19.5.10

Juzgados por la ley de Murphy (1)

"Pero un buen día, el desastre, un policía honrado hace su aparición.
[...]
Irma la Douce - ¿Usted es nuevo aquí, verdad?
Gendarme Nestor Patou - Hace seis meses que estoy en la policía. Estaba de servicio en el Bosque de Bologne junto al lago donde juegan los niños, ¿sabe usted? Allí obtuve este medalla.
Irma la Douce - ¿Por no dejar que pisaran el césped?
Gendarme Nestor Patou - No. Salvé a un niño de morir ahogado con la respiración boca a boca. Pensaron que podía hacer cosas grandes y me trasladaron aquí.
[...]
Moustache - Ser honesto en un mundo deshonesto es como desplumar un pollo contra el viento, te llenarás la boca de plumas.







ack Lemon hizo y bordó el papel de Nestor Patou en la película "Irma la dulce" (Billy Wilder, 1963). Patou es un pobre infeliz honesto gendarme que recordaremos que fue a parar a los alrededores del mercado de Les Halles en París, donde se estrena en su nuevo destino con una redada de prostitutas. Al ser sospechoso de soborno tiene que abandonar el cuerpo. Además se enamora de Irma la Douce (Shirley MacLaine), una de las prostitutas del Hôtel Casanova. Como en "El apartamento", Billy Wilder consigue tratar temas que en otros directores pasarían a ser meramente sórdidos con lucidez y ternura ejemplares.
*
Seguramente lo que a mí me marcó más en mi oficio, no fue el dominio de las normas anglo-americanas de catalogación o mis sucesivas relecturas del manual del indizador de la National Library of Medicine y la Clasificación Internacional de Enfermedades. Lo que a mí me marcó más fue la lectura de la novela Els sots feréstecs (1901), de Raimon Casellas, que simplificando mucho sería la representación del intento del artista o de cualquiera en transformar  la sociedad, ni que sea la de su entorno inmediato. La traducción del catalán al español sería algo así como "las hondanadas indómitas" o "por domesticar" o "salvajes", y sugieren un paisaje un poco como el de Cumbres borrascosas poco más o menos. En realidad el argumento gira en torno a un joven sacerdote que está destinado a un pueblo del Montseny en que -para empezar- la parroquia está en estado ruinoso. Los intentos del cura por intentar suavizar y humanizar la vida de los montañeses se ve correspondida con la crueldad cerril regodoneada de los lugareños y por la naturaleza del lugar, áspera, que se impone como protagonista.
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Servidora, como tantos otros, como el gendarme Patou, pretendía no tanto dejar su huella como pretender mejorar las cosas limpiando, fijando y dando esplendor. Pero pronto una se da cuenta de que lo que parecía una rascadita es un resquebrajamiento. Lo que parecía un poquito de suciedad o cochambre de nada es el tapón de un cúmulo de mierda que se desmanda y que pronto hace suponer que lo mejor es reponer el freno y dejar todo cual estaba. Sólo algunas personas -sean gendarmes, curas o lo que sean- son capaces de sobreponerse a ese descubrimiento y mantener no ya la ingenuidad del primer día pero sí al menos la sensatez, el pragmatismo, y el prurito profesional de hacer las cosas bien hechas, y que a quien Dios se la da que San Pedro se la bendiga. La frase, más que nada es mi tributo a Sancho Panza, de la que todos los españoles tendríamos que aprender un tanto.

Servidora, además del pragmatismo ha utilizado mucho el posibilismo lo lo que yo entiendo por posibilismo, en su primera acepción:

"Tendencia a aprovechar para la realización de determinados fines o ideales, las posibilidades existentes en doctrinas, instituciones, circunstancias, etc., aunque no sean afines a aquellos".

Me explico: cuando alguna vez se me ha dado a entender v.g. que mi labor no era valiosa (por decirlo de una manera rápida), entonces yo aprovechaba para pedirme la jornada intensiva. Como no era necesaria bien podía simplemente limitarme a cumplir una jornada reglamentaria sin estiramientos. Es decir, en situaciones adversas siempre intento encontrar un resquicio favorable. Y siempre lo hay. Lo que ocure es que hay que tener la cabeza bien puesta. No ser ni altanera ni ponerse cabizbaja. No hay circunstancia por penosa que sea que no tenga su contrapartida. Por eso siempre es tan fácil que las víctimas se conviertan en cómplices y los cómplices en verdugos. Y por eso no es fácil juzgar.

Dicho lo cual hay que seguir abundando sobre la certeza de que Patou, Mossèn Llàtzer y yo misma somos fundamentalmente y patéticamente honrados y siempre lo seremos. De hecho el gendarme Patou se llega a convertir en el chulo o macarra para que ella no tenga que trabajar, para lo cual él tiene que trabajar muy duro en Les Halles el resto del tiempo para conseguir dinero. De esta manera rompe el círculo vicioso pero se desloma de tanto cargar reses desolladas y de cumplir doblemente como supuesto cliente (aunque lisiado de guerra) y como amante de la prostituta. Al lado de esto está, no lo confundamos, el factor de la ignorancia -en los dos sentidos de la palabra ignorar- de las leyes o su tergiversación, su prevaricación (maquiavélica o no) y hasta su manipulación (trampas). Y no me refiero ni a la ley de Murphy, ni a la ley de la gravedad, ni a la de la jungla, ni a la ley del más fuerte ni al oro de ley ni a la regla del tres. Me refiero a las leyes de nuestro sistema jurídico y a la jurisprudencia, a las leyes del cuerpo consuetudinario y hasta a normas elementales de convivencia. ¿O es que al juez Garzón se le va a juzgar por la ley de Murphy?

http://albumdetiempo.blogspot.com/2010/05/juzgados-por-la-ley-de-murphy.html

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