16.3.10

Descansar en paz

A Teresa Mas i Vilardell


que no hay narices de comparar nuestra Ninette y un señor de Murcia (1964) y la película "An education" (Lone Scherfig, 2009)? Pues no. O habría que decir que lo que no hay es ganas. Las interpretaciones de Ninnette que tenemos más frescas en el tiempo son la de Victoria Abril con Juanjo Menéndez y la de Elsa Pataki en el cine con Garci, frescas en todos los sentidos. La protagonista de "An education", interpretada por Carey Mulligan, representa que tiene 16 años cuando la actriz durante el rodaje tenía 22 años. A mi entender, todos los logros de la película se desvaneces en cuanto Jenny/Carey Mulligan adopta la tan socorrida imagen de Audrey Hepburn. Y no porque sea verosimil -ya estamos a vueltas con la verosimilitud- que una estudiante de los años 60 se vistiera y pintara los ojos como Audrey Hepburn, sino porque ya hay demasiadas Audrey Hepburns cuando por ejemplo no hay ninguna "descendiente" o imitadora de Brigitte Bardot. Tal vez alguna modelo rusa, pero no. Laetitia Casta menos aún.

Audrey Hepburn era belga, de familia aristocrática que había pasado por dificultades. Como la otra Hepburn, Katherine, Audrey se arrogaba ser descendiente del cuarto conde de Bothwell y todo lo demás. Como dos posts atrás ya tratamos el tema de las paradojas, no hace falta volver a remarcar la extrañeza que no dejan de producirme esas y otras contradicciones e ínfulas. Conocí hace años la hija de un sindicalista de CCOO, barbero cuando no estaba liberado, cuyo afán máximo era conseguir un ático en el Paseo de Gracia, cosa del todo punto fuera de sus posibilidades y del panorama programático del comunismo. Hasta donde yo sé. Lo que sí sé es que debe de ser muy cansado pretender parecer quien no se es.

Anciana dormitando (Nicolaes Maes, 1656)

Nuestra Ninette habla francés porque es la hijas de unos emigrantes asturianos que la crían en París. Jenny, la estudiante de "An education" chapurrean francés o lo entrevera en su inglés para desconcierto de quien la oye, y escucha los discos de Juliette Gréco ("Sous le ciel de Paris") cuando Los Beatles estaban a punto de irrumpor pero aún no lo habían hecho. Las veleidades francófonas de Jenny nos hacen recordar a las jovencitas con posibles del siglo XVIII: una educación basada en el bordado, el piano y las clases de francés por una nativa, la justa para conseguir un buen matrimonio. El look  de Audrey Hepburn de Jenny, su esnobismo, choca contra la estrechez de miras, el pragmatismo, la rigidez, la sensatez y los michelines o lorzas de Emma Thomson inútilmente. El batacazo es formidable.

Otras veces, supongo, habrá quien echará mano de la imagen de Kate Moss, más apetardada, trendy y andrógina. También contarán algo las posibilidades de cada cual. Por mucho que yo me empeñara en parecerme a Eva Herzigová, tengo muy pocas. Más bien podría haberse intntado algo remotamente parecido a Sofía Loren, je je. Aparte de mi remoto parecido con Sofía Loren, que negaré de aquí en adelante en toda ocasión, durante unos meses pesé exactamente lo mismo que Naomi Campbell.

Es una idea que tengo poco elaborada pero digo que a veces veo un cierto fetichismo y travestismo en esas imitaciones y copias. Sobre todo travestismo, como si -déjenme que sólo lo plantee- la feminidad de Rita Hayworth (a pesar de que la confío a Max Factor) fuera menos cuestionable que la de Penélope Cruz. Es decir, para mí Penélope Cruz es un hombre. Un hombre falso pero un hombre. No una mujer. Todo esto es muy complicado y todal a mí tanto me da.

El francés siempre nos salva, con su ronroneo y sus palabras agudas, de caer en la brutalidad y en la grosería. Yo lo leo poco porque luego todo me resulta feo al lado del francés, quitando la poesía china y el canto de los pájaros y tres o cuatro cosas más. Pocas. Fíjense que en francés decimos "taie d'oreiller" a la funda de la almohada. Y hay que ver lo que cambia decir bathrobe o bata a decir peignoir o negligée. Un mundo. La palabra peinador estuvo en el español. Por casa hubo uno o dos. Se usaban para peinarse y han sobrevivido en las capas de cortado de las peluquerías, que son mucho más lagas y que recuerdan el chubasquero de Bruce Willis en "Unbreakable"/"El protegido" (M. Night Shyamalan, 2000). Los peinadores que recuerdo eran de tieso nailon, cortos como mañanitas o capillas cardenalicias. Nada que ver con el peignoir francés, que apenas sirve para no mostrar lo que deja ver el chiffon translúcido del negligée, que es mucho.

Aunque el peinador de uso privado o doméstico prácticamente ha desaparecido, y ni no pregunten, pregunten, si que se ven aún los antimacasares, esos tapetes de hilo, lino o ganchillo que se ponen en los sofás para resguardarlos de la suciedad o el roce. El macasar era cierto aceite que se usaba para el cabello que debía de dejar los sillones pringados, por lo que la palabra "antimacasar" parece que podría provenir de este particular. La palabra ha sobrevivido en esos apoyacabezas desinfectados en los asientos de los aviones, pero más bien hay que hablar de neologías, de almohadas cervicales y todo tipo de cachivaches para ayudarnos a descansar mejor. Lamentablemente, o no, nada hay que ayude tanto a descansar como estar cansado (si no se está demasiado cansado, que también puede ser). Cuando el sueño nos atrae, es mucho mejor que cuando la serpiente pitón Kaa hipnotiza a Mowgly ("Trust in meeeeeeeeeeeee") en "El libro de la selva", y cuando nos hundimos, nos dejamos vencer y hasta nos cae la babita, eso sí que es descansar en paz.
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Tal vez Louis Vuitton es una de las firmas con más imitaciones. Tal vez el término legal es "falsificaciones". No hace nada, el viernes, descubrí en "La Vanguardia" un anuncio de Louis Vuitton "diferente". No parecía ser uno de esos trabajos algo grotescos y cargados de mucho movimiento, como un Miguel Ángel, con los que la fotógrafa Annie Leibovitz ha colaborado con la firma. Se trata de un anuncio que he localizado en internet buscando por "seamstress" y "Vuitton" en el Google. La voilà: La costurera de Vuitton. Como quien dice la costurera de Vermeer o de Maes. En su quietud. Pero es una modelo, no es una costurera de verdad. Por tanto podríamos decir que es una imitación o algo parecido. Hay que decir en su fabor, a favor de los publicitarios, que por lo menos hemos desplazado la imagen lujosa de Vuitton y que da a entender un tren de vida elevado, por otra imagen, la de la fabricación esmerada. Remates de hijo de lino tratado con cera de abeja. También es un desplazamiento del foco desde los posibles consumidores de las maletas Vuitton a sus fabricantes. Cando en los primeros se señalaba por ejemplo el modo de vida nada rutinario, incluso aventurero y emocionante (véase el ad de Francis Ford Coppola y su hija en la Pampa), "proud to support The Climate Project"), en el anuncio de la costurera se hace una especie de imitación o recreación o lo que ustedes digan de las mujeres trabajando en sus casas de las pinturas flamencas.

Curiosamente corre por internet una imagen de una bolsa de basura Louis Vuitton que creemos que más bien aprovecha o recicla el envoltorio de alguna compra. No parece que se trata de una nueva campaña de la firma "proud to support the Climate Project".

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