20.5.09

La mente humana


La visita (Carl Spitzweg, 1849)

A Eduardo Antonio Puelles García, héroe o víctima

a es mala suerte que ahora que precisamente había reunido el material y las ganas para pintar la baranda va y vienen unas borrascas. Ya lijé o esmerilé y minié un buen tramo y por eso, porque hay brochazos de color naranja, la interrupción se hace más visible aquí, donde aparte de los perros incestuosos y poca cosa más, apenas sabemos nada unos vecinos de los otros. Afinando el oído se puede saber qué versión tienen por ahí cerca de Windows y todo lo más se sabe qué conexiones inalámbricas hay alrededor, pero incluso a veces es difícil saber qué se cena, porque me temo que se cocina poco. Mi horno, sin ir más lejos, una vez vio un pollo al limón pero en cuanto lo limpié, dejé en él un par de sartenes, y así hasta hoy. Bueno, alguna vez he gratinado un mazacote de macarrones gomosos de esos que quedan de un día para otro y extrañamente están más sabrosos así, trasnochados y recalentados bajo una capa de queso manchego reseco. Además de estas confidencias, la única cosa que sería digna de comentar de mi vida doméstica es otra particularidad: a veces oigo dos emisoras a la vez. Pero no porque tenga una capacidad preternatural, es también a no dudarlo por la lucha del espacio radiofónico en mi ciudad. Esto de oír dos emisoras lo puedo hacer con un solo transistor, si las emisoras están cerca (tanto si me interesan como si no), o lo hago por gusto con dos transistores simultáneos. Sin ningún problema. La mente humana es capaz de todo. Ahora estaba escuchando en internet, "Summertime", "Dream a little dream of me" y "Night and day" por Ella Fitzgerald, por separado, consecutivamente. Me parece que es una música que va muy bien para lijar, a ver si despeja, y -mientras- escucho con menor atención las noticias en Onda Cero. Luego de vez en cuando pienso en lo que escribo con los ojos entornados o mirando, como haría una gata, más allá de la pantalla, como si hubiera algo, que no lo hay. O sí. No lo sé. Qué buena, Ella Fitzgerald, que canta por cuatro, hasta con el forro del esófago, en contraste con esos cantantes que tienen que grabar un disco cuatro veces o más para que de todo salga una buena canción supermasterizada.
Claro que si pasamos de la amenaza de lluvia al sol directo de uno de los días más largos del año, tampoco será como para ponerse a pintar la baranda dichosa. Lo sensato es esperar la caída de la tarde y que sople el viento mestral, que suele recorrer la terraza a eso de las seis, y que le hace sentir a una más o menos como a la heroína de Titanic en el puente sobre las olas. Y es que decididamente mi terraza tiene más un aire de yate que no de reloj de cucú, que son las dos modalidades de terraza que tengo clichadas a rasgos generales. Sí, ya sé que hay alguna terraza en la que se pueden encontrar desde golondrinas de cerámica hasta una imagen de Luís Figo o de la Virgen del Rocío o una barbacoa en forma de hórreo, pero digo “a rasgos generales”. Por cierto, ya que tratamos sobre las barbacoas y los chorizos parrilleros del estribillo de Georgie Dann, y no escampa, ¿qué ha sido de la canción del verano? ¿Se puede dar por finiquitada, a pesar de los exitazos de King Africa y de Summercat, este último muy ligado a un spot publicitario de Estrella Damm? Hay milagros, como por ejemplo la canción llamada "Flamenco" de Los Brincos, o sea de Juan Pardo y Junior antes de enviudar e incluso antes de casarse con Rocío Durcal. Lo bien que refleja “Flamenco” su época es algo que no deja de desconcertarme. Tanto como el título. "Un rayo de sol" sí que refleja aquel optimismo que había, pero no la “garra”. La Lambada es más difícil de bailar que nuestra Macarena y que Hips don't lie, por lo menos en la vieja Europa, donde aún no ha habido el suficiente mestizaje para que las caderas no mientan y las manos se conviertan en lo que verdaderamente son, estrellas.
Entre canción y canción, brochazo y pincelada, chaparrón y chubasco, voy descargando de internet reproducciones de los óleos de Carl Spitzweg, un pintor que tampoco es que sea un genio del arte mundial, pero que a mí me gusta. No había tenido tantas ganas de ponerme a pintar desde que vi la "Frida Kahlo" de Salma Hayek (Julie Taymor, 2002) o desde que había leído la historia de Bartlebooth en La vie mode d’emploi. Quizás el cuadro más conocido de Carl Spitzweg es El poeta pobre , cuadro datado el 1835, o The bücherwurm (1850), que podríamos traducir en nuestras latitudes como “La rata de biblioteca” más que como “El gusano de biblioteca”.  Como digo, no es un genio de la pintura, creo, aunque su cuadro titulado “El cuervo” (1845) no tiene nada que (digamos) envidiarle al “Perro semihundido” de Goya, una imagen con la que el pintor español revocó una pared de la casa en la que vivió entre 1819 y 1823 (la llamada “Quinta del sordo”), y que fue posteriormente pasada a un lienzo por encargo de un banquero belga, cuando Goya ya llevaba bien muerto cosa de 50 años. Pero, claro, las pinturas bondadosamente satíricas de Spitzweg están lejísimos de las pinturas negras de Goya. O no, porque he encontrado una bruja volando sobre una escoba de 1875 que si no es clavadita a la de nuestro Goya...
Pintar lo que lo que se dice pintar hoy no he pintado nada (no ya alguna cosita inspirada por Spitzweg sino incluso la baranda de mi terraza). A lo mejor este pobre blog debía rendirse ante el óbito del cooperante exjesuita Vicenç Ferrer, que se definió a sí mismo como “el hombre más humilde del mundo”, o ante la cámara de Annie Leibovitz, que presenta en Madrid “Vida de una fotógrafa, 1990-2005”. Tampoco es para menos el atentado en Arigorriaga (Vizcaya), en el que resultó muerto por una bomba lapa Eduardo Antonio Puelles García. La web del Ayuntamiento de este pueblo no acoje la noticia, por lo menos hoy, y constan otras como que está abierto el plazo de matrícula del Euskaltegi, o las colonias de verano o la convocatoria de subvenciones del área de igualdad. Vengo de Facebook desolada porque se encuentra una mezclada entre sus “amigos” del muro a personas que no se cuestionan la violencia. Mejor dicho, hay personas en el mundo éste más allá del Facebook que justifican la violencia, el terrorismo y la extorsión de los asesinos etarras. Ni siquiera están dispuestas a distinguir entre víctimas de ETA como las de Hipercor hace más de 20 años, tal mes como este, y víctimas de ETA como Eduardo Puelles, un policía, cosa que –aunque por otras razones muy diferentes- a mí ya me parece bien. “Bien” por decir algo. Para decirlo más claro todavía: en España hay personas que entienden que haya terrorismo. Y estas personas trabajan con nosotros, pagan sus impuestos (no el revolucionario, por supuesto), van al Hipercor, usan el metro, todo normal. En España hay personas que, a pesar de que tenemos un estado de derecho que integra la existencia de partidos independentistas, ven perfectamente justificable que haya terrorismo. Las cosas están así. Sólo por eso ya hay que estar en el Facebook. *
Por todo lo dicho será que hoy en vez de acordarme de Vicenç Ferrer (hoy utilizado como otra excusa para cargar de "nuevo" contra la Iglesia y animar la exánime campaña para la ley del aborto), me he acordado de Gandhi. Me he acordado de Tagore en vez de la Leibovitz con sus autorretratos como embarazada. Me he acordado del amoroso Jana Gana Mana (en su versión larga y en su versión vocal, con las mejores voces de la India). El himno de la India (“Jana Gana Mana” quiere decir toda las mentes de la gente) es un poema que Rabidranath Tagore escribió en bengalí y es sobre todo un canto de amor, aunque cuando lo toca una banda no suena tan suave y profundo. Tagore, como Gandhi, tenía muy por encima de la independencia de la India la paz. La paz, ahimsa, es superior a cualquier otra necesidad o idea. A ahimsa ("no violencia"), en la filosofía hinduísta le pasa como a la Constitución Española, que es una ley superior a todas las otras leyes. Ahimsa pasa por delante de todo y sin ninguna vacilación. Pero es que va a resultar que algunos se piensan que van a saber más que Gandhi.
Antes de conocer el Jana Gana Pana (“Todas las mentes de la gente”) yo ya tenía en mi propia cabeza la idea de la existencia de una única cabeza. Mejor dicho, yo me imaginaba la humanidad como un cerebro, la tierra, de donde salían muchas cabecitas que se pelean entre ellas, que dan cabezazos, o me imaginaba algunos cabezones que quieren despuntar y hasta eliminar cabecillas y cabecitas locas. Así que una vez más, la madre India nos muestra la existencia real de algo que no vemos de tan grande que es: el janaganapana. No me extrañaría nada que, como pasa con otras palabras importantísimas del latín, de Jana ("cabeza") derivó janua ("puerta") y Janus. Spitzweg queda entonces para un próximo post, y este va por el policía que murió abrasado pidiendo ayuda, Eduardo Puelles.
*
Jana Gana Mana adhi-nayaka, jaya hey,
Bharata bhagya-vidhata.
Punjaba, Sindhu, Guyarata, Maratha,
Dravida, Utkala, Banga, Vindhya,
Himachala, Yamuna, Ganga,
Uchchala jaladhi taranga.
Tava shubha naamey jaagey,
Tava shubha aashis maagey,
Gahe tava jayagatha.
Jana gana manga
ladhayak jaya hey
Bharata bhagya-vidhata.
Jaya hey, jaya hey,
jaya hey, Jaya jaya jaya jaya hey!

(Traducción de la Wikipedia)

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