21.12.11

Los acordeones del Palermo

ni sona, ni sonarà
perquè té sa pell de ca
i sa canya qui no és bona.
I jo que volia tocar...

En anar a segar a es canyar
colliràs una canyeta
per sa meva ximbombeta
pes darrers dies sonar.

Sa ximbomba ja és passada,
jo que volia ballar
i mumare em fa filar
cada vespre una fusada.
Trad.  balear, Cancionero de Pedrell (*)



ace unos días hablando con un médico me comentó que había tenido la idea de regalarle unas castañuelas a unos congresistas por un evento internacional, como recuerdo de España. Yo le dije que lo que les suele gustar mucho a los extranjeros son los abanicos, y que los hay muy vistosos y nada caros. Además, como es natural, todos quieren probar las castañuelas y hay muy poca gente que sepa siquiera "calzárselas", de manera que el regalo queda en un chasco, si se me permite la observación. El abanico lo sabe usar casi que cualquiera. Una vez estuve intentando enseñar a una alemana el manejo elemental del abanico, su despliegue saleroso y de una vez, como un escupitajo o un saludo, y me costó Dios y ayuda, pero al menos podía mostrárselo. Lo de las castañuelas no es más difícil. Tengo unas (solo las de una mano, pero no sé si están siquiera afinadas ni para qué mano) que hizo mi abuelo Melé al menos hace 65 años. Son pequeñas porque las hizo para su hija menor cuando era solo una niña. Como es natural, o no, están hechas con madera de castaño y tiene una sonoridad muy especial. Lo de las castañuelas no es más difícil, digo, pero yo no paso de lo que se llama el "riá riá pitá, tarriá tarriá pitá" o carretilla a la que se refieren los flamencos. Los flamencos se enlazan las castañuelas al pulgar; los payeses pitiusos, a la palma, pero es que también son mucho más grandes. Aunque en el vídeo que he embebido no se oyen las castañuelas ni el tamboril ni la "flaüta", si se pueden ver unos vestidos y unos adornos de aire bereber preciosos. A mí las castañuelas payesas de "es passets" son las únicas que creo que me han emocionado, aparte de las de mi abuelo. Tengo la manía de que las castañuelas proceden de los crótalos de madera, pero es una manía que no le hace daño a nadie.
Inicié la semana pasada en el fonógrafo que siempre les tengo puesto ahí para su solaz o curiosidad, una serie de incorporaciones con instrumentos del mundo, instrumentos que no tienen un repertorio clásico o sinfónico y cuya pedagogía normalmente es popular o familiar. Por extensión también incluiré instrumentos musicales raros o curiosos, como el theremín, la celesta, el carillón, el arpa de agua, la tuba o el berimbau, y otros como los que suele incorporar Pascal Comelade en sus performances.
He consultado la página web de un artesano de la zambomba, Laureano Estévez, pero no se llega a afirmar que sea un instrumento hispánico (**) ni falta que hace. Hay un petadou provenzal en nuestra vecina Francia, pero que yo sepa más al norte ese instrumento no existe. También se podría decir que aparte de un uso procesional, todo lo demás es lúdico y muy alegre. Verán que en el Villancico del Gloria domina donde no llega la guitarra y la botella de anís "El Rubalcaba", ay, perdón, "El mono", rascada, que también se deja sentir.
Esta música popular y rural no me parece menor que los violines de la orquesta del Titanic tocando "Yo creo en tí Señor" ("Nearer my god to thee") cuando se hundía. Lo contó por lo menos un superviviente. Ophüls incrustró esa maravilloso himno en "Le plaisir" (1952), y luego puso el "Ave verum". Entonces está la magnífica escena en la que todo el mundo en la iglesia del pueblecito se pone a llorar inopinadamente, embargado por un sentimiento incontenible de misericordia -que no de histeria- colectiva. Es una película colosal, injustamente poco emitida en la televisión y más desconocida que la madre que me parió. Algo también tuvo que ver en ese desahogo que asistían a la misa, que era por la primera comunión de los niños del lugar, una tía suya, una madame de Rouen con todas sus chicas del vestíbulo, ay, perdón, prostíbulo, al completo.
Ya que hemos sacado a colación un naufragio (se podría decir "el" naufragio) podríamos añadir en este concierto o desconcierto los acordeones del Palermo. Fue, según le oí a Manuel Rivas, el año 1905. Nada se pudo hacer por rescatar a sus 22 tripulantes. Una música estremecedora hacía saltar el corazón de la Costa da Morte y es que el Palermo llevaba un cargamento de acordeones y el reflujo de la orilla hizo el resto.

"Ball pagès" en Santa Gertrudis (Eivissa | Ibiza)
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(*) La zambomba ya no suena,| ni suena ni sonará | porque tiene la piel de perro | y la caña que no es buena. | Y yo que quería tocar…|| Al ir a segar al cañaveral | cogerás una cañita | para mi zambombita | para que suene los últimos días. | La zamboba ya pasó,| yo que quería bailar| y mi madre me hace hilar | cada noche un huso entero.
(**) "La zambomba o tambor de fricción es un instrumento de música, de arraigada y antigua tradición popular, encuadrado dentro de los instrumentos de barro.
Tradicionalmente las zambombas se han elaborado en las casas utilizando objetos del ajuar doméstico: cantaros, orzas y macetas, o de su entorno próximo: arcaduces y atanores (trozos de cilindro de barro cocido que se utilizaban para la conducción de agua) estos objetos se cubrían con piel, vejiga o tela, (membrana) y sujetando en dicha membrana una caña o carrizo en el centro de la misma.
Actualmente la elaboración casera se da en muy pocos lugares y se impone donde las hay la comercializada con formas derivadas de las originarias y artesanales.
El sonido se produce al vibrar la membrana  cuando se fricciona la caña o carrizo con la palma de la mano  humedecida o con los dedos húmedos. Su sonido es grave, ronco e indeterminado y viene a marcar el ritmo de las coplas y romances.
La zambomba es un instrumento popular que tradicionalmente se ha utilizado en diversas épocas del año y en distintas reuniones vecinales, de trabajo o festivas."

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