11.5.09

Pequeño pájaro perdido

l pie de foto de la Wikipedia para la imagen que presento es: “Portrait of General L. W. Colby of Nebraska State Troops Holding Baby Girl, Zintkala Nuni (Little Lost Bird), Found On Wounded Knee Battlefield, South Dakota, 1890 n.d.” [Retrato del General L. W. Colby de las tropas del Estado de Nebraska y la niña Zintkala Nuni (Pequeño pájaro perdido), encontrada en el campo de batalla de Wounded Knee].
Wounded Knee es para la mayoría de la gente de mi generación y de mi país un gran éxito de Redbone, el mismo grupo del cual también fue muy sonada su “Reina bruja de Nueva Orleans”. En realidad o en verdad “Wounded Knee” es el lugar donde se produjo una masacre de indios lakota, que iban a ser llevados a una reserva, por un malentendido que se produjo durante la movilización:
“The commander of the 7th [Cavalry] had been ordered to disarm the Lakota before proceeding. During the process of disarmament, a deaf tribesman named Black Coyote could not hear the order to give up his rifle. [2] This set off a chain reaction of events that led to a scene of sheer chaos and mayhem with fighting between both sides in all directions” (Wikipedia)
[Se había ordenado al comandante del Séptimo de Caballería que desarmara a los lakota antes de proceder. Durante el proceso de desarme, un indio sordo llamado Coyote Negro no oyó la orden de que dejara su rifle. Eso desencadenó una reacción de hechos que llevó al caos el tumulto más absoluto y a la lucha entre ambas partes en todas las direcciones].
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General L. W. Colby (pedazo de charreteras) y Zintkala Nuni


No tengo la absoluta certeza de que la historia del malentendido sea cierta del todo, pero parece cierta y muchos de nosotros hemos pasado por malentendidos que sin acabar como lo de Wounded Knee podrían haber acabado por lo menos como el rosario de la aurora. Lo que sí sabemos que es absolutamente cierto es que el 29 de diciembre de 1890 hubo una masacre en Wounded Knee y que hacía mucho frío. Corre por internet la imagen del jefe llamado “Big Foot” (Ste Si Tanka), otro minneconjou lakota como Coyote Negro, muerto. Además del rigor mortis de los que murieron en Wounded Knee a tiro de escopeta, también había la rigidez de la hipotermia en los que no se murieron. Así que entre la balacera de la jornada y el frío, es un milagro que Zintkala Nuni sobreviviera. El 29 de diciembre es precisamente el día internacional de la diversidad biológica y el de 1978 es el del día en que entró en vigor la Constitución Española actual por la cual principalmente todos los españoles somos iguales ante la ley. Esto hay que irlo recordando de vez en cuando (lo de la diversidad biológica y lo de la igualdad o igual-da) porque son compatibles y para no perderlo de vista. Lo de Zintkala Nuni o “Pequeño pájaro perdido” es un caso de tantos por los que alguien pasa con bien de un peligro. Luego otra cosa es que uno se salga de Guatemala (con perdón) y se meta en Gautepeor. Pero eso es otro tema.

Éstos días me quería leer El millón, título con el que se conocen los viajes narrados por Marco Polo. El libro se llamó originariamente Libro de las maravillas, como el de Ramon Llull, pero como Polo se refería de continuo a millones de pájaros y de personas y de todo, pronto se ganó el sobrenombre de Il Milione. La Biblioteca Colombina, en Sevilla, conserva un ejemplar de 1485 profusamente anotado por Cristóbal Colón. Con Cristobal Colón, Marco Polo comparte la confusión en torno a su verdadero origen. Lo mismo que se habla de un probable origen ibicenco de Colón, también se cuenta que los Polo procedían no de Venecia sino de Croacia. También es curiosa la coincidencia del bizantinismo de nuestra Sevilla y el de Venecia, que se quedó con los cuatro leones dorados de Constantinopla.

Otra cuestión que ha sentado polémica es la de la veracidad de las historias de Il Milione, puesto que aunque se sobrentiende que Marco Polo estuvo en China, no nos habla ni de la escritura, ni de comer con palillos, ni del té ni de la Gran Muralla o el vendado de pies, cosas que incluso ahora constituyen las cuatro generalidades (o cinco) de nuestro conocimiento sobre el gigante asiático. Cuando haya leído el librito tal vez podré llegar a alguna conclusión, pero está claro que la orientación de Marco Polo era la de hacer una guía rudimentaria para comerciantes y que no entraba en sus planes trasmitir todas las particularidades y las costumbres que observó con la minuciosidad de un herbario dieciochesco o hacer una Lonely Planet de mochilero o turista low cost.

Lo que me resulta fascinante es intentar figurarme la impresión que tendrían los mercaderes al recorrer la antigua ruta de la seda y ver las principales ciudades de China y, por decirlo rápido, el lujo asiático. No olvidemos que la Serenissima República se tenía por lo mejor de lo mejor. Siglos después de aquella Venecia del siglo XIII, Lord Byron aún podía decir aquello de que estaba en el país más bonito del viejo continente, y en la ciudad más bella de Italia, y en el café Florián, el más antiguo de Europa, en la sin igual Plaza de San Marcos. Curiosamente, ahora me doy cuenta de que el Florián se inauguró el 29 de diciembre de 1720, el día de la biodiversidad.

Dejo este post con un párrafo de la maravilla de libro de historia que es el que acabó hacia 1924 Eileen Power, Gente de la Edad Media:
“En el año de gracia de 1268, la vida era algo bello y espléndido para esos príncipes mercaderes que “tenían el magnífico Oriente en calidad de feudo”. Aquel año, en grandes casas de cambio, construidas con piedra y lamidas por el agua de los canales, los mercaderes, con el inventario en la mano, verificaban sus sacos de especias, macis y nuez moscada, canela y jengibre de las Indias, piezas de ajedrez de ébano procedentes de Indochina, ámbar gris de Madagascar y almizcle de Tibet; ese año los traficantes en joyas tasaban diamantes de Golconda, rubíes y lapislázuli de Badakhsan y perlas de las pesquerías de Ceilán, y los mercaderes almanenaban fardos de seda, muselina y brocado de Bagdad, Yezd, Malabar y China. Ese año, los donceles de Rialto (galanes perfumados, pero, cada uno, al igual que el Antonio de Shakespeare, propietario de un barco que, en algún lugar del Levante, trataba de llegar a puerto) se codeaban con hombres de todas nacionalidades, escuchaban relatos narrados por viajeros de todos los países y al amanecer se deslizaban por los canales en góndolas (que no eran negras en ese entonces, pues estaban pintadas de colores y adornadas con colgaduras de seda) saludando a la mañana con canciones; y las damas pelirrojas de Venecia –a quienes siglos más tarde, el Ticiano tanto se complacía en reproducir- ascendían y descendían los peldaños de mármol de sus palacios llevando todos los brocados de Persia en sus espaldas y las manos pequeñitas suavizadas por todos los perfumes de Arabia. Fue ese año cuando Martino da Canale, escribiente de la aduana, comenzó a preocuparse -igual que Chaucer tiempo después- no tanto por sus transacciones como por escribir una crónica de Venecia en la agradable lengua francesa”. 

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