14.1.12

Mantequilla, moscas, relojes parados


as listas son algo que estuvo ahí toda la vida y que perdurará. Yo no sé si hoy en día a los niños les pasan lista o si les hacen firmar una hoja como nos hacen hacer a los adultos, cuando nos metemos en un cursillo para hacer constar nuestra asistencia. Mas allá de las listas de la compra, las checklists, las de efemérides, las listas de morosos o de pederastas, las de correo, las listas negras siempre me han parecido la máxima expresión del formato.
Alguna vez, escasas, la verdad, me he adherido a alguna campaña a favor de algo (nunca en contra) y aún así lo hago con puntilloso cuidado porque las listas las carga el diablo y pueden dar en malas manos. Existe en Venezuela una lista Tascón de las personas que habían firmado una planilla a favor de un referéndum para revocar a Hugo Chávez. Si la lista la había promovido Luis Tascón o no, para el caso importa tanto como el hecho de que este hombre subió a su página web toda la matraca al objeto de que -como había habido un intento de fraude de la oposición- los que no habían firmado verdaderamente la lista pudieran comprobar que no estuvieran. No es cuestión de quisquillosos ya que en la lista habían firmado hasta difuntos y, lo que es peor, constituye actualmente un registro de personas non gratas que están condenadas al ostracismo y que es inútil que pretendan hacer nada en su país y países aliados que no sea sobrevivir. Sé que el uso de la lista conocida como "lista Tascón" como lista negra negrísima es una realidad porque es información que he contrastado con venezolanos residentes en Barcelona.
Aparte de todo lo que se desprende del asunto, que no es baladí, me da en pensar lo que ya sabemos: que puede cambiarle a uno la vida en un instante y de manera irreversible, sea por un accidente, una enfermedad, un momento tonto o un buen golpe de suerte. Me acuerdo de Maria Schneider, que murió poco después de Luis Tascón. Maria Schneider, después de su interpretación en "El último tango en París" (Bernardo Bertolucci, 1972) ya no hizo nada a derechas. La escena de la mantequilla, a la que fue dirigida por Bertolucci sin ella tener la menor idea previa, la marcó y segó su carrera, cosa que nos resulta inverosímil a la vista de toda la pornografía y las escenas con mantequilla y hasta con mermelada de ciruela que hay por todas partes. Por aquellos años poco más o menos salía Salvador Dalí en la tele hablando de las moscas de Port Lligat (que atrapaba poniéndose miel en la comisura de los labios), o veíamos a un señor que doblaba cucharas con la mente o paraba la mitad de los relojes de toda España. Y teníamos tema para días. Para quien escuche a Dalí en el vídeo de Youtube tal vez le resultará bellísima la imagen que da de las moscas limpísimas de Port Lligat, que merodeaban los olivos y parecían "vestidas por Balenciaga". Ahora, la mantequilla, las moscas zumbonas, los relojes parados, son hasta lo normal. Hay a barrer.

Foto de internet (¿Philippe Halsman?)

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