12.10.11

La última palabra

"L'illusionniste" (Sylvain Chomet, 2010) tiene un 30% del guion original que había escrito Jacques Tati. O habría que decir "del guion de Jacques Tati que reescribió su asistente personal, Jean-Claude Carrière. Fue la hija de Jacques Tati, Sophie-Caroline Tatischeff quien le sugirió a Chomet que hiciera una película de animación sobre "L'illusionniste". Supongo que lo hizo después de haber visto otros trabajos de Chomet, pero no sé si llegó a ver "Les triplettes de Bélleville" (2003) puesto que falleció el año 2001. 
En "L'illusionniste" Chomet se despoja aparentemente de algunos de los recursos de estilo que más nos fascinaron en "Les triplettes". Aparentemente digo parece que los dibujos son más simples, cuando en realidad, bien meditado, lo que es más simple en todo caso es el desarrollo de la historia, menos profusa. A mi entender es porque Chomet se imbuyó del estilo propio de Tati, sin renunciar al suyo, a su sensibilidad y a su forma de despojar de diálogos la comunicación dejándola -tanto Tati como Chomet- en la mínima expresión, en el meollo. Para ello Chomet se vale de que los dos personajes principales, el ilusionista "protagonizado" por Tati y Alice, se encuentran en Edimburgo y él solo habla francés mientras que ella solo habla gaélico. Según parece, y ya que mencionamos este hecho, España es el único país en que se han subtitulado las palabras de Alice. No sé qué significado le podemos dar a esa particularidad, si se trata de discriminación positiva o negativa o un lujo o qué. En cualquier caso, esos escasísimos diálogos no alteran ni afectan en nada el desarrollo de la película (excepción hecha de una frase de despedida). Como en "Las vacaciones de Mr. Hulot" (J. Tati, 1953), las frases sirven para subrayar el tono de voz, los convencionalismos, la admiración, apreciaciones que tienen más bien una acción se diría que "física", en el epitelial mundo de las sensaciones y la ternura.

Jacques y Sophie-Caroline Tatischeff (1946)
La película es tristona porque señala el fin de un mundo que se acaba y porque trata sobre la belleza, la verdad y el amor. En los años 50 empezó la decadencia franca del mundo de los clowns, el music-hall, los malabaristas y los ventrílocuos, a favor de las estrellas de la música rock que por otra parte empezaban a entrar en su franca degeneración. Nosotros ya sabemos que quien sirve para mago prestidigitador sirve para cualquier otro trabajo, pero a veces no es tan fácil cambiar así como así y de la noche al día o del día a la noche. Y la vida a veces es cruel. La vida o la sociedad, no sé.
Hace unos días comentaba la dinámica viciada o viciosa de "Somewhere" (Sofia Coppola, 2010), en donde la hija de otro gran cineasta muestra una relación padre-hija en la que el padre tiene una condición inmadura mientras que la hija está adultificada y hasta lolitificada. Nos preparan una sucesora para Scarlett Johansson. Nabokov fue genial, Sofia Coppola pienso que no. 
La relación Tati-Alice recrea la que pudieron tal vez tener el realizador-director de origen ruso y su hija en la realidad, que le ayudó en el montaje de "Play time" (1967). Aunque yo no seré ni fui nunca padre reconozco mucho de lo que creo saber o sentir como hija, y principalmente esa como "retirada" discreta que tienen que hacer los padres cuando aparecen los novios. En algún lugar de su silencio les debe de doler un algo saberse desplazados (¡ley de vida!) un tanto en su rol protector y del hombre fuerte que todo lo consigue y al que no le importa sacrificarse. Pero ya digo que me remito a sentimientos. En "L'illusionniste" las figuras de Tati y Alice reproducen ese trance en que sin embargo no es la "hija" quien se da cuenta de que su "padre" no es un héroe (trance clásico en el paso de la adolescencia hacia la juventud) sino que él le da a entender que "los magos no existen", cosa que es tristísima. Y es que nos gusta creer que la magia funciona. Quiero pensar que la última palabra -si es que hay última palabra más allá de la Hermandad Fanática de los de la Última Palabra- la hubiera tenido Sophie-Caroline Tatischeff.  

"L'illusionniste" (S. Chomet, 2010)

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