21.3.09

Shou


Conocer a los demás, inteligencia.
Conocerse a sí mismo,
clarividencia.
Vencer a los demás, fortaleza.
Vencerse a sí mismo, poderío.
Saber contenerse, riqueza.
Esforzarse, voluntad.
No perder el lugar, perduración.
Morir sin caer en el olvido,
longevidad.


Libro del Tao, cap. XXXIII 


*
Ya está descifrado el signo de la espalda del kimono del post “Y a ti te encontré en la calle”. Ayer noche hubo la cena de la pareja de búlgaros, las dos coreanas, el chino y el mejicano y finalmente he podido saber qué significa lo que pone en el kimono que me regaló Jesús, el primo de mi madre. Significa “shou”. En las fotos, la que parece una oriflama, el gallardete rojo, indica las cien maneras de escribir “shou”. También he colgado un “shou” de la calígrafa Ouyang Xue, porque es la representación de todas cuantas he encontrado que más me ha gustado.
Shou debe de ser una palabra importante puesto que es el último o penúltimo kanji o ideograma del capítulo 33 del Tao Te Ching (o Dao De Jing) o Libro del Tao, un libro no muy largo y uno de los pocos textos taoístas no solo que se conserven sino que se hayan escrito. El verso “morir sin caer en el olvido” también se puede leer como “morir sin desaparecer”. Pero shou es siempre “longevidad” o “larga vida”.
Jesús murió a los 44 años, el 3 de octubre de 1992, en Hamburgo (Alemania). Antes de caer enfermo, cuando estaba navegando aún, murió su madre, el 25 de mayo de 1986, y yo fui quien le dio la noticia. Él estaba embarcado, en alta mar. Fue entonces cuando supe que fue precisamente Jesús quien le había dicho a mi abuela (su tía) que se había muerto su hija en Comodoro Rivadavia (Argentina), con 21 años. Nadie se había atrevido a decírselo y fue Jesús quien fue a darle la noticia. Pero mi abuela ya lo sabía, claro, aparte de que lo había soñado. Le dijo: “Ya sé lo que vienes a decirme, que Amelia se ha muerto”. Las historias en las familias se van repitiendo, van trazando círculos en los que uno se puede sentir zarandeado o llevado. Eso si siente algo.
Así que el kanji no era como el cocodrilo de los Lacoste falsos, que incluso están del revés. Tenía significado. De hecho tiene significado más allá del que directamente tendría sin más contexto. Esta anécdota me ha recordado ineludiblemente otra de hace muchos muchos años, cuando mi padre me regaló el reloj de su padre. ¿Por qué no se lo daría a mi hermano mayor? Es un reloj de bolsillo que se había traído de Nueva York, donde había estado más de 25 años trabajando y yendo y viniendo. Mi abuelo murió cuando yo tenía 3 años, pero yo era lo suficientemente grande y él lo suficientemente viejo como para saber que cuando estábamos juntos no había nadie más. Mi abuelo vestía a la americana: borsalino, gabardina, chaqueta cruzada con un botón, corbata. Siempre llevaba dos galletas María Fontaneda para mí en el bolsillo del pecho del traje. Cuando mi padre me dio su reloj llevaba años parado y no funciona. En la caja se lee: “Barton R. Smith. 16318 Jamaica Ave., Jamaica, New York”. En la tapa posterior del reloj, de plata, se lee “J.D.” (José Domínguez). Lo que parece que nadie había advertido hasta que el reloj llegó a mí era una muesca que se dejaba abrir y permitía leer en el interior de la tapa: “From your old gang 7-18-1932” (“De tu vieja pandilla - 18 de julio de 1932). Todos los amigos de mi abuelo en Nueva York eran irlandeses y hacían trabajos duros en los muelles, no eran gángsters, por supuesto.
A efectos prácticos, me dijo mi jefe (que también sabe de relojes), que lo llevara a Maurer (Rambla de Catalunya, 54, Barcelona), que allí me lo arreglarían. No sé, tengo miedo de que no me lo arreglen y que encima se queden con alguna pieza, pero lo pensaré. Ahora que lo del kimono está solucionado, puedo pasar a otra cosa mariposa.
Track de regalo:
Para Liliana Costa, que también lee con tierna atención los relatos de Katherine Mansfield y los versos de Rosalía de Castro, una traducción de un poema de “Varia” (Follas novas):

Chirrar dos carros da Ponte
Tristes campanas de Herbón:
Cando vos oio partídesme
As cordas do corazón
Ceboleiras que is e vindes
De Adina polos camiños
Á beira do camposanto
Pasai leve e paseniño.
Que anque din que os mortos n’oien,
Cando os meus lle vou falar,
Penso, que anque están calados
Ben oien o meu penar (*)
(Rosalía de Castro)

(*) “Chirriar de los carros de Pontecesures / Tristes campanas de Herbón: Cuando os oigo partís las cuerdas de mi corazón. // Cebolleras que vais y venís / por los caminos de Adina / al lado del camposanto pasad suavemente y despacio. // Que aunque dicen que los muertos no oyen, / Cuando a los míos les voy a hablar, / Pienso, que aunque estén callados / Bien oyen mi penar”.
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Gracias a Ho Men, cuya traducción jurada fue exactamente: "Larga vida a la Emperatriz"
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Fishermans' Song of the East China Sea (The Hong Kong Chinese Orchestra)

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