13.8.12

Las peonías Song

a letra h, "rupestre" (?) según Gabriel García Márquez, quien propuso enterrarla en el I Congreso Internacional de la Lengua Española o de Zacatecas, a mí me gusta. Después de un post antiguo sobre la última letra de nuestro alfabeto y el peta zeta en general, no me importaría dedicarle algún tiempo a la hache. La ortografía de la hache no es tan complicada  y de hecho me atrevo a asegurar que quien no es capaz de seguirla es que ya no podría hacer la o con un canuto y se le podría enviar tranquilamente a la eme sin ningún temor a que llegue con bien, porque ni eso podrá hacer. Por moda prácticamente ha desaparecido de la mensajería de los jóvenes y de algunas tribus, donde el dígrafo ch se ha resuelto en una "x" que a mí me sirve para descartar lecturas. Al primer @ borreguista como símbolo de buenrollismo de género o al primer "x" no prosigo la lectura, sea lo que sea. Tengo la seguridad de que no tendrá el menor interés.
La letra "h" tiene su sillón en la Academia, además, y solo por eso no creo que fuera erradicada. Se suele explicar que fue desde la letra H del letrero de Hollywood desde donde se precipitó el año 1932, para suicidarse, Peg Entwhistel. Y en la página web del letrero se explica incluso que al poco tiempo de suicidarse, cuando solo había conseguido un papel menor en "Thirteen women", llegó una carta con una oferta de un papel mayor en otra película en la que el personaje se suicida. Parece que en India sacrificaron la H para crear su Bollywood pero fue para asimilarlo a la b de Bombay, no por otra cosa. Al poco tiempo de la lamentable muerte de la actriz se despeñó también desde la letra H en un accidente de tráfico un conductor. Pero según tengo entendido no ha pasado ninguna desgracia más, cosa en la que habrá contribuido sin duda en gran manera el hecho de que el letrero es prácticamente inaccesible. Es decir, nada hace suponer que la hache tenga la culpa de nada.
Aunque cuando yo era niña, a eso del Pleistoceno Inferior, alternaban las formas México y Méjico -como Texas y Tejas- sin ningún problema. Por último predominó la primera, y tengo la osadía de adivinar que es un mero rasgo nacionalista. Si ustedes vieran la portada del primer Quijote yo me ahorraría y les ahorraría toda una explicación del jaleo que teníamos con la articulación de las fricativas y su escritura y eso porque la lengua estaba evolucionando muy rápido y la escritura no. Con solo mirar la portada nos situamos de golpe en un corte en el tiempo, el que se considera de máximo esplendor del español, por cierto.
La h de hijo me recuerda que el étimo es del latín filium, y hasta se mantiene en filial o en afiliación. Luego tenemos algunas haches que nos vienen del griego, idioma que por una vez hoy aquí admitiré que dejé de estudiar porque mi mala letra en griego es horrenda, pero que amo con todo mi corazón. Es decir, que la hache se ha enmudecido, pero hasta eso tiene su valor.

Las peonías de hoy son de un cuadro de la dinastía Song, cuando por aquí estábamos en los  siglos oscuros, que en realidad no lo fueron tanto. No es la tela de un biombo de los felices 20, donde las chinoiséries tuvieron su moda y modo. Es una tela auténtica. En los hornos de la dinastía Song se cocían unos vasos que son talmente como los que hizo el más importante ceramista catalán, Josep Llorens Artigas. Eran monocromos o apenas decorados. En La Pedrera se pueden ver hasta el 2 de septiembre cosa de 150 piezas de Artigas. La exposición en mi modesta opinión no le saca todo el partido visual que se le podía sacar a las piezas. La iluminación realza las formas y los colores pero que yo recuerde no hay sombras y las noté a faltar. Es decir, mejor dicho, las sombras que hay son las que el propio objeto recibe, pero no las que puede proyectar. No debe de ser nada fácil, concluyo. Al final del recorrido se invita al visitante a tocar unas muestras de cerámica que hay sobre una mesa,  al final de diversos procesos, y que por supuesto no tienen gran valor. Y eso también es lo que siempre nos falta en las exposiciones de escultura y de otras artes plásticas, poder tocar las obras. Pero, claro, no es posible. Por lo mismo por lo que nos gustaría tocar la cerámica de Artigas, nos gusta recordar la hache, para tenerla presente.


Peonías (pintura de la dinastía Song, 960-1279)

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