29.5.13

Cerdos, reses o cabras

James DEAN on the farm of his uncle Marcus WINSLOW,
 posing with a pig asking himself "do I belong to the animals,
 to the pigs, the cattle, or the goats?"

ace poco hicieron una especie de encuesta en un periódico de tirada nacional cuyos encuestados eran escritores, consagrados si mal no recuerdo. Y les preguntaban por la mejor novela del siglo (del siglo XXI), cosa que no es que esté mal pero parece un poco aventurada o precipitada habida cuenta de que al fin y al cabo estamos en sus albores. Por aclamación salió como más votada La fiesta del chivo. Como esa novela la empecé y se me caía de las manos (figuradamente) cada dos o tres párrafos, preferí dejarla de lado. Mi sentir es que Mario Vargas Llosa (Varguitas le llamó su tía Julia) es un buen escritor pero está claro que lo que exhuda su prosa, con algún detallito no diremos que misógino pero parecido, apenas imperceptible para todo el mundo pero no para mí, me lo hace un poco desapacible. La segunda novela más aclamada también la he tenido en aquellas mismas manos y en ella no encontré lo que me gusta de la literatura, cuestión que he ido postergando indefinidamente desde hace ya demasiados posts.
Siempre habrá quien me reconvenga y me diga que para cada cual la literatura es una cosa diferente. Sí claro, y el jamón. Pero el jamón es el jamón dígalo Agamenón o su porquero. A veces eso que yo llamo "literario" es algo que aparece fugazmente, otras se mantiene en toda una obra, cosa que la hace admirable y la convierte con el tiempo en un clásico. O sin el tiempo. 
En lo que hoy quisiera detenerme no es pues en una especie de clarificación de qué es para mí un texto escrito u oral literario, aunque tal vez algún día lo haga. Un punto de partida sería por ejemplo el impacto que me causaron los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, libro que leí cuando ya estaba algo hastiada de muchas lecturas obligadas que había hecho y total para nada. Solo puedo comparar ese día con el día que empecé a leer las Metamorfosis de Ovidio o la Odisea. En lo que voy a reparar hoy es en algo que siempre me ha intrigado o asombrado, la ligereza con la que -al menos en nuestro país- se habla desconsideradamente y en dos plumazos de las obras de algunos autores. No importa qué autores sean, no importa qué obras son, lo que importa es el desparpajo, la soltura con la que los "maestros ciruela" ("El maestro Ciruela, que no sabe leer y pone escuela") pronuncian desde el fondo de sus sofás o las sillitas de aluminio de las terrazas de los bares sus  juicios a diestro y siniestro sobre lo que en otros es oficio, profesión, ocupación, destino, lo que sea.
¿Habrá que decir que mi desagrado no proviene de haber recibido alguna crítica adversa? Ni siquiera he entrado en consideración, así que ya me dirán. Aunque sería injusta si no recordará las atenciones que para mí han tenido alguna vez algunos escritores. La cuestión es que abundan y proliferan los enterados, los que habiendo aprendido a hacer malamente la o con un canuto (en algunos casos de cuño universitario) se agarran a un teclado y emiten su parecer sobre cualquier tema, a cualquier hora y siempre sin poder contrarrestar la concisión sin concesión de sus juicios con un trabajo y unos resultados que los respalden. Aunque son conocidas algunas trifulcas y porfías entre escritores, pienso que lo que más abunda es, ni que sea a efectos prácticos, por el respeto recíproco. Y en general si yo les quisiera dejar aquí algún consejillo, éste sería que no se fíen de quien no habla bien de los que son de su propio ramo. Mala señal. También se puede uno callar y así seguro que no se equivoca. 

James Dean en Fairmount, Indiana, EEUU (Dennis Stock, 1955) © Magnum

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