13.4.11

Entre la espada y la pared

Para el Aviador Capotado


na de las películas que recuerdo más vivamente de David Niven es "A matter of life and death" (Michael Powell y Emeric Pressburger, 1946), que no tiene nada que ver con el disco homónimo de Iron Maiden y que en español se estrenó como “A vida o muerte”. De esta película, que emitieron a finales del siglo pasado en TV, cuando aún echaban películas del cine clásico, recuerdo vivamente la escena del Cielo. Sí, la escena en que llega un aviador ante la digamos controller del Cielo. A  pesar de que espera la llegada del copiloto (David Niven) que estaba en el mismo avión y que por lo tanto también se supone que ha de estar malherido y muerto, éste no llega. Y la angélica WAAF (Women's Auxiliary Air Force), la eficientísima y un tanto rigida controller celestial (Kathleen Byron) le dirá al oficial desconcertado: “Aquí no hemos tenido un error desde hace más de mil años” (There hasn't been a mistake here for over a thousand years...). A continuación muestra a través de unos agujeros como lucernarios que recuerdan vagamente el Guggenheim de Nueva York los archivos del Cielo y su perfecto orden disipa toda duda o sospecha.

También recuerdo de la película alguna escena de fino humor blanco sobre las relaciones entre los franceses y los ingleses que está muy acertada porque no olvidemos que la película se estrenó al acabar la Segunda Guerra Mundial y que franceses e ingleses fueron aliados. ¿Qué hubiera sido de España si hubiéramos participado en el mayor horror de la humanidad en vez de estar recuperándonos de nuestra guerra y de ese otro horror en donde el odio campeó dentro incluso de algunas familias, entre hermanos? Bien pensado casi que era “mejor” lo de Polonia, cuando se vio entre la espada y la pared, entre los nazis y los stalinistas. Pero, no sé, todo eso es mucho aventurar y hablar por hablar.

Pero lo que me traigo al álbum no es tanto una noción de paz de la película, que se está vaciando a cambio de otros contenidos muy manipulados o que se desvirtúa a favor de la memoria histórica histérica y sus intereses. Me traigo a David Niven de joven, un porte que en aquellos años tenían Cary Grant, James Stewart y se diría que cualquiera, como si fuera un don, que no lo es. El David Niven de la foto está avejentado y seguramente triturado por la muerte absurda accidental de su esposa. La foto me recordó unos traveler checks que conseguí para uno de mis primeros viajes al extranjero, cuando yo no tengo conciencia de que hubieran tarjetas de crédito ni de débito. Verdaderamente las tarjetas han cambiado el mundo mundial y ya nos parece como si siempre hubieran estado entre nosotros.

Yo no sé si, como dicen, este país se va a tener que dedicar al turismo y poco más. Yo no sé si nos debemos dar por vencidos. Lo que sí sé es que la presencia de turistas en Barcelona hay días que alcanza cotas intolerables. A mí me es igual que sean alemanes, italianos, japoneses, rusos. Lo que no me es igual es que haya más turistas que gente “normal”. Es imposible por muchos focos turísticos dar un paseo que nos devuelva una imagen de Barcelona en la que el equilibrio entre los visitantes y los que jugamos en casa sea más contrapesado o armónico. Les aseguro que cuando vienen a mi ciudad 30.000 cardiólogos se nota. Al ser un centro importante de ferias y congresos, los viajeros en visita de negocios son ineludibles. La verdad es que a veces creo que si no fuera por estos viajeros y los de la clase preferente de las narices muchos restaurantes de alta cocina tendrían que cerrar o dar el ciervo a las finas hierbas regalado. Tampoco se perdería gran cosa, si la digo toda (la verdad), que no hace falta.


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