25.4.10

La soledad de los monstruos

"Quien venera lo que no se manifiesta
se introduce en las tinieblas;
quien es devoto de lo manifestado
se introduce en tinieblas más grandes aún"
Isa Upanisad, 12



a versión de "Drácula" que yo prefiero es sin duda la de Béla Lugosi. La de Bram Stoker (1991) es que no deja nada a la imaginación. La primera vez que fui capaz de ver "Drácula" (Tod Browning, 1931) entera fue precisamente en los años noventa y eso en sábado por la mañana y en vídeo.
Me pasa lo mismo con "Frankenstein", película basada en la novela Frankenstein o el moderno Prometeo (1818), de Mary W. Shelley (Mary Wollstonecraft Godwin). Hay infinidad de películas sobre Frankenstein, incluso alguna hay con el Hombre Lobo y con Drácula (¡ya puestos!) y con su novia o su hija, pero la que más me gusta es la versión de 1931 también, dirigida por James Whale e interpretada por Boris Karloff. Hay una primera versión muda de "Frankenstein" (J. Searle Dawley, 1910) que se puede ver en una copia muy deficiente en Youtube, producida por Thomas Alva Edison. La película fue rodada en cámara fija en plano general durante toda su duración. Apenas dura en su versión original unos 18 minutos y el monstruo parece un Marilyn Manson con sobrepeso y con unas manos enormes y como garfios. La caracterización de Boris Karloff es la que ha perdurado, la de un hombre con gigantismo o acromegalia pero aún sin aquellas tuercas que luego le pusieron -unas tuercas en las sienes- pero no sé en qué momento. En "Los Munster" (serie televisiva de 1964) Herman Munster aparece verdoso pero sin tuercas, detalle tecnológico que me gustaría poder situar pero  que creo que me llevaría algún tiempo.

"Dracula" (Tod Browning, 1931)
La versión de la novela de Shelley que yo manejo está en catalán y versiona la edición de 1818, la primera que hizo su autora. Después hubo otra edición, de 1831, que creo que es la que se suele encontrar. Pienso que la traducción de Quim Monzó no necesita ser vertida y la reproduzco tal cual para mostrar dos fragmentos que describen al monstruo:
"Amb aquests sentiments, vaig començar la creació d'un ser humà. Com que la petitor de les parts era una gran obstacle per a la rapidesa amb que volia treballar, vaig resoldre -ben a l'inrevès de la meva primera intenció- fer un ésser d'estatura gegantesca; és a dir: d'uns vuit peus d'alçada i proporcionalment ampla. Després d'haver pres aquest determini i havent passat alguns mesos recollint i arranjant els materials, vaig començar-hi" (cap. III).
"Com puc descriure les emocions davant d'aquell fet, o dibuixar l'infeliç que amb tants infinits treballs i atencions m'havia dedicat a formar? Els seus membres eren proporcionats, i li havia sel·leccionat uns trets bells... Bells? Amb prou feines si la pell groguenca li cobria l'obra de músculs i artèries que hi havia sota; els cabells eren negres, lluents i abundants; aquests detalls, però, no feien sinó contrastar més terriblement amb els ulls aquosos, que semblaven gairebé del mateix color blanc que les òrbites que els allotjaven, amb la pell arrugada i amb els llavis rectes i negres" (cap. IV)
El trabajo de los maquilladores de Boris Karloff y del actor del entrañable Herman Munster estableció como un arquetipo que poco tiene que ver con la versión de 1910 y que solo guarda algo de parecido con el retrato que sugirió Mary Shelley. De manera que a veces el cine está convirtiendo los monstruos en adefesios y en sueños de la razón. No muy lejos, como en un retablo, están los divos y las divas.

La cirugía plástica, hace unas intervenciones que permiten que muchos enfermos puedan llevar una vida bastante más digna de lo que la llevarían tras cirugías radicales que ahora no son al caso, como el cáncer oral, de mama, etcétera. No se suele decir que fue en el siglo XIX cuando se tradujo en Alemania parte de un tratado ayurvédico de Sushruta (aprox. siglo III a. de C.) donde se describe la cirugía reparadora de nariz y orejas y los injertos pediculados que dieron origen a la cirugia plástica occidental. Otra cosa es la leche de burra, la baba de caracol, el veneno de serpiente, el extracto de placenta y la cirugía estética del ácido hialurónico, de la que -como de otros males del siglo XXI- nos previno una pelicula visionaria, "Brazil" (Terry Gilliam, 1985).
*

La labor que también es de admirar, casi tanto como la de los cirujanos plásticos reparadores, es la de los maquilladores de difuntos. He visto trabajos notables.

En la lectura más socorrida e inmediata del libro de Shelley, Frankenstein ilustra la perversión de la ciencia y la tecnología, cosa a la que contribuye el subtítulo de la novela (El moderno Prometeo). Una de las obsesiones de la humanidad es la eterna juventud, la otra perpetuarse o no morirse. Leemos además en la Wikipedia, sobre la novela:
"La elección de la Universidad de la ciudad bávara de Ingolstadt como escenario de los experimentos de Víctor Frankenstein bien puede responder a la fama que tenía su departamento de medicina alrededor de 1800, año en la que fue cerrado. También se suele señalar que la sociedad secreta de los "Illuminati" fue fundada en esta ciudad y que Percy Shelley era miembro de dicha organización. De hecho, la alquimia era muy popular entre los románticos en aquella época y en el entorno de los Shelley. Por otra parte, era una idea corriente que la humanidad podía llegar a insuflar una chispa de la vida en la materia muerta (ver Galvanismo)."

A mí todo ese rollo de probetas, masones, desfibriladores y pócimas no me interesa tanto como otras tres cuestiones:
  1. La manera en que la escritora describió el horror y el desasosiego de Víctor Frankenstein en cuanto pudo galvanizar su puzzle de cadáveres recompuesto y darse cuenta de lo que había hecho.
  2. El hecho de que se hayan establecido conexiones entre la novela y la hija que la autora perdió en un parto prematuro el año 1816.
  3. Para mí lo más valioso de la obra, el hecho de que traigamos al mundo y tengamos en el mundo "cosas" en general que no podamos aceptar:
"Oh, it is not thus-not thus", interrupted the being. "Yet such must be the impression coveyed to you by what appears to be the purport of my actions. Yet I see not a fellow feeling in my misery. No sympathy may I ever mind. When I first sought it, it was the love of virtue, the feelings of happiness and affection with wich my whole being overflowed, that I wished to be participated. But now that virtue has become to me a shadow, and that hapiness and affection are turned into bitter and loathing dispair, in what shoud I seek for sympathy? I am content to suffer alone while my sufferings shall endure; whan I die, I am well satisfied that abhorrence and opprobium should load my memory. Once my fancy was soothed with dreams of virtue, of fame, and of enjoyment. Once I falsely hoped to meet with beings who, pardoning my outward form, would love me for the excellent qualities which I was capable of unfolding. I was nourished with high toughts of honour and devotion. But now crime has degraded me beneaath the meanest animal. No guilt, no mischief, no malignity, no misery, can be found comparable to mine. When I run over the frightful catalogue of my sins, I cannot belive that I am the same creature whose thoughts were once-filled with sublime and transcendent visions of the beauty and the majesty of goodness. But it is even so; the fallen angel becomens a malignant devil. Yet even that enemy of God and man had friends and associates in his desolation; I am alone" (Frankenstein, cpa. XXIII, en le proyecto Gutenberg, en la versión que parece de 1831) (*)

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(*) " "¡Oh, no, no es esto, no!" -me interrumpió el ser. "Os lo puede parecer pero no busco compasión. Nunca podré encontrar simpatía en nadie. Cuando, al principio, la buscaba, lo hacía por amor a la virtud, porque estaba lleno de sentimientos de felicidad y afecto que también quería participar. Pero ahora que para mí esta virtud se a convertido en una sombra, y que la felicidad y el afecto se han convertido en desesperación amarga y repugnante, ¿dónde he de buscar simpatía? Me conformo con sufrir solo, mientras duren mis sufrimientos. Cuando muera estaré bien satisfecho de que la abominación y el oprobio llenen mi recuerdo. Hubo una época en la que, ilusamente,  esperaba encontrarme con los seres que, disculpando mi apariencia, me apreciasen por estar lleno de pensamientos elevados, de honor y de lealtad. Pero ahora el vicio me ha degradado por debajo de los animales más viles. No hay ninguna culpa, ninguna maldad, ninguna desgracia comparable a las mías. Cuando recuerdo la pavorosa lista de mis crímenes, no puedo creer que yo sea el mismo que, en otros tiempos, tenía los pensamientos henchidos de visiones sublimes y trascendentes sobre la belleza y la majestad y la bondad. Pero así es: ese enemigo de Dios y de los hombres tuvo amigos y compañeros en su desolación. Yo en cambio estoy solo." [Mi traducción sobre el texto vertido por Quim Monzó]

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