14.8.11

Grüneburgpark

¿Conoces el país donde florece el limonero,
centellean las naranjas doradas entre el follaje oscuro,
una suave brisa sopla bajo el cielo azul,
y hallar se puede al silencioso mirto y al alto laurel?
J. W. Goethe, "Kennst du das Land, wo die Zitronen blühn"

Alguna vez ya he dicho por aquí que los jardines y los parques cuanto más viejos son más me gustan. Este mes de julio tuve ocasión de visitar el Grüneburgpark de Fráncfort o Frankfurt, con 29 hectáreas (290.000 metros cuadrados), y de ver como -a diferencia de parques como el nuestro en Barcelona de la Ciudadela o el del Laberinto- reinaba el silencio. Seguramente el jardín japonés del no menos grande Planten un Blomen de Hamburgo, diseñado por Yoshikuni Araki, es más artístico. El parque de Hamburgo, por decirlo de una manera simple, es más bonito, más alegre. Y alcanza las 47 hectáreas. Pero más grande aún es el Volkspark Friedrichshain berlinés, con 52 hectáreas, y el máximo es el Tiergarten, con más de 210, que sin embargo es más pequeño que el Central Park de Nueva York.
Está claro que no todo es cuestión de tamaño y, como digo, para mí tiene mucho peso la antigüedad de los lugares. Y basta decir que no me impresiona tanto que Goethe paseó por el Grüneburgpark de Fráncfort como que podamos admirar árboles singulares de su época. Me estoy acordando de un olmo más que centenario que había en un llano tocando la entrada, llano que estaba cubierto de césped y bordeado por un sencillo sendero sin marca alguna, como el que también se puede apreciar en la foto de hoy del Álbum.
Supongo que jaleos etílicos como los que se organizan en Lloret de Mar o en otros pueblos de las costas españolas más soleadas son la contrapartida al silencio que es tan fácil encontrar en las ciudades de Alemania. También es verdad, como  lo fue para mí en Nueva York, que esos parques tan grandes están descompensados por unos espacios urbanos donde es difícil por no decir imposible encontrar donde sentarse, como si con  la ausencia de bancos se pretendiera evitar la concentración de "vagos y maleantes" o los encuentros amorosos, o como si más bien fueran inverosímiles bajo climas más inclementes que el nuestro.
Los bancos son en Barcelona un lugar concurrido por los pensionistas y algunas parejas más bien jóvenes. La gente se pasa horas hablando en las calles, cuando va y viene de donde sea, cuando se encuentran fortuitamente. Pero hablamos de pie, aunque a veces pasa un cuarto de hora entre la primera vez que nos despedimos y la última.

Grüneburgpark de Fráncfort

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