Dicho esto, quien ha suscitado pues una gran admiración es la dueña de la joyería Continental Jewelry. Aunque la señora dijo que actuó por temor a que los atracadores hirieran a los clientes y el empleado yo pienso que algo también haría el coraje, que fácilmente puede prevalecer sobre el temor y hasta el miedo cuando las personas están hasta las narices de trabajar y pagar impuestos para nada.
Se ha hablado mucho de lo fácil que es comprar armas en EEUU y de la violencia que en general que hay en ese país. Seguramente habrá unos estados y unos condados más "calientes" que otros, pero nuestra percepción desde este lado del Atlántico es general y está moldeada no solo por lo que captan las cámaras de los lugares públicos sino también las de la ficción donde siempre es muy bien valorada una persecución por la vía pública con rugir de derrapes y acelerones. Lo que me interesa es el punto al que llegan las personas honradas, no los atracadores ni los psicópatas ni los aventureros, para llegar a usar un arma para defenderse o para defender su propiedad.
Hace años que yo venía contribuyendo con Caritas Diocesana con una cantidad de 200 euros al año para colaborar con su obra social, comedores, etcétera. Pero desde hace un par de semanas se me empezaron a inflar las narices, sí. Y no porque considere que se emplee mal el dinero que perciben, especialmente cuando es de las pocas ONGs que puede hablar de una efectividad real ya que su administración es ínfima para todo lo que hacen y no hacen turismo de aventuras con rescate incluido. Publican las cuentas y los resultados periódicamente y confío en la institución. ¿Porqué se me inflaron las narices? Porque me di cuenta de que yo -como tantas personas- estoy contribuyendo también al mantenimiento de sujetos que nunca antes había considerado como menesterosos o pobres. Nuestros parásitos.
Ayer se me ocurrió mirar de donde venía la tonta que hizo unas declaraciones sobre la fiambrera de los escolares catalanes (a los que el curso viniente se les puede cobrar hasta 3 euros al día por comer en el colegio aunque lleven su comida): ADE (administración de empresas), alguna corta estancia en el extranjero y una actividad asociacionista y de catequesis y proselitismo verdaderamente llamativa. No despreciemos los pequeños orfeones comarcales ni otras entidades locales corales o dulzaineras o de macramé y esmaltes. Ernest Benach pasó de su carguito en una colla de castellers a director en un Hospital de Reus y de ahí a presidente del Parlament de Catalunya. La tonta de UDC (Unió Democràtica de Catalunya) es de cupo. Está ocupando un cargo en Enseñanza -que tampoco es que sea tan alto pero que podría y hasta debería ser técnico- sencillamente porque representa a UDC.
Como este mes seguí de cerca el DOGC (Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya) por razones que no son al caso, pude observar que la poca actividad normativa y legislativa que hay era sobre todo para cargos de libre designación, esto es "a dedo". También había, pero menos, alguno por concurso de méritos, que son también "a dedo" pero para gente que por lo menos algo ha trabajado en la Administración pública y que por lo tanto tiene méritos. Lo que no hay son convocatorias de oposiciones, aunque no descarto que quede algún proceso residual que ya estaría comprometido antes del déficit presupuestario.
Cuando Mas y Mas-Colell nos hablan del déficit y de recortes de los empleados públicos no se incluyen a sí mismos, en un ejemplo de desdoblamiento o alienación que empieza a inspirarme horror más que repugnancia. Ellos son también empleados públicos, aunque no sean funcionarios, aunque no hayan pasado un proceso público, selectivo y durísimo. La tonta de las fiambreras tampoco ha pasado unas oposiciones ni un concurso de méritos. Además encabeza una sección o una unidad o una subdirección -soy deliberadamente imprecisa- donde hay empleados que sí han superado un proceso de selección y a quienes se les exige una formación continuada que apenas se les proporciona pero que rara vez alcanzarán un puesto de responsabilidad.
Porque estoy harta de mantener gente de esta, que es la que verdaderamente infla y engrasa las plantillas públicas, es por lo que me decidí sin ningún titubeo a dejar de hacer caridad al menos regularmente. Otra cosa es que en Navidad o cuando sea me de un arrebato oxitocínico y suelte lastre, pero considero que ya hago bastante caridad suportando a estos inútiles. No sé si me explico.
