3.1.13

Clases de español

"No havia estat llançat a dins La queixa de Portnoy,
ni a cap altra novel·la, si hem de ser fidels a la
 veritat. Havia estat projectat a dins d'un antic
 llibre de text, Espanyol per a principiants,
 i corria per salvar la vida per un terreny
 estèril i rocós mentre la paraula tener ("tenir") -un
 enorme i pelut verb irregular- el perseguia
 amb les seves potes llargues i primes"
Woody Allen, L'episodi Kugelmass







ay muchas clases de español: "En una apacible quinta" (In a peaceful country house), "Niño deja ya de joder con la pelota" (Could you possibly keep away with your ball, please?), el de los manuales de los aparatos y otros muchos más. Nosotros nos centraremos en la segunda clase. La dificultad de la fricativa velar [x] puede vencerse practicando. En Forvo tenemos 6 variantes para la pronunciación de la palabra joder, de las que yo destacaría la de Fernando Tala y Pani. Pero la dificultad real de la frase está en saber dejarla para retomar la conversación que en realidad se tenía como si tal cosa. Se cambia de tono y, si cuadra, hasta de expresión, como si la frase fuera un aparte en el teatro, pero con mayor rapidez y sin perder dramatismo. Estas frases pueden adquirir mayor dificultad cuando interrumpen una conversación sobre la boda de la vecina y al niño se le dice sin dejar ningún lugar a dudas: "Como no te acabes ahora mismo la merienda ya te puedes ir preparando".
No hay que contrariarse con escollos de la fonética del español como la fricativa velar, cuando avanzando en su estudio nos encontraremos con palabras mucho más intrincadas, p.e. rododendro, Domínguez, zarpullido, inaptitud, ajonjolí, jueves, zorro, podridero o bien bocadillo. En nuestras lecciones no nos podemos detener en esas cuestiones, porque nos impedirían avanzar en las contrariedades del subjuntivo y en la más ordinaria conjugación de tiempos muy usuales del verbo tener. De ahí la cita con la que acaba el cuento de Woody Allen, donde un personaje llamado Kugelmass es lanzado a un armario con una novela o un cuento o un poema donde resulta proyectado.  Su primera elección es Madame Bovary, no les cuento más. No sé que es peor, por cierto, si Emma Bovary o el subjuntivo del verbo tener.
Otro tema que tendremos que revisar es el del orden de las palabras y el de su valor distintivo en frases como "Yo cocino ya" y "Ya cocino yo", en las que no se está diciendo lo mismo ni de lejos.  Para los pronombres personales se me miran una antología de Pedro Salinas, y para las conjunciones también. Para la puntuación, Cela. Cuando avancemos en el reading y la grammar será el momento de introducir el tema del nombre del idioma que están aprendiendo. Y es que, por las mismas razones por las que el francés se llama francés y el italiano se llama italiano, llamaremos al español "español". Aún a riesgo de que nos insulten. Sí que hay que admitir que el nombre que se le dio en la Constitución fue "castellano", para reservar el apelativo "españolas" al conjunto de las lenguas que se hablan en el Estado, pero desde el punto de vista filológico es filoilógico. Una de las 32 cosas que me dan una mezcla más portentosa de lástima y vergüenza en este mundo es oír que un profesor de secundaria se presenta como "profesor de literatura castellana" [sic]. En Lingüística reservamos "castellano" al substrato histórico del español y a la variante dialectal de una gran parte de la península. Sirva como introducción para la lección de hoy decir que un señor de Mendoza no habla castellano ni de broma.
Aunque podemos tener a gala estar a la vanguardia de la lexicografía renacentista, también tengo que advertir a nuestros principiantes en el español, de la obsesión del hispanohablante con los diccionarios, como si fueran el tesoro de la lengua, sus garantes, su adalides, su todo. No les extrañará ver como se introducen tesis doctorales, artículos periodísticos, cartas en los diarios y se dirimen  todo género de discusiones empuñando el Diccionario de la RAE, cuando ni entre todas sus ediciones están todos los que son ni son todos los que están. Lo peor de todo es que se acaba por considerar que el léxico lo es todo, cuando la morfología es tanto. Y la morfología, como es natural, no se agota en los diccionarios. Otro día hablaremos de las diferencias entre sufridor, insufrible, sufrido y sofreír. 
Lo de abandonar la idea de tomar el Diccionario como si fuera el Código civil no es ninguna tontería. Fíjense sino en cómo cambia el significado de la palabra expoliar en los principales diccionarios de la lengua del español, el francés, el italiano y el catalán. De la definición de los primeros al último va mucho, y nos tememos que ha sido intervenida políticamente. Ustedes en caso de duda le preguntan a un palentino o a un colombiano.
Tampoco me pierdan el tiempo con las etimologías: las etimologías, como la numismática y la afición por la heráldica o los palíndromos, son habilidades que no puntuarán y que en todo caso contarán negativamente. Porque claro, Julia Roberts tiene en su nombre las cinco vocales (como servidora), pero eso ¿qué aprovecha?


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