23.4.09

Post 264: Cómo se pasa la vida

Ando estos días un poco atareada disponiendo las cosas que hay que tener en cuenta cuando se tiene en ciernes una intervención quirúrgica. El hipertiroidismo y la enfermedad de Graves Basedow que se me declaró hace más de un año, pero que no fueron diagnosticados hasta finales de julio de 2008, fueron tratados con notable éxito, pero finalmente hay que extirpar la tiroides. La citología y la ecografía ilustran 3 nódulos, dos de los cuales están "vascularizados de forma anárquica" (claro, no iban a estarlo monárquicamente), abultados y con una muestra que parece una pizza capricciosa, con material variado. El protocolo médico indica una tiroidectomía total y me imagino que la semana que viene o pronto en cualquier caso seré intervenida. Mañana conoceré, como diríamos en lenguaje taurino, al "primer espada". El ingreso en mi propio hospital será breve y espero que dos veces bueno, como dijera Gracián. Cuando me den el alta me iré derechita a mi oficina y tan contenta.
Por si las moscas, he tomado una serie de disposiciones. El testamento ya lo tengo hecho hace años y no contiene más particularidades que las que se refieren a mis exiguas pertenencias, todas ellas el fruto de mi trabajo desde los 17 años. Deseo dejar lista mi declaración de la renta para el año 2008, y la casa como los chorros del oro. Ayer tuve el inconveniente de que se me desbarató el sifón del WC, pero esta misma tarde "Hijos de Antonio Español, S.L." me lo ha dejado como nuevo. Ya me imaginé yo, por el efecto mariposa, cuando llegué a casa y vi que estaban abriendo una zanja en la calle para retocar las cañerías, que eso iba a perturbar mi instalación. Hacía días que notaba un sonido diferente en el desagüe, y la entrada de aire tres pisos más abajo tenía necesariamente que afectar mi cisterna. Como así fue. El aire y el agua a la vez son impredecibles.
Además de todo ese trabajo he tenido que dar salida al habitual, a mis deberes para con este blog, al enfado de mi anciana madre (que se ha tomado la operación como una ofensa a su genealogía y está con un cabreo franco y un fastidio supino), y a un largo etcétera de quisicosas que no son al caso.
También he tomado mis disposiciones para dejar por aquí algo programado, cuando aún no tengo como aquel que dice hecha la placa de tórax preceptiva del preoperatorio. Espero que seré dispensada porque la última vez que me hicieron una ecografía, como estaba presente una radióloga en formación, me examinaron desde la tiroides (que está a la altura de la garganta, más o menos) hasta la uretra. "Mira qué uretra más rugosa, típica de una mujer". Y yo, que estaba en ayunas, y que realmente a lo que iba era a descartar algo que estaba mucho más arriba en relación con un enzima hepático alterado, soporté toda la lección anatómica con paciencia y resignación. Verdaderamente la radióloga experta es un encanto de médica, un pedazo de profesional y estuvimos incluso haciendo unas bromas didácticas con mi arteria ilíaca y algún microhemangioma anodino -por no decir "vulgar"- que vio en mi hígado. Lo que ocurre es que el ayuno para mí es un tormento sin paliativos.
Dicho esto, podemos pasar a la foto de la imagen. Creo que es un peón. Servidora no sabe casi nada del ajedrez porque nunca he encontrado a nadie con quien pudiera estar en la proporción de inteligencia óptima para aprender. El único candidato ideal se llama Pepe y está desde el 24 de julio de 2008 fuera de juego, en una clínica de bien morir, impedido, por un derrame cerebral. Como además soy persona obsesiva y que alcanzo unos niveles de concentración paroxísticos, prefiero no entrar en el ajedrez, porque seguramente no saldría. Pero a lo que íbamos era al peón. Y es que mi situación actual como paciente o habría que decir "como enferma" (puesto que mi paciencia es cero), es exactamente como la de un peón. El post anterior, aparte de despejar una serie de temas mundanos e intentar corresponder el valor de Hernán J. González y su modelo moral, pretendía también situar a quien por aquí viene más o menos asiduamente en mi posición emocional como mortal. En resumen lo que digo es que si me muero no pasa nada. Lo sentiría por las personas que me quieren y sobre todo por las que creen que es mejor que me precedan en ese camino que todos, indefectiblemente, hemos de tomar. Por lo demás, no tiene el menor interés. Soy una persona más y puedo ser una persona menos. Es que lo mismo es decir "the game is over" que "alea jacta est", vaya.
Así es que probablemente, en los próximos días igual tendré que dejar de atender el blog, no tanto en lo que respecta a la publicación de entradas (puesto que dejaré alguna programada) como en lo que respecta a los comentarios que queráis dejar. Por lo tanto espero que todo siga como siempre y como si nada, que es como debe ser.
Como a los nueve años fui atropellada y volé 12 metros hasta dar contra un bordillo, y el 1992 atravesé una puerta de vidrio, dos años antes había pasado con un Peugeot 405 entre dos camiones, superé ya dos operaciones con anestesia general, y nunca he tenido miedo, no hay que preocuparse de nada. A lo único que creo que tengo miedo es a los "ambulancieros", puesto que he observado que con altísima frecuencia se les caen los accidentados de las camillas, cosa que es el colmo de Murphy. Pero aparte de eso, que no será mi caso, y de que los desayunos del Hospital son vomitivos, estoy segura de que todo irá razonablemente bien. 

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