25.1.11

Pollo al limón alla mia maniera

"Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches,
duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, 
algún palomino de añadidura los domingos"

En pura teoría, el capítulo 170 de "Cuéntame" corresponde al año 1976. La cocina que aparece en la escena que he conseguido encontrar por pura suerte es igual a la mía aunque mi cocina es posterior al año en que supuestamente se recrea la escena. Me entregaron las llaves de mi piso el año 1987, por lo que el anacronismo no es grave, aunque ocurre que como todo lo poquito que he visto de la teleserie se mueve así -algunas cosas van cinco años por delante, otras van cinco años por detrás- he preferido no seguirla y apenas he visto siquiera un episodio completo. La cocina la vi en la portada del "Lecturas" y no me ha costado localizarla, porque a veces me pasa buscando imágenes como creo que les pasa a los cerdos buscando trufas o a los zahoríes buscando agua, que me voy derechita al sitio en cuestión sin mucho navegar. Los platos de duralex de color ámbar y de color botella, la olla de porcelana verde #99FFCC, todo lo demás no da el cante. Eso sí, lo de la botella de aceite, a mí no me cuadra. Resulta que por aquellos años yo aún iba a comprar aceite de granel. Había un establecimiento a la salida del Mercado de la Merced donde tenían dos depósitos de aceite que funcionaban por émbolo y que tenían sendos recipientes transparentes que permitían ver el líquido dorado que fluctuaba pesadamente y dejaba escapar un olor muy especial. También lo vendían en las droguerías. El síndrome del aceite tóxico o del aceite de colza, porque no sé si al final se determinó la causa del envenenamiento, eliminó todos los émbolos oleicos minoristas de la faz de España, que yo sepa. Yo he comprado aceite en alguna cooperativa, pero envasado. Lo del aceite de granel se finiquitó, pero en el año en que se supone que se hizo el episodio de "Cuéntame" número 170, en 1976, la inmensa mayoría de los hogares españoles usaban aceiteras y compraban aceite al por menor.

Lo que ya no recuerdo bien es cuando fue lo del desastre de las bañeras, aunque debió de ser en relación con el mismo orden de cosas. Es decir, mucha gente, ante el temor de que se acabara el aceite lo almacenó en sus bañeras y, como es natural, se les coló por el desagüe y lo perdieron todo. Hubo otro episodio de acaparación de azúcar cuando se difundió la trola de que iba a desaparecer (la Unión Soviética había dejado de proteger la producción cubana basada en la caña y el tabaco), pero se mezcló con una campaña de lo malísimo que era el azúcar para el cuerpo.  Por aquella época también eran malísimas para la salud las sardinas, cosa que yo nunca creí porque mis abuelos maternos comían en cantidades industriales sin menoscabo para su  salud. Ahora, después de tantos años, cualquiera que lea esto se pensará que yo sí que tengo un síndrome tóxico. Pero no. Lo juro por la salud de mi canario que una barbaridad de gente quiso guardar aceite en las bañeras para irlo consumiendo y lo perdieron sin remedio. Y lo del azúcar también es verdad. Mi madre compró una barbaridad de azúcar y estuvimos unos diez años sin comprar ni un terrón.


Capítulo 170 de "Cuéntame como pasó" (La mujer del César)

Sin embargo, la razón de ser de este post era la cocina Fagor y ese modelito en concreto, un oldy, puesto que es el que yo aún disfruto sin que ni una sola vez me haya dado motivos de queja. Claro está que, todo hay que decirlo, mi cocina no ha sido sometida ni a trabajos intensos ni ha visto nunca mucho más que un pollo al limón que hice el año 1994, mucho arroz en blanco, mucha pasta cuyos sofritos están basados en una receta que se vendrá conmigo al infierno, algun bistec vuelta y vuelta, tortillas de patata, tortillas  francesas y pan tostadodía hice lentejas, malísimas. Una vez se me chamuscó porque me olvidé de ella y del arroz que había puesto a hervir enzarzada como estaba en un post. Aguantó el tirón como una valiente y está la mar de bien. Pero cualquiera puede suponer que no resistirá la próxima inspección del gas. Y no se equivocará. Así es que aprovechando una pequeña reforma que me hacen en la cocina el mes venidero, voy a cambiarla por una cocina de fogones pero con horno eléctrico. Me da tanta pena que creo que me la subiré al trastero hasta encontrarle mejor fin que ir a parar al saco de los derribos o a la recogida de trastos de los martes. Lo primero que haré en mi horno nuevo será el segundo pollo al limón y vendrán mis amigas A., R., y M. La leche. Me sabe mal por el pollo.

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