2.7.12

175 5th Avenue and Broadway

o conozco Chicago, sólo conozco Nueva York y no todo lo honda y anchamente que querría. Me resulta muy difícil explicar con criterios estéticos porqué me gustan tanto los principales edificios históricos de la ciudad de los rascacielos, entre ellos el conocido como Flatiron Building. Está en la Quinta Avenida cerca de Madison Square, uno de los pocos sitios donde uno se puede sentar en un banco en la calle en Nueva York. Sé que fue el acero lo que permitió elevar rascacielos, por la misma razón que siglos antes había sido el mortero romano lo que había permitido hacer bóvedas inconcebibles, aligeradas de peso y no de resistencia. Pero los rascacielos neoyorkinos tienen una condición, si se me permite la paradoja, inmaterial.  Y eso a pesar de su imponente pesadez y solidez, de la actividad que irradian.
El domingo pasado, mientras paseaba por Ciutat Vella, en el nudo que forman las calles Bòria, Carders, Corders y la  Plaça de la Llana "descubrí" un pequeño edificio de pisos que me "recordó" el Flatiron. He visto un vídeo en la página de RTVE con un reportaje sobre la vida de esas calles, donde hoy conviven los vecinos de toda la vida junto con los emigrantes llegados los últimos años de la República Dominicana y el Magreb, pero no reparan en este bloque, siquiera la cámara. Incluso he llegado a dudar de si realmente lo vi en la calle Carders, ya que el plano de las calles no me permite identificar la planta, pero es una duda que tiene fácil arreglo.
Parece que la parte más estrecha de este edificio es el hueco de la escalera, con lo cual el resto de las dependencias serán reducidas pero no tan extraordinarias como las que recoge alguna reflexión sobre las casas más estrechas del mundo, donde falta sin embargo los ejemplos japoneses, que los hay y son numerosos. No me interesa tanto la originalidad de algunos arquitectos que han conseguido elevar un domicilio de apenas un metro de ancho a costa de emplear varios pisos como la necesidad de espacio y su aprovechamiento, el precio del suelo.
En una ciudad como la mía, donde las horas de sol son incontables e inacabables, se pierde mucho tiempo sin embargo en protegerse de la luz y del calor porque los pisos tienen unas ventanas y unas galerías exageradas que no estoy segura de que se aprovechen. Para aislarse de los rigores del verano hay que acondicionarlas, doblarlas, acortinarlas, acribillarlas con persianas, y tenerlas prácticamente la mayor parte del año a cal y canto sea por luchar contra el bochorno o xafogor sea por pudor. Los hay que se cierran para aprovechar ese aire acondicionado que en el mejor de los casos solo emite ruidos y más calor. Otros nos cerramos la mayor parte del día como vampiros para aislarnos de esos fragores, esperando al caer la tarde el gregal. Pero en general lo mejor es tomarse el verano con calma, hacer lo que no puede ser excusado y buscar las sombras de los pinos, que alguno hay. También se puede pedir un crédito y hacer un gazpacho.

Foto de móvil

Postais de NYC: Flatiron Building

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