2.12.11

Viernes y Sparky

ace años que una persona de mi familia recibe constantemente llamadas telefónicas se supone que de Home English, Gas Natural, y una infinidad de comerciales, a veces en audiotexto, ofreciéndole desde mejorar su inglés hasta instalarle calefacción o lo que sea. Como no tiene ni quiere tener identificación de llamadas, esto le supone bastantes molestias. Verdaderamente, cuando yo disfrutaba de teléfono fijo, que ya no disfruto, de teléfono, tuve que ocultar mi número de la guía de Movistar para evitar ser la receptora pasiva del ingente número de llamadas que recibía al objeto de mejorar mi inglés y todo aquello. De algo sirvió, la verdad, pero solo ahora, cuando como les digo no tengo telefonía fija, puedo decir que me he librado por completo de ese acoso (*).
Gracias precisamente a eso, a que no tengo teléfono, hoy, cuando me he registrado en las listas Robinson de exclusión publicitaria, he incluido su número como si fuera el mío propio, además de registrar mi móvil. La incomodidad o engorro o inconveniente de las listas Robinson es que hay que registrar los datos que precisamente parece que ya tendrían que ser casi que del dominio público. El fichero con todos los datos de las listas Robinson puede caer en malas manos, obviamente. Es decir que actúa un poco como los remedios homeopáticos, donde combatimos el daño con un poquito de su propio veneno. Y en el peor de los casos nos exponemos a cerrrar el círculo y quedar atrapados en él. Las listas Robinson son listas de personas o empresas que no desean recibir publicidad no solicitada y son válidas para el correo postal, correo-e, SMS, teléfono y telefax. El nombre, como se deja adivinar, es un epónimo por Robinson Crusoe, que ese sí que no era hostigado por nadie. A no ser por Sparky, su perro o el perro del naufragio. Bueno, y luego por el temor a los caníbales.
Sin embargo hay otros acosos que no se pueden zafar con las listas Robinson. Es el de los vendedores "puerta a puerta", según decimos por un calco del inglés. Y ese sí que no lo he podido evitar. Basta con que  un solo vecino longánime les franquee la puerta comunitaria para que ellos o ellas se den por esperados y recibidos en todo el bloque. Hubo un tiempo que cada semana venían al nuestro una pareja de los Testigos de Jehová. Creo que tiene algo que ver para que no volvieran el que recibieran un rapapolvo considerable, al que yo sin querer asistí, de un vecino de los de misa diaria pero que es más malo que la quina. De manera que igual que "siempre hay un roto para un descosido", también es bien cierto que "Dios los cría y ellos se juntan" y "quien mal anda mal acaba". Así que una vez que fueron despejados los Testigos de Jehová, que creo que aún están con la matraca del fin del mundo por las esquinas, ahora ya solo nos quedan los que valoran pisos, los vendedores varios, los encuestadores y algún crío que vende lotería del colegio o el polideportivo. Pero como la pederastia está desatada -"no hay mal que por bien no venga"- los niños también han quedado desclasificados del pelotón de los incordios. Los molestos que quedan, a veces ya se les ve que son unos pobres diablos. Se ponen corbata como de boda garrulona y llevan una carpeta donde muestran una carta cualquiera con un membrete (llevan un juego surtido), pero su presentación a pie de calle en el portero electrónico es peregrina -"¡Del agua!"-, no van identificados, o llevan una tarjeta que bien podría ser la de la piscina. 
Por algún atavismo del que será muy difícil que nos desprendamos, por aquello de la hospitalidad -un principio básico, inmemorial y hasta vital-, aún queda gente que está bien dispuesta a recibir estas visitas. Tal vez piensan, un tanto supersticiosamente, que su propio nieto o un sobrino pueden acabar haciendo un trabajo del género para poderse ganar la vida. Tal vez creen, como dicen que hacían los antiguos griegos, que están recibiendo sin saberlo a un mensajero de una divinidad o incluso a un dios. Pero casi siempre estas visitas que los propios "comerciales" denominan "a puerta fría" (sin concertar) tienen aparejada unas técnicas de irrupción bastante arrolladoras y por ende hay timos tras muchas de ellas. A los barrios pudientes no van. Tampoco les dejarían entrar, claro. Y son presa fácil las viejecitas que viven solas.
El post de hoy se titula Viernes por el amigo que hizo Robinson Crusoe entre los caníbales que amenazaban su paz y su vida en aquella isla remota.

"¿Su primera vez en una viñeta de isla desierta?"
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(*) "1. Se considera desleal por agresivo realizar visitas en persona al domicilio del consumidor o usuario, ignorando sus peticiones para que el empresario o profesional abandone su casa o no vuelva a personarse en ella.
2. Igualmente se reputa desleal realizar propuestas no deseadas y reiteradas por teléfono, fax, correo electrónico u otros medios de comunicación a distancia, salvo en las circunstancias y en la medida en que esté justificado legalmente para hacer cumplir una obligación contractual.
El empresario o profesional deberá utilizar en estas comunicaciones sistemas que le permitan al consumidor dejar constancia de su oposición a seguir recibiendo propuestas comerciales de dicho empresario o profesional.
Para que el consumidor o usuario pueda ejercer su derecho a manifestar su oposición a recibir propuestas comerciales no deseadas, cuando éstas se realicen por vía telefónica, las llamadas deberán realizarse desde un número de teléfono identificable" (Ley 3/1991, de 10 de enero, de Competencia Desleal, art. 29 sobre "Prácticas agresivas por acoso")


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