25.11.11

Folie à plusiers (los pequeños peculados)


De manera que, continuando con la posada y conversación, mi madre vino
a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba
a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padre trebejando
con el mozuelo, como el niño vía a mi madre
y a mí blancos, y a él no, huía dél con miedo para mi madre,
y señalando con el dedo decía:
—¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
—¡Hideputa!
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra 
de mi hermanico, y dije entre mí “¡Cuántos debe de haber en el mundo
que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”
Lazarillo de Tormes, Tratado primero

uestro Código Penal contempla en su capítulo XIX los delitos contra la administración pública y en especial la prevaricación (arts. 404-406), el cohecho (arts. 419-427) y la malversación (arts. 432-435). Las tres figuras están en la Wikipedia y de ella extraigo esta tabla que sería muy bonita sino fuera por lo que representa. Habrá que aclarar que en otros países robar recursos materiales de la administración pública se denomina peculado, mientras que aquí el peculado es la "malversación". El hecho de que la línea divisoria de 4.000 euros sea lo que tipifique la intensidad de la pena por peculado, a mí me importa pero no me interesa. Lo que ahora me interesa en este pequeño blog son los pequeños peculados. Hacer fotocopias o imprimir las instrucciones de la lavadora nueva, por ejemplo. Otra cuestión en que me voy a detener de la Wikipedia es la de que la prevaricación no aparezca penada y sí el cohecho y la malversación.
En estas materias no hay posibilidad de flexibilidad, o mejor dicho, de laxitud, me temo, al menos en mi opinión. Incluso llegaría a considerar como peculado la malversación del tiempo de trabajo, que en mi ignorancia podría considerar un recurso o un bien inmaterial. Recuerdo que hace muchos años, en 1985,  cuando yo empezaba a trabajar en la Biblioteca del Hospital de Bellvitge, una colega de otro Hospital me contó que cuando ella había empezado en la suya se encontró con la auxiliar administrativa calcetando plácidamente. A nosotras la estampa nos inspiraba igual rechazo y consternación (por no decir "indignación", porque la palabra está agotada y abusada por vía oral). Pero ahora en perspectiva me doy cuenta de que seguramente mucha gente lo encontraría de lo más normal, sobre todo si la señora había acabado el trabajo que se le había asignado o presentado.
Se suele explicar que el periódico ABC tiene ese formato pequeño porque exactamente guardaba proporción con los expedientes administrativos y se podían hojear indistintamente. Y yo me lo creo porque pienso en toda la prensa que tiene la andadura del ABC, que fueron como sábanas, muy adecuadas supongo para usos secundarios o que en realidad solo podían repasar los lectores de una clase social bienestante y con ocio o un buen negocio. Hay gente que se acuerda del papel higiénico El Elefante y yo también, pero no me olvido de aquellos ganchos con recortes de papel de diario. No encuentro ninguna foto en Google, pero un día haré yo un pack con el suplemento salmón de "La Vanguardia" y ya verán. Y el papel de periódico se usaba también en las tiendas para envolver, para el bocadillo, y recuerdo que mi abuelo se hacía unas como plantillas para ir al mar, para chupar el agua que le entraba en las botas.
Pero, volviendo a lo nuestro, lo de la auxiliar administrativa calcetando podrá parecer almodovariano, como aquella viejuca dando el telediario en "Mujeres al borde de un ataque de nervios". No olvidemos que Pedro Almodovar trabajó de jovencito en Telefónica, en la central de Madrid, cuando Telefónica era una empresa pública. Si hombre, aquella empresa que modernizamos con el dinero de todos para que luego se privatizara. Pues esa. Calcetar es algo que se veía hacer no hace tantos años a todas las parisinas o a casi todas en el metro.  Hace lustros que no veo a nadie calcetar. Si acaso hay gente que hace punto de cruz, que no sirve para nada, creo, y patchwork, esp. almazuelas. Me imagino que lo equivalente a la auxiliar administrativa calcetando es ahora Facebook, etcétera. Alguna vez he visto gente buscando hoteles para las vacaciones, hacerle un curso a distancia para el marido (porque como no se lo haga la propia no lo va a hacer nadie), mirar pornografía y, lo que más, mirar la prensa, que según se mire también es pornografía. Si no fuera porque esa misma gente se pasa una hora para desayunar en vez de los 20 minutos reglamentarios, se diría que por lo menos mirar la prensa no es tan censurable como el resto de entretenimientos y quehaceres dentro de la jornada laboral. Pero es que suele ser como les digo.
Ya sé que es políticamente incorrecto y mal visto criticar esa laxitud, por no decir la que se emplea en el tiempo que pasa la gente al teléfono o hablando de "novedades", murmuraciones, etc., aunque sea postponiendo la atención a nuestros usuarios. Lo sé y me es igual. A ver si va a resultar que los mal vistos vamos a ser los que sí que trabajamos. Ah, y ya puestos: también veo indecente que la gente se lleve trabajo a su casa y que se mezcle la vida privada con la pública como se mezcla la pública con la privada.
Doy fe de un caso en que dos funcionarios sostenían relaciones extraconyugales postmatrimonales heterosexuales mientras hacían horas extraordinarias, cuando las hubo. Pero esa anécdota, que les valió un expediente disciplinario, no pasó a mayores. Y a mí me parece peor la otra, de una persona que hacía méritos mientras estaba de baja. Además de que con su trabajo telemático contrarrestaba la incorporación de un suplente, que no requería gran cualificación, el tema quedaba blindado por excusas terapéuticas que a mí nunca me llegaron a conmover lo más mínimo (aunque se trataba de una incapacidad temporal por cáncer). Si se está de baja, se está de baja; si se trabaja, se trabaja. Otra cosa es fraude a la Seguridad Social, que por lo que sé también es delito. Convengo con quien me diga que la persona en cuestión es más digna de pena que de otra cosa, pero no, básicamente porque busca dar pena.

Sé que existe en Psiquiatría un fenómeno conocido como "folie à deux", que es una psicosis compartida en la que hay un sujeto dominante, como en los delirios colectivos de las sectas poco más o menos. De hecho, parece que en cuanto el sujeto dominante es aislado el delirio desaparece. Cuestión que me hace deducir no sé si erróneamente que tal vez si la locura compartida está muy extendida es difícilmente erradicable. De manera que lo mismo que hemos acordado entre todos que un robo que es enorme deja de ser un robo para convertirse en una entidad metafísica intangible y no tipificada, un fraude muy concurrido acaba siendo costumbre. Y aquí también se cumple aquello de que quien más se queja menos razón tiene.
Penas máximas vigentes en el Código Penal español para los delitos más comunes (Wikipedia)

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