20.6.13

Post 1004: Subiendo por las paredes

(Merlín el Encantador sobre su búho Arquímedes)

hora los magos salen por la televisión y echan las cartas y le dicen a la gente si va a encontrar un trabajo o si su pareja volverá o no su lado, pero hubo un tiempo en que los magos tenían el poder de transformar en sapo o en una sartén al más pintado. De aquellos tiempos trata "Merlín el Encantador" (Wolfgang Reitherman, 1963), de la factoría Disney, que en Hispanoamérica se llamó "La espada y la piedra". Y el duelo de magia entre Merlín y Madame Mim, en que se van convirtiendo a sí mismos en diversos animales yo creo que dio origen a otras muchas escenas de la ficción, aunque mucho más sofisticadas. Cuando Madame Mim se encuentra convertida en un dragón morado, Merlín se convierte entonces en un microbio muy infeccioso y acaba con ella.
Sin embargo no nos es dada la capacidad de transformarnos como Madame Mim (magia negra) ni como Merlín (magia blanca), ni las galletas de Alicia nos empequeñecerán ni engrandecerán, ni impresionaremos a nadie girando la cabeza en redondo 360º y pasada de vueltas, como la niña de "El exorcista".  Entre las armas de seducción o camuflaje del ser humano no se encuentran el cambio de color ni el despliegue de un hermoso plumaje apabullante, pero sí que están a su alcance los tintes y los peinados, el maquillaje y productos ortopédicos como lo son los tacones de vértigo. Yo no voy a discutir sobre el dudoso gusto de los hombres que se sienten invocados por el presunto sex appeal de unos tacones sobre donde unas pobres mujeres se tambalean como pueden y someten a sus pies a un martirio continuado que les llevará con los años a sufrir terribles dolores de espalda y demás. No sé si consiguen adivinar que más allá de esas estilizadas pantorrillas hiperextendidas hay unos pies deformados y enfermos, porque el placer que les debe proporcionar el sometimiento desvalido de una mujer que confía su equilibrio a un par de stilettos, cuya huella solo es capaz de imprimir la huella de un pubis y un ombligo, debe ser proporcional al puntal de su hombría. Y, como se suele decir, Dios los cría y ellos se juntan.
En nuestra época se han desarrollado dos... ¿adicciones?, entre varias, que a mi entender son destacables. Una es la judicialización de los conflictos familiares o de la vida privada. Otra la cirugía plástica. He observado que hay una primera vez y que luego hay una serie de personas que confían sus dificultades de adaptación a los tribunales o a los quirófanos, e incluso habrá quien va dando tumbos entre las salas de lo civil o lo penal y las de la cirugía plástica y estética. De la misma manera, por seguir con el paralelismo, quien se casa por lo civil también se separará por lo civil y lo de la custodia de los hijos y demás también lo llevará a los juzgados, eso si no hay alguna otra contrariedad de algún lío. No se crean ustedes que es tan raro que las mujeres que se han quitado pecho luego se quieran poner.
A mí me encantaría poder cambiar de color, pero como los camaleones, no con El Corte Inglés.  O como en "El tigre y el dragón" (Ang Lee, 2000), subir por las paredes y volar. A veces hasta me gustaría desaparecer.

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