20.9.13

Gestos

"Lui mi dice di sì, che
sta bene, ma soprattutto che la Giornata Mondiale
 della Gioventù è stata per lui un «mistero».
Mi dice che non è mai stato abituato
a parlare a tanta gente: «Io riesco a guardare le singole persone,
una alla volta, a entrare in contatto in maniera personale con chi
ho davanti. Non sono abituato alle masse».
Gli dico che è vero, e che si vede, e che questo colpisce tutti
Si vede che, quando lui è in mezzo alla gente,
i suoi occhi in realtà si posano sui singoli.
Poi le telecamere proiettano le immagini e tutti possono vederle,
ma così lui può sentirsi libero di restare in contatto diretto,
 almeno oculare, con chi ha davanti a sé.
Mi sembra contento di questo, cioè di poter
essere quel che è, di non dover alterare il suo modo ordinario di
comunicare con gli altri, anche quando ha davanti a sé milioni di
persone, come è accaduto sulla spiaggia di Copacabana."
Intervista a Papa Francesco, La civiltà cattolica

 
diferencia de otras ocasiones hoy voy a dejar de ofrecer la traducción del texto que cito. Pienso que nadie va a sentir que por ello tengo el italiano en menoscabo (cosa que ocurriría si lo hiciera con una lengua más minoritaria) o que le supongo a la gente unos conocimientos que no tienen, o que no los tengo yo. Algo de italiano he estudiado. Que el director de "La civiltà cattolica" haga referencia a quienes son los interlocutores para quienes el Papa Francisco siente que habla cuando lo hace en público es un tema que me interesa de una forma especial. No acostumbrado Jorge Bergoglio a auditorios y "miratorios" tan gigantescos como el que se congregó en Copacabana, su mirada acudía a las personas más próximas. En realidad, sin descartar un temperamento también "próximo" por el que va siendo conocido en el viejo continente el Papa, recordemos que a los conferenciantes se les aconseja para vencer el temor escénico dirigirse a una parte del auditorio. A dos o tres personas salpicadas en un radio muy amplio, para que no se distinga la fijación en un punto. Y yo me acuerdo una vez que tuve que defender una ponencia ante un forum de 600 personas que no podía evitar apoyar de vez en cuando mi mirada en las dos filas en las que se había concentrado el "pabellón" español. Porque desde el estrado reconocía caras que me eran familiares. Pero que me parta un rayo si ahora, después de haber pasado más de 20 años, fuera yo capaz de decir para quien hablaba. De la misma manera que ocurre en este pobre blog. Aunque también admito aquello que una vez le oí decir a la escritora Luisa Cuerda, que cuando escribo según qué sé a quien le gustará especialmente.
Hay personas que dirigen sus miradas y sus intenciones a quienes están por encima de ellos, otros a quienes están por debajo, otros a sus adláteres. Hay personas inclusivas, hay personas exclusivas. Una profesora que tuve en COU me dijo una vez: "Los alumnos que se sientan al fondo del aula quieren llamar la atención de sus compañeros; los que se sientan delante, la de los profesores". Cuando me lo dijo no supe qué pensar, pero ahora creo que puedo darle totalmente la razón. De hecho, mi profesora, Francesca Prats, había hecho estudios de la Imagen en los años 60 en Toulouse, y con el tiempo se convirtió en un experta en cine, gracias a sus no menores conocimientos en artes plásticas y -¿por qué no decirlo?- en "labores del hogar".
Las distancias en la vida social están regladas y arregladas, hay una serie de convenciones, especialmente para las distancias cortas, que alcanzan hasta un perímetro de 50 cm alrededor de la "otra" persona. Dentro de ese perímetro ya entraríamos en la intimidad, sobre todo cuando usamos las manos para ser más cercanos, sea gesticulando sea tocando. Para los casos difíciles es para lo que está la llamada buena educación o una bofetada a tiempo.
De gestos quería hablar, porque el nuevo Papa, que ha sido comparado con sus predecesores ad nauseam, en mi modesta opinión ha tenido muchos gestos. Wojtila era hombre de pocas palabras aunque muy carismático. Ratzinger usaba sus palabras de una forma que aún no ha sido suficientemente estimada pero yo creo que con el tiempo se valorará su dominio sobre la sombra y la luz de las palabras. Bergoglio es un hombre de muchas palabras y de gestos en el sentido que no veo en nuestro DRAE en su 22ª edición, en el sentido de que emprendemos una acción con la que mostramos un impulso del ánimo. Y también se piensa que en el sentido de que pretende provocarnos los propios impulsos del ánimo a través de demostraciones impostadas. Estamos acostumbrados a quienes pretenden afectar riqueza, pero no a los que afectan pobreza y se hacen foto y todo para que conste. Cuando hace días hablaba de reconvertir los conventos deshabitados no en hoteles de lujo sino en residencias para personas necesitadas, hace falta estar muy lejos de este mundo (como 30 Copacabanas llenas) para no saber que un planteamiento así es tan gestual como desasistido por la razón. Muchos de los conventos que van perdiendo religiosos tienen que recurrir a esas reconversiones porque de otra manera se vendrían abajo los edificios, cuya restauración es tan onerosa que nadie puede atender a ese gasto. Y así vemos que magníficos edificios del siglo XII en España, con columnatas cistercienses magníficas o unos altares mayores de desmayo, se han cedido a los gobiernos autonómicos, para que asienten allí sus sedes o dependencias, porque las órdenes no podían sufragar el mantenimiento de edificios que estaban arruinándose desde el punto de vista material. Se les da un justiprecio miserable para que se acomoden en un convento más pequeño y punto. Las ideas que de vez en cuando el Papa Francisco tiene a bien trasmitirnos no me permiten pensar que sea totalmente cándido sino que son simplemente consignas como las que se gritan o grafitean en las concentraciones de protesta, para caldear el ambiente y para echar un tiento al asunto. No difiere mucho de un líder de la secundaria.
Tal vez las palabras que con una periodicidad programática nos van haciendo llegar desde el Vaticano, sobre la contracepción, sobre la homosexualidad, sobre las riquezas de la Iglesia, tendrán algún efecto sobre una buena parte del público que de hecho ya está bien predispuesta. Quizás tenga un efecto favorable sobre el segmento flotante, y empleo adrede un matiz de lenguaje de la publicidad. Sin embargo tengo la sensación que es un poco como los comentarios que ha hecho recientemente Esperanza Aguirre sobre el independentismo en Cataluña: no añade ningún partidario y tal vez descontentará a quienes estaban de su lado. Me cuesta decir que en estas situaciones de conflicto, como el que ya está claro que existe en esta parte del mundo, algunos gestos de última hora de adhesión parecen algo oportunistas y son, eso, gestos.
Otra cosa es que podríamos conceder (sin asomo de condescendencia alguno) el beneficio de la duda a estas personas y creer en que no hay segundas ni terceras intenciones. Pero en mi experiencia me he encontrado a gente que incluso cuando hablan bien de alguien es porque quieren poner en entredicho a terceros o cuartos. Y, como se suele decir, "A río revuelto ganancia de pescadores" , "Menos lobos, Caperucita" y "Judío para la mercadería, fraile para la hipocresía", o "El celo de mi casa me devora".  La segunda acepción del último DRAE para jesuítico es por cierto "hipócrita, disimulado".

Post scriptum: ¿Y si Bergoglio es uno de esos revientaempresas? Como el CEO de Nokia, que después de hundir la factoría y llevarla al fondo de la ruina, la ha dejado a puntito para que la coja Microsoft con él incluido.Cosas.

Azul III (Joan Miró)

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