10.5.12

El enemigo

"Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos 
porque uno termina pareciéndose a ellos"
Jorge Luis Borges

La biografía de Simón Bolívar en la Wikipedia es prolija y ya en algún punto advierte de que la leyenda creó y recreó anécdotas inventadas para exaltar el mito y la figura heroica del libertador. Incluso esas supercherías tienen el mayor interés, a no dudarlo. Tampoco se nos debe hacer extraño que los antepasados de Bolívar, de origen vasco (Bolíbar-Jaúregui), fueran próceres servidores del rey Felipe II y concretamente de la Real Hacienda. Todo ello sin embargo empalidece ante las Páginas selectas que he leído en la colección de miniaturas de Crisol, y en concreto el "Resumen sucinto de la vida del General Sucre":
"Cuando los generales Marino, Piar, Bermúdez y Valdez emprendieron la reconquista de su patria, en el año 13, por la parte oriental, el joven Sucre les acompañó a una empresa la más atrevida y temeraria. Apenas un puñado de valientes, que no pasaban de ciento, intentaron y lograron la libertad de tres provincias. Sucre siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su inteligencia y por su valor. En los célebres campos de Maturín y Cumaná se encontraba de ordinario al lado de los más audaces, rompiendo las filas enemigas, destrozando los ejércitos contrarios con tres o cuatro compañías de voluntarios que componían todas nuestras fuerzas. La Grecia no ofrece prodigios mayores. Quinientos paisanos armados, mandados por el intrépido Piar destrozaron ocho mil españoles en tres combates en campo raso".
Si tenemos en cuenta que una compañía de infantería cuenta por término medio unos 100 efectivos, tocaban a 800 españoles por libertador, con lo que hay que admitir que ciertamente "la Grecia no ofrece prodigios mayores" ni siquiera en el acendrado arte de la fanfarronada y la patraña tabernaria.
Hace unos días hablábamos del bovarismo y hoy podríamos hablar del bolivarismo sin por ello perderle el respeto al legítimo deseo de todo pueblo de emanciparse. Pero una no puede dejar de ver las fulgentes charreteras de mariscal como las de un domador de pulgas o de leones y mezclarlo todo. La exaltación nacionalista a escala 1/800 es de lo más normal. No les falta ni les sobra perspicacia a los que en estos días han querido ver en las expropiaciones de empresas españolas de los presidentes electos de Argentina y Bolivia un neobolivarismo donde compensar o distraer la opinión pública de otros desaciertos, desmanes y desastres patrios. No les falta tampoco razón. 

Para acabar, otra cita, del libro de W. Montgomery Watt sobre la Historia de la España islámica (págs. 11-12):
"Para comprender cómo fue posible esta asombrosa expansión hay que remontarse a la vida de Mahoma. Mahoma fue al mismo tiempo profeta y político, combinación difícil de entender para la mentalidad moderna, con su concepción de la religión como un compartimiento estanco. Como político estava interesado en la unidad árabe; pero tal vez pensó que la unidad política iba implícita en el carácter de su misión profética, la cual no se dirigía únicamente a los hombres de La Meca, sino a los árabes en general. La unidad era, sin embargo, prácticamente imposible sin una expansión territorial, debido a la naturaleza de la vida nómada. La principal base económica de este modo de vida era la cría y el pastoreo de rebaños mediante desplazamientos irregulares desde las zonas en las que había pastos abundantes después de cada lluvia a aquellas otras en las que existían pozos permanentes. Cuando las condiciones se lo permitían los nómadas exigían una remuneración a cambió de la conducción de hombres y mercancías. La vida en el desierto árabe, sin embargo, nunca fue fácil; eran frecuentes las razzias o ataques, que, emprendidos generalmente con la finalidad de ahuyentar el ganado de un enemigo, producían también ocasionalmente pérdidas humanas. Las bajas producidas por las razzias y otras contiendas contribuían sin duda en alguna medida a resolver los problemas planteados por la escasez de alimentos. Probablemente en un determinado momento de su vida, Mahoma comprendió que la unidad política de los árabes era incompatible con las razzias y las contiendas internas; pero si éstas se hubieran suprimido, el problema de encontrar alimentos se habría agravado. ¿Cómo superar esta dificultad?
La concepción islámica de la ŷihād, o guerra santa, ha de ser considerada en este contexto. No fue en ningún momento un fenómeno puramente religioso, sino también, al menos en parte, un instrumento político. Constituyó indudablemente una transformación de la vieja tradición nómada de las razzias, cuya explicación ha de buscarse en la situación en que se hallaba Mahoma cuando únicamente tenía bajo su control Medina y unas pocas tribus aliadas. [...] En esta situación, la concepción de la guerra santa no significa sino que las incursiones de saqueo de los seguidores de Mahoma se orientan hacia los no musulmanes; así pues, a medida que aumentaba el número de tribus próximas a Medina que se convertían al islam, era necesario dirigir estas expediciones más y más lejos."


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