una cierta espontaneidad no exenta del aplomo que sólo proporciona una trayectoria rigurosa y fiable. Sus palabras iban encaminadas a subrayar la llamada "sabiduría de las muchedumbres", la "inteligencia colectiva" (Pierre Levy), el componente deliberativo (Henry Jenkins) de fenómenos como la Wikipedia o el poder organizativo/disolutivo del swarming. La sabiduría de las muchedumbres refleja la certeza de que la media de todas las opiniones de una multitud suele proporcionar el mismo dictamen que el que daría un experto.
La discusión giró en torno a la banda ancha, al hecho de que la conectividad sostenida permite el desarrollo de internet. Inevitablemente se habló mucho sobre las redes sociales. No se pudo obviar el hecho de que Facebook, originada en la Universidad de Harvard, no se puede justificar en la ausencia de espacios públicos en sociedades como la norteamericana, puesto que en España existe el espacio público (entendiendo como espacio público en su sentido más elemental el "botellón") y existe Facebook. Tampoco se evitó el tema de que la Web 2.0 se opone a la Web 1.0 en que no está dominada por las instituciones y las empresas, siendo como es que el 60% de la web está producido por usuarios no institucionales y además escépticos.
Otro apunte significativo fue el dedicado al hecho del parecido de la campaña de Kennedy, basada en la TV -por contraposición a la de Richard Nixon-, con respecto a la de Barak Obama, basada decididamente en Facebook y en general en las tecnologías de la información incluida la telefonía móvil. De hecho, Pisano reflexionó sobre el dato de que si bien hay unos 500 millones de personas que acceden a la web, hay 4000 millones de personas con telefonía móvil (por mucho que en muchos casos se trate de tarjetas prepago), tema que no debe ser descuidado.
En la sala (espacio público como lo es un "botellón" o una red social) de la sede de la UOC de (Rambla Catalunya, 6) había 25 personas además de los presentadores, los técnicos y servidora.

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