21.8.11

Flores y fieras

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
San Juan de la Cruz, Cántico.

uchas cosas me han llamado la atención de mi corto viaje por Alemania, y reflexiones que en su mayor parte no tienen el menor interés seguramente. Hoy rescato algo que no abunda en nuestro país, sobre todo en algunos sitios y en este momento histórico por el que parece que no hubiera pasado nunca la Transición, ni la Constitución ni la E.G.B. ni nada. Iré al grano. En el centro de Múnich, cerca de un hotel en el que se hospedó Michael Jackson en una de sus giras mundiales, se le erigió espontaneamente un memorial. Está en la Promenadeplatz a los pies de la estatua de Orlando Lasso y añado dos fotografías que tomé para que se aprecien dos cuestiones: su composición y su estado. A pesar de que hay objetos que pueden ser fácilmente retirados y que yo sé que en algunos sitios de España instigarían la iconoclastia, allí están tan tranquilamente como lo podrían estar en un domicilio particular detrás de una puerta blindada y cerrada con dos llaves. 
Este hecho no es algo singular ni raro. He oído de varias fuentes que la Reforma erasmista entre otras circunstancias no supuso la destrucción de los coros ni de ningún otro elemento de la liturgia y el culto católicos. Las iglesias católicas pasaron a oficiar un culto protestante sin que la indignación y la cólera diera en quemar los sitiales o en hacer añicos los confesionarios, las imágenes ni las custodias. Simplemente el centro del culto se desplazó del altar al púlpito, alguna capillita se transformó en un lugar donde los fieles pudieran hablar de sus preocupaciones (a cambio de confesarse) y tomar una bebida reconfortante, y el órgano pasó a ocupar un lugar muy semejante al del altar mayor. Erasmo personalmente abogó por la conservación de los templos católicos. Calvino en los Países Bajos no.
No es de extrañar pues que el órgano que se dejó oír ayer en la Catedral de la Almudena durante la misa que ofició el Papa sea como él alemán. En la de Colonia, católica, pude oír yo al organista hacer pruebas, y el sonido era impresionante. Me pareció como un trueno cuando el cielo crepita y pensé que los organistas son entre los músicos como la guitarra eléctrica en el heavy metal, un instrumento que siempre había servido solo para las tabernas y las alcobas de las princesas porque no tenía casi fuerza. Pero está claro que el heavy está electrificado, mientras que los órganos germánicos tremolan en templos de admirable acústica, donde se magnifica su potencia y reverberan.
Todo ello, no lo del órgano, sino lo de los afanes de los intolerantes, me hace pensar que tal vez la iconoclastia es no ya la contrapartida sino exactamente lo mismo que la idolatría, por mucho que se disfrace de heterodoxia. Cuanto más idolatría, más iconoclastia. Cuanto más iconoclastia, más idolatría. Tal vez entonces se podría llevar la comparación al damnatio memoriae, esa costumbre que nos dejaron los romanos de eliminar todo los signos y recuerdos sobre la vida de un personaje público. La damnatio memoriae podría ser lo propio en aquellos pueblos donde la fama es algo exacerbado. Y el trajín de estatuas ecuestres que se retiran y hasta se ultrajan es lo propio en regiones donde el culto a la personalidad y el individualismo se sale de lo normal.
Para mí es una verdadera pena no tener las facultades necesarias para aprender alemán porque una mínima competencia en esa lengua me permitiría conocer más allá de lo que es evidente cómo son sus nativos hablantes. Me inspira el mayor interés saber si en general, como parece, los alemanes saben de lo que hablan o hablan de lo que saben.

Memorial a Michael Jackson en la Promenadeplatz de Múnich
*
"Flores y fieras" está amparado por una licencia SafeCreative #1108219901398