25.8.13

Al revés te lo digo

I don't know. Mesa day startin pretty okee-day with a brisky
 morning munchy, then BOOM! Gettin very scared
 and grabbin that Jedi and POW! Mesa here!
 Mesa gettin' very very scared!
Jar Jar Binks

"Miratge, mirall, miracle" (*)
Mª Mercè Marçal



eo: "Las seis cosas que no hay que hacer si quieres que tu hijo crezca feliz". Es otro mal titular. O tal vez no. Porque googleizando la expresión veo que es productiva excepto con el número ocho, que el pobre debe resultar cacofónico o le debe fallar algo. Me parece que esa frase que he copiado es de un coacher. El otro día vimos la expresión "corresponsal psicológico" en un texto argentino sobre el pasado siglo y encontraríamos cientos de oficios que han caído en desuso. Yo creo que los franceses le siguen llamando plombier a los fontaneros, a pesar de que las tuberías ya no son de plomo, sino de PVC. Aquí ahora los que te arreglan las tuberías, etcétera, son conocidos como "instaladores". 
Entrando de lleno en el tema diríamos que lo interesante tal vez no sería saber qué seis cosas no hay que hacer si queremos que nuestros hijos crezcan felices. Habrá quien podría añadir sesenta y seis cosas. La frase o la estructura de la argumentación se asemeja un poco a aquellos consejos del tipo "qué es lo que no hay que hacer en una primera cita", donde se obvia que si no sabemos que es lo que hay que hacer nos conviene saber qué es lo que sería irreversiblemente erróneo hacer. Otra cuestión es lo desazonador que es tal planteamiento porque plantea una cierta tensión y porque parece que si solo cometes un error de los seis, siete, nueve o diez posibles, ya se perdió todo. En el caso de los hijos, dos cosas mal hechas es peor que una, son acumulativas. Bien sabido es que podemos hacerlo todo mal, ni que sea por azar o por caos.
Está claro que la expresión acude a un recurso mnemotécnico "memotécnico" para enumerar y pasar lista a cualquier proceso. Powerpoint marketinero puro y duro. Lo que no tengo tan claro es que funcione la negación, en especial cuando hay dos negaciones: "Nunca debemos decirle que no le queremos". De hecho, por lo poco que una sabe de Psicología y disciplinas afines, siempre hay que reforzar en positivo y afirmando, creando afirmaciones que vayan imponiendo su razón y vayan calando en nuestra mente hasta que se integren en nuestros razonamientos como si se imbricaran.
El Dammaphada es un texto del canon pali budista y se presenta en forma de dísticos, el primero p.e. gira sobre una frase en la que se dice lo que no hay que hacer y en el segundo una frase parecida nos revela lo que sí hay que hacer. Se conocen como versos gemelos y tienen un propósito didáctico, de permitir su memorización y de marcar las diferencias que hay entre un versículo y el siguiente, como pares de opuestos. Los 10 mandamientos incluyen frases afirmativas y negativas, aunque en el texto canónico revelado no sé si esto se resuelve tal cual, porque son nulos mis conocimientos del hebreo más allá del alefato. La alternancia de frases negativas y positivas le confiere una cierta autoridad demiúrgica. Los manuales de las lavadoras y las cámaras fotográficas tienden a agrupar lo que no hay que hacer al final de sus instrucciones y a veces admito que es lo primero que yo leo.
Tal vez si los hipnotizadores dieran órdenes como "Nunca debemos decirle que no le queremos" algunas personas (como yo sin ir más lejos) nos veríamos abocadas al mismo desconcierto de cuando Windows nos pregunta si estamos seguros de eliminar un archivo "¿Sí o no?" Tampoco es que sea tan difícil la pregunta, pero para los individuos que estamos mal lateralizados por ser zurdos contrariados o por lo que sea, es una labor más trabajosa de lo normal saber qué es girar a la derecha, elegir entre empujar y tirar, entre sí o no e infinidad de dilemas que se presentan en la vida diaria desde que uno se levanta, sea con el pie izquierdo o con el derecho. 
Si yo me dejara ir hablaría como Jar Jar Binks a no dudarlo. Esa costumbre suya de añadir el sufijo -sa a todos los pronombres (me-sa, you-sa, we-sa) me recuerda cuando en la escuela hablábamos con la pe, cosa que solo la vi en las niñas y nunca en los niños y que no sé si demuestra nuestra cacareada superioridad lingüística femenina o que simplemente los niños no descendían a esos juegos sin dificultad épica. Aunque las frases se hacían interminables (inpiterpemipinapablespe) la verdad es que con la costumbre se adquiría mucha velocidad, sobre todo para hablar, que para entender era otra cosa.
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Lo que más me gusta de todo cuanto estoy repasando es a no dudarlo la figura a la que recurre una canción muy famosa, "Scarborough Fair". De esta canción se podrían decir tantas cosas que me resisto a añadir nada y les remito a la Wikipedia y también al Auricular digital. Simon & Garfunkel le quitaron el posible protagonismo que pudiera haber tenido en la difusión de esta canción a Martin Carthy. Prefiero referirme a ella como a una canción medieval de autor desconocido y admito todas las versiones, las celtistas arpadas o la de Sarah Brightman, tan new aged. También me gusta la recreación de Bob Dylan (Girl from the North Country) y la de Luar na Lubre (Romeiro ao lonxe), la cual refuerza la idea de que las hierbas que son el motivo que va cruzando la canción ("perejil, salvia, romero y tomillo") son "herbas de namorar". Después de haber cantado mil veces esta preciosa canción he llegado a la misma conclusión, son plantitas amigas en la farmacopea de una mujer joven. La ruda faltaría. Antiguamente se colocaba un pedacito de un tallo de perejil por el ano de los niños que se estreñían, pero también tenía el perejil otros usos más allá del carminativo que Dios me libre de divulgar aquí.
La canción gira en torno al diálogo de dos amantes y a que  se piden pruebas de amor de una dificultad máxima, imposibles, como un acre de tierra en la orilla del mar o tejer una camisa de lino sin costuras. Naturalmente esas pruebas de amor inalcanzables lo que pretenden es dar la medida inabarcable del sentimiento.
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En la andadura de este blog eliminé dos posts, uno sin querer y otro queriendo: el que eliminé sin querer fue uno sobre las casas romana y japonesa y el que eliminé queriendo es uno que se tituló "True love" (amor verdadero), que solo incrustaba una fotografía de aquellos esqueletos abrazados del yacimiento de Mantua. La eliminé porque el tráfico que suscitaba esta entrada era superior al decoro de este pobre blog. Y porque hay mucho amor falso que se llama "verdadero". "Scarborough Fair" es sobre el mercado de la época de Enrique III de Inglaterra, de quien tal vez trataremos de aquella manera en el próximo post.  Recurre a una especie de paradoja, muy expresiva para un tema como es el amor, la suprema mentira. 
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A mí las paradojas me recuerdan la foto aquella de Elliott Erwitt ("Lost persons area"), que recogimos en el post 743. La foto no es de personas perdidas, es de personas que esperan a personas perdidas: "Más bien parece que han perdido a alguien, para ser exactos, alquien que ni siquiera se ha dado cuenta aún de que se ha perdido sin perderlas. Los brazos cruzados y las caras un tanto desencajadas de las mujeres que están sentadas sobre el banco se diría incluso que revelan un cierto enfado o cuando menos fastidio. La del bebé en el regazo parece que se lo toma con más filosofía griega. Pero, no se engañen, lo mismo cuando aparezca el perdido from lost to the river, le echa un sarta de denuestos, acusaciones, reproches, vituperios, recriminaciones, sapos y culebras."

Elliott Erwitt (Hungría, 1964)


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(*) "Espejismo, espejo, milagro".