2.11.11

What's in a name

"Barcelona, 27 de octubre de 2011.- La huella digital es cada vez más profunda y pasa a representar una parte importante de la biografía de las personas. Por eso, Mémora, compañía líder de servicios funerarios, pone en marcha un servicio para recopilar el rastro que el fallecido dejó en vida en internet, de manera que los familiares pueden reunir sus mensajes, fotografías, comentarios y otros archivos que compartió públicamente en la web.
Una vez identificado este ‘legado 2.0’, los familiares pueden decidir qué hacer con él: cerrar sus cuentas de usuario, comunicar la muerte a los contactos que el difunto tenía en internet, quitar la información total o parcialmente de la red o recuperar y transferir los archivos digitales a quien designe, siempre que sea posible. La firma funeraria ofrecerá también la posibilidad de decidir en vida sobre el futuro de nuestra huella en internet.
Profesionales de las tecnologías de la información serán los encargados de gestionar y asesorar a los familiares en este servicio, ofreciendo un trato personalizado. El servicio de “Recuperación de la Memoria Digital” se ajusta a las condiciones de uso y bases legales de las empresas digitales que almacenan información. En caso de que éstas evolucionasen, el servicio de Mémora se readaptaría a las mismas"
(Mémora).


o una vez ni dos, un montón de veces he dicho aquí y donde ha hecho falta, que me temo que en realidad no es en ninguno sitio en especial, que no quiero meterme en ningún sitio del que no pueda salir ni tampoco me gustan demasiado los corros ni los clubes selectos o excluyentes. La únicas veces en mi vida que me he expuesto al derecho de admisión fue no en Maxim's, donde solo me hubiera podido tomar un consomé, sino en "Los Juaneles", un local privado en el Poble Sec donde se podían o se pueden bailar sevillanas y tomar fino. Si se conseguía entrar -cosa que yo intenté 3 veces y las 3 veces fue con éxito- lo que podía acabar pasando todo lo más es que se acabara bailando fino y tomando sevillanas. El Juanel tenía un decorado en blanco y verde con manteles con cuadros de vichy rojiblancos y él era delgado como un junco, de pelo lacio, altísimo, y la mirada cetrina. Parecía un macacus rhesus pero bailaba bien, concienzudamente. Como iba vestido de pantalón de talle alto y chaquetilla campera, su figura aún era más rotundamente flaca y su cintura inverosímil. Picabas a la puerta con decisión y discreción, asomaba el Juanel y yo le decía p.e. "somos 7 y queríamos entrar a pasar un ratito". El hecho de que me hubieran dado el visto bueno una vez y luego dos a mí no me envalentonó ni en mi segunda ni en mi tercera prueba. Además yo siempre les decía a la gente a la que embarcaba en esta aventura: "nos pueden decir que no". Así que tan amigos.
Pero, ya les digo, "Los juaneles" fue la excepción y prefiero no tener que pasar por el trance de no ser acogida en algún sitio. Nada lo merece. Me repugnan los corrillos y las capillitas y esa gente que se cree que sabe algo o está "iniciada" en yo que sé qué me da como tirria, y por lo general siempre he intentado no meterme en ningún sitio del que no pudiera salir sin más. Cuando me apetece abandonar un lugar lo hago dando una explicación lo más cortés posible y exijo que no se caiga en algo que me resultó siempre incomportable, la insistencia. Suelo responder a las impertinencias, el machismo alfa o lambda (que también lo hay) y al trato cafre sin piedad. Ya digo que me crié en la calle. Nunca me meto con nadie, pero como alguien se meta conmigo no me tiembla ni la mano ni nada.
Estos días estoy intentando limpiar o depurar mi rastro digital lo más posible y en general diría que es más fácil abrir una cuenta en la web 2.0. que cerrarla y quedarse con la tranquilidad de que se ha eliminado completamente toda traza de nuestra presencia. Por otra parte todo hijo de vecino se encuentra con que le incluyen donde nunca pidió haber estado, sea en una lista de distribución que igual se ha obtenido de terceros y con triquiñuelas, sea con las señas a la vista en un correo masivo de uno de esos incontinentes que envían powerpoints estúpidos a diestro y siniestro al más puro estilo "gracias espíritu santo" pero empuñando el ratón como un joystick con el que en vez de matar marcianos o monstruos marinos fastidian a personas que no deseamos ver nuestra bandeja de correo-e acosada por la basura. ¿Qué? ¿Se ahogan con la frase, verdad? Pues no hay otra manera de referirse a esos fenómenos como no sea así, en una retahíla.
Parece ser que ya hay agencias de colocación -norteamericanas por supuesto- que para reclutar al personal potencial se informan profundamente de su rastro digital y su reputación en las redes sociales, obteniendo a través de lo que sacan de Twitter, Facebook, Picasa, Flikr y todo lo que se les ocurra, más datos que los que podrían obtenerse de un vecino chismoso y odiador. Además, de eso ya hemos tratado, está el "peligro" de que hay gente que se cree que porque uno habla de sí, ellos o ellas también pueden hacerlo. Y no. Cada cual puede hacer con su identidad digital lo que le de la gana, pero los demás no. Incluso yo cuestiono seriamente colgar fotos de los hijos en el Facebook o en un blog. Los hijos no son "propiedad" de cada cual y tienen su derecho a la intimidad y a la propia imagen.
Así que uno de los servicios que Mémora ofrece en su cartera funeraria tal y como queda expuesto en su cita, me llama mucho la atención, sobre todo cuando se comprometen a readaptarse en todo momento a los cambios que pudieran haber en las redes sociales, que es lo que más tienen, cambios.
Recuerdo que hace 3 años o así a la vista de que había sido diagnosticada erróneamente de cáncer de tiroides, tomé como medida la de decirle a una amiga de mi confianza la clave que suelo usar para casi todo menos para el dinero. Mi testamento lo hice hace una burrada de años y no tiene complicación alguna. También le dije a mi amiga el teléfono de una conocida de mi confianza que podía ayudarle en donde mi amiga no llegara informáticamente hablando. A esta conocida no le he oído hablar nunca ni mal  ni bien de terceras personas y eso para mí es garantía de probidad y de saber estar en este mundo.  Mis instrucciones fueron mínimas. Luego no hizo falta hacer nada.
Otra forma de garantizarse la tranquilidad digital es el anonimato y la pseudonimia. Por razones que no sé si es necesario explicar prefiero no tratar nunca ni con anónimos ni con pseudónimos, aunque no se me escapa que en esta mascarada o halloween -de coqueteo con el mal- en que a veces se convierte esta inmensa olla de coles también hay suplantadores de identidad. Los hay.


En el álbum hoy, día de Difuntos, pasamos una página del feliz año 1925, con sus sillas bistro y su télephone, donde la letra capital procede del Book of Kells manuscrito y miniado en Irlanda en el siglo VII de Nuestro Señor.
El mero post titulado "What's in a name" está registrado con licencia SafeCreative #1111020433255