Anda, y que te ondulen
con la 'permanén',
y pa suavizarte
que te den 'col-crém'.
Se lo pués pedir
a Victoria Kent,
que lo que es a mí,
no ha nacido quién.
con la 'permanén',
y pa suavizarte
que te den 'col-crém'.
Se lo pués pedir
a Victoria Kent,
que lo que es a mí,
no ha nacido quién.
El Pichi, “Las
leandras” (Emilio González del Castillo, José Muñoz Román)
“No podrá ser fundamento de privilegio jurídico el
nacimiento, la clase social,
la riqueza, las ideas políticas y las creencias
religiosas. Se reconoce en principio
la igualdad de derechos de los dos sexos
(Art. 23 del Anteproyecto de la Constitución de 1931)
*
*
No podrán ser fundamento de
privilegio jurídico: la
naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social,
la
riqueza, las ideas políticas, ni las
creencias religiosas (Texto enmendado
a
propuesta de la diputada Clara Campoamor)
Las elecciones de 1933, primeras en las que votaron las
mujeres de España, dieron el triunfo a las derechas. Tanto Margarita Nelken Mansberger
(PSOE) como Victoria Kent (Partido Radical Socialista), curiosamente, votaron
en contra del sufragio femenino (artículo 36 del Anteproyecto de la Constitución) en 1931. Defendían
que, la falta de madurez política y de responsabilidad social de las mujeres
españolas, podía poner en peligro la estabilidad de la República, ya que un
porcentaje muy elevado del electorado, antes de votar, lo consultaría con su
confesor. El voto femenino se
logró por una diferencia de 40 votos. Diputados que pertenecían al mismo Partido Radical (Lerroux) que Clara Campoamor, su defensora, como Plácido Álvarez-Buylla, se opusieron al
voto femenino con ese razonamiento.
En la TV-movie “Clara Campoamor, la mujer olvidada” (Laura Mañá, 2010),
que se
puede ver íntegra en el portal de RTVE, vemos sin embargo como sí obtuvo el
voto favorable de Lluís Companys (Esquerra Republicana de Catalunya, ERC) o de
José María Gil-Robles (Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA).
Las siglas del PSOE y de ERC siguen en pie en el panorama
político pero yo diría que no representan las mismas fuerzas que representaban
el año 1931, sobre todo ERC. Al parecer, el año 1933 pudieron votar 6 millones
de mujeres, lo que no sé es cual fue la participación. Lo que sí sé o de lo que
tengo una ligera idea es que la llamada izquierda estaba desintegradísima, PCE
incluido (o añadido), mientras que la CEDA estaba muy organizada. Pero lo que
me trae hoy al Álbum del tiempo no es el clásico planteamiento de la
desorganización de la izquierda, que ya aburre a las ovejas, sino otros temas
como la disciplina de voto y así.
En la zarzuela de “Las leandras” se incluye el chotis con la
referencia a Victoria Kent. Hago notar que “Las leandras” se estrenaron en
Madrid el otoño de 1931, en aquellos tiempos en que el teatro era como la calle
o aún mejor y habían “morcillas” y se palpaba sobre las tablas la realidad y la actualidad. Sin subvenciones. Yo
creo que “Kent” se prestaba más a la rima que “Campoamor”. Después se han
cargado mucho las tintas contra la decisión de Victoria Kent de no apoyar el
voto femenino e incluso se ponen las dotes parlamentarias de Clara Campoamor
muy por encima de las de ella, invocando una lid dialéctica en el Congreso
donde claramente vencieron los argumentos y la habilidad oratoria de la
diputada madrileña. Por lo poquito que he leído de Clara Campoamor les digo que le daría 80.000 vueltas a Carme Chacón, y me quedo corta. Tendré que mirar el diario de sesiones, pero en tanto me
recreo en ese juego de palabras que acabo de proponer, “claramente vencer”,
clara victoria, victoria clara, para referirme a que a veces, como se dice en
China, “hay que sacrificar las flores del melocotonero”. El maquiavelismo (“el fin justifica los
medios”) es lo que explica que Victoria Kent, siendo feminista como era, se
opusiera al voto femenino para que no peligrara la permanencia de la izquierda
en el poder o la estabilidad de la República. Pero es una idea antigua que a todo hombre público y mujer pública
les atormentará en algún momento, a no ser que siempre hayan tenido muy claro que lo único que quieren es estar
ahí y permanecer a toda costa.
Recuerdo haber leído en mi temprana juventud un librito de Sir Rabindranath Tagore del cual me
disculparán que no recuerde el título. Lo que sí recuerdo es que en él se
planteaba como tema recurrente el dilema entre la independencia y la violencia.
Ya sabemos que a Mahatma Gandhi le preocupó toda su vida esa cuestión y que
sufrió mucho porque no acabó convencido de haber preservado ahimsa (no-violencia), la independencia
de la India de la violencia. De Rabindranath Tagore es la letra del anatema
indio, el Jana Gana Mana, que acaba
“Jaya, Jaya, Jaya” (victoria, victoria, victoria). Yo creo que además de
izquierdas o derechas, también hay esos dilemas. En nuestro país hay quien
justifica la violencia y hasta el terrorismo y sin embargo vota, cosa que deja
mis maltrechas estructuras mentales como un tomate que pasa por
el microondas. Servidora prefiere las victorias claras a las claras
victorias.
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Clara Campoamor (Madrid 1888 - Lausana 1972) |
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