22.6.11

No hay cosa fuerte

"Toma un dulce caramelo, paladea un Chupa-chups.
Es redondo y gusta mucho, toma un dulce Chupa-chups.
Un palito lo sostiene para no mancharte tú.
Alimenta y gusta mucho, cómprate tu Chupa-chups".

Aún usaba servidora pañales cuando ya me gustaba la radio. Según me cuentan, cada día cuando radiaban el anuncio de Chupa-Chup o Chupa-chups (que ahora se ha mundializado y se llama Chupa Chuck) me ponía como loca a bailar y hasta me caía. Por cortesía de Fonoteca de radio, pueden oírlo intacto tal y como yo lo pude oír a principios de los años 60. Si tienen la paciencia de escuchar todo el anuncio verán que la sílaba chups está muy marcada. Ahí es cuando yo me caía de culo, porque también hay que decir que apenas andaba ni me tenía derecha aún. Ahora si ven los anuncios de Chupa-Chucks en Youtube, con un muñeco de trapo que recuerda al de Levi Strauss que calma su ansiedad con el famoso caramelo inventado por Enric Bernat el año 1958, verán la diferencia. Hoy día los anuncios duran menos, son más rápidos además y también son más complejos. Incluso los que persiguen la simplicidad. Con alguna rara excepción los anuncios radiofónicos no me gustan por machacantes y porque apelan a las zonas más bajas y se diría que primitivas de la consciencia. Pero todo lo soporto con resignación porque en general durante el día, cuando no trabajo, escucho la radio. A veces escucho algún programa de música clásica, sea el de RTVE sea Catalunya Música. Si la programación no me interesa porque emiten música dodecafónica o sardanas, no me importa porque también me agrada escuchar las emisoras donde se habla y telefonea gente. Por la mañana alterno entre Radio Clásica RTVE, Catalunya Música y "Herrera en la Onda" (Onda Cero). Por la noche no sé ni lo que escucho porque voy cambiando y apenas le presto atención. Incluso si radian un partido de fútbol me gusta sentirlo, porque me abstrae, aunque no diré que me relaje. 
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Estudié BUP y COU con mediano provecho oyendo a Andrés Aberasturi en RNE, en un radiocassette que me trajo un primo de Alemania. Era Philips. Andrés Aberasturi era muy irregular. Lo mismo tenía una tarde aburrida, en la que él estaba aburrido y parecía que íbamos a acabar todos aburriéndonos. Pero entonces se comía una magdalena, y no como la de La recherche du temps perdu, o entrevistaba a un pastor y así sin casi quererlo ni buscarlos nos quedaba una tarde apañada. Ahora me doy cuenta de que los programas se preparan muchísimo. Hay un equipo detrás que documenta al líder. Y aunque no se hacen tantas entrevistas como antes, según Iñaki Gabilondo porque es mucho más barato hacer un programa de tertulia, hacerlas supone un trabajo previo nada despreciable. Claro está que siempre se puede hacer una entrevista, incluso aunque sea a una persona que merezca la pena profundizar, de cualquier manera. Estoy pensando en la famosa entrevista a Francisco Umbral, perpetrada por Mercedes Milà. Pero hay infinidad de ejemplos de buenos entrevistadores, de malas entrevistas y de todo.

Los tres plátanos de sombra de La Clota
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Aunque siempre es agradable oír "Una furtiva laccrima"  o gusta la música de fondo del anuncio de Massimo Dutti (la canción de Antony and the Johnsons, "Hope there's someone") y aquel modelo tan guapo que sale, en los anuncios sigue habiendo una veta hortera, como el anuncio de Viajes El Corte Inglés de este verano ("El veranito"). No seré yo quien defienda los valores melódicos del anuncio antiguo de Chupa-chups, pero admito que me parece pretencioso que usen un aria de Donizetti para vender un coche. No mucho, porque ya se va haciendo una a todo, la verdad. Parece que la publicidad actual oscile entre el quiero y no puedo y el puedo y no quiero, como si esa fricción entre dos fuerzas fuera necesaria para despertar el deseo, como si el quiero no fuera más que suficiente.

Escucho precisamente en la radio que este año Caritas hace porque coman cosa de 50.000 personas más que el año pasado. De cada 10 personas, 4 son nacidas en España, dicen, como si en los años anteriores la proporción fuera menor. Mi familia de procedencia antes de la guerra estaba medio bien y con ello quiero decir simplemente que tenían para comer y para vestirse, cosa que después de la guerra no fue así.  Es decir que no tuvieron tierras ni nada. Pero por regla general mi familia siempre se atuvo a lo que se llama un nivel de vida. El nivel de vida no lo da el sueldo, por mucho que he visto que hay personas que porque tenían un sueldo de 5.000 euros se habían metido en una hipoteca de 1.500 euros al mes. El nivel de vida, por lo que yo he vivido en mi familia, siempre era lo que uno tenía de verdad en propiedad; todo lo demás ("ciento volando" incluído), el sueldo,  es algo con lo que se puede contar o no.  Aunque mis nociones de economía son elementales y hasta timoratas, como de administración  conventual, la recesión actual me ha demostrado que no iba desencaminada. Y aunque podríamos hablar de Lehman Bros y las subprime y todo aquello, también se puede hablar del llano "estirar más la mano que la manga" y de una burbuja financiera donde flotaba la especulación y un crecimiento desaforado.

Leo en el blog de Miguel Jara que "un medicamento comienza a atraer las miradas de la comunidad científica: Soliris, cuyo principio activo es eculizumab y que tiene una curiosa característica, el año pasado fue el fármaco más caro del mundo, según la revista Forbes" [...]  Otras de las gracias del eculizumab es que es el tratamiento básico para la infección de Escherichia coli y el síndrome hemolítico urémico que se había atribuido al pepino andaluz. Para el periodismo científico comprometido y para mí también no hay ninguna duda de que los intereses de la industria farmacéutica dan para una crisis del pepino y para cinco. Y sin embargo, de la misma manera que no queremos estirar más el brazo que la manga, tampoco quisiéramos pasarnos de listos aunque por lo general abundan también aquí los que van por encima de sus posibilidades. De manera que todo lo más estarán dispuestos a admitir que los demás no somos tan tontos como parecemos, aunque ellos suelen ser  o creerse más listos siempre se mire como se mire.

Al final es cierto que el tiempo acaba poniendo todo en su sitio, a cada cual, a cada hecho, a todo. ¿Se han fijado en la cara que se nos pone cuando pasamos por un accidente brutal, o nos dan una noticia adversa? De sorpresa. Como si no nos lo pudiéramos a llegar a creer, lo que nos está pasando, como si siempre fueran aquellas cosas que les ocurren a los demás. Y sin embargo, somos frágiles, bien poca cosa y cada vez menos. Casi nada.



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