6.1.12

Post 779: Encrucijadas


oy (ayer para ustedes) le han dado el nombre de “Avenida Iker Casillas” a la Avenida de los Deportes de Móstoles (Madrid). No sé a qué atenerme porque la web del Real Madrid dice que la avenida tiene 194 metros, que me parece poco para una avenida, y creo haber oído en la radio que mide 2 km. El Ayuntamiento de Barcelona está facultado para nombrar hijos predilectos sin grandes pegas, pero lo de darle a una calle el nombre de alguien está determinado por las ordenanzas del nomenclátor, que establecen que tienen que haber pasado 5 años desde la muerte del homenajeado. Verdaderamente ¿qué quieren que les diga?, si le ponen a uno una calle o una plaza  y ya no digamos una avenida cuando ya no se puede enterar (hasta donde yo sé), aunque tiene su gracia, no deja de ser un honor póstumo. Pero tiendo a pensar que si tenemos las ordenanzas que tenemos es para que los del consistorio no se dejen llevar por la euforia de un momento o el calentón de un gol o de un nobel o de cualquier otra gloria y ya no digamos de los favores debidos y méritos clientelares. Porque si mal está ponerle un obelisco o una estatua ecuestre a quien no los merece, también está feo quitarlos y es un ultraje gordo.

Leo hoy en un blog, en un post titulado “Lo que cuentan de usted (del poder de captarlo y neutralizarlo)”, un párrafo en el que me he quedado encasquillada un buen rato: "Trata a los demás como si ya fueran tal como  deseas que lleguen a ser " dice el aforismo pero podría seguir: " y sé consciente de que  los demás te tratan como si tú ya fueras como esperan que seas". Las personas, quién más, quién menos respondemos a nuestro predicamento.”

Ante esos consejos de Paz Torrabadella se me ocurren dos apreciaciones personales: 1) que ya dijo Goethe algo así como que si a uno no le tratan como quien es se acaba comportando como lo que no es, que como casi todas las frases de este autor dejan la cabeza zumbando un buen rato y descolocada; 2) que hay personas que cuando hacen una presentación airean sentimientos no precisamente oportunos. Es como si se situaran en un pico de estrés, que dirían los argentinos, que les arrojara a decir incluso lo contrario de lo que ni que sea por educación saben que no deben decir. En este caso, como en otros, yo no me dejaría llevar por los buenos consejos de la terapeuta del post, sino que me dejaría llevar por la buena educación o la cortesía clásica de toda la vida. Es decir, en una presentación hay que mostrar la persona más joven a la mayor, la que tiene una posición social menos elevada a la que sí, el amigo menos antiguo al más antiguo y así siempre. Si la persona más mayor y la que tiene una posición social más elevada y el amigo más antiguo también están al caso de las reglas de convivencia clásica, sabrán que se pueden presentar ellos mismos, adelantándose a quien hace las presentaciones. Esa es una de las claves en juego y nadie dirá que sea difícil o engorrosa. Los que se oponen a estas convenciones por lo de la naturalidad  y confunden el culo con las témporas, suelen quedar como lo que son, unos cafres o mentecatos agarrulonados.

La otra clave es a veces una cuestión de reflejos, puesto que se trata de indicarles algo de lo que tienen en común y que por supuesto no sea una indiscreción. Por ejemplo, no diremos “anda, mira, pues fulanito también se acaba de hacer una vasectomía”. Pero seguro que se pueden encontrar puntos de coincidencia que demuestren por otra parte nuestro interés desinteresado en que esas dos personas que se acaban de conocer se puedan conocer más.

A veces he notado que en alguna presentación mal llevada la gente se ha podido sentir muy incómoda e incluso mortificada. Si presentan a la persona que tiene una posición social o académica o lo que sea más elevada realzándola hiperbólicamente, es seguro que será a costa de degradar a la presentada y todo el mundo se sentirá aunque sea por una millonésima de segundo abochornado.

Tal y como insinúa Paz Torrabadella, en una presentación confluyen elementos inesperados que llevan a la acción prejuicios, miedos, todo lo que se nos pueda ocurrir. Por eso no descarto en todo su propuesta de partida, la de tratar a los demás como quienes serán. Es más cómodo someterse a la etiqueta, no olvidemos que en realidad la buena educación está sobre todo para los casos difíciles y para la gente que nos cae mal o es intratable. Pero si tenemos un día bueno no estaría de más dar ese salto hacia adelante, de pura energía.

Por cierto, Aristóteles tiene un pasaje en Barcelona, que se abrió recientemente y que todo lo más tiene 5 metros.


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