17.11.11

El desasosiego

stos días estuve buscando aún sin ningún resultado cual es la foto o fotos que Edward Steichen eligió de Elliott Erwitt para su famosa exposición fotográfica "The family of man" (MOMA, N.Y., 1954), que mereció preservarse de forma permanente en Clervaux, Luxemburgo, creo que bajo los auspicios de Unicef. La verdad es que para elegir Steichen 503, que me parece que es el número definitivo, ya tendría sus dificultades.
Tal vez la foto que más me gusta de Erwitt es la de "Felix, Gladys y Rover", pero esa seguro que no participó en la antología porque es del año 1974. Se dirá que cosas más raras se han visto y nos es más fácil imaginarlo ahora que estamos en plena campaña de las elecciones generales, donde se puede oír cualquier cosa y sobre todo juicios de intenciones, puesto que hasta es posible que le condenen a uno por lo que se dice que se cree que se ha pensado que alguien piensa. Será por paranoia o por falta de otros argumentos por lo que se recurre a lo de que existen programas ocultos mientras se entornan los ojos con mirada extraviada. O se dice que el Partido Popular enviará a las mujeres a las cocinas y disolverá las uniones civiles entre homosexuales y otras cosas por el estilo.
Por la misma razón que prefiero Brangulí a Català-Roca y el Lazarillo de Tormes a Jarabe de Palo (Pau Donés), también me gusta más Erwitt que Cartier-Bresson. Me emocionan, me parece que hablan de su tiempo y eso es impagable ¡Qué le voy a hacer! Y tal vez mi segunda foto preferida de Erwitt, después de la de "Felix, Gladys y Rover" es sin duda "Lost  persons area". Sin pretender irme por los cerros de Úbeda ni de Baeza o por los juicios de intenciones, me encanta porque las mujeres que predominan en la imagen parecen todo menos perdidas. Más bien parece que han perdido a alguien, para ser exactos, alquien que ni siquiera se ha dado cuenta aún de que se ha perdido sin perderlas. Los brazos cruzados y las caras un tanto desencajadas de las mujeres que están sentadas sobre el banco se diría incluso que revelan un cierto enfado o cuando menos fastidio. La del bebé en el regazo parece que se lo toma con más filosofía griega. Pero, no se engañen, lo mismo cuando aparezca el perdido from lost to the river, le echa un sarta de denuestos, acusaciones, reproches,  vituperios, recriminaciones, sapos y culebras.
Ese eje en el que giran todas las cosas en este mundo, empezando por el amor -que puede ser la suprema mentira- es hipnótico, según y como. Estaba pensando estos días en esas personas que se han expuesto a la vergüenza (es un decir) de situarse en la zona de perdidos, cuando en realidad tal vez sepan mejor que nadie donde están. Se diría que más que perdidas son perdedoras. O buscadoras. Pero es solo una hipótesis. También pensaba en empresas públicas como el hospital donde trabajo, y en algunos departamentos en que la laxitud es paradójicamente opresiva. No quiero hablar de contradicciones, hablo de paradojas. De como los opuestos se refuerzan. La coherencia absoluta, por líquida o rígida que sea, como la virginidad, es algo que no sirve para nada. La lógica sí.
Pasadena, California (Elliott Erwitt, 1963)

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