15.10.13

Agua de mayo

"Quin moment de glòria per l'efímera gota d'aigua haver fet
 tot un viatge sortint de la mar per a venir fins a una galta
 de seda rosa d'una peonia escabellada
en el fons de un jardi".
Josep Pujol 




ebo admitir que este año me descuidé de las peonías. Después del post del 14 de agosto pasado, Dones, han pasado por aquí infinidad de flores desde las minúsculas sherardias arvensis de color lavanda, casi imperceptibles a la vista, hasta los espléndidos aleluyos (viburnum opulus) de la Rosaleda Cervantes y los capítulos de alcachofa del Jardín Botánico madrileño. Y sin embargo, la mata de peonías que tengo clasificada en mi mapa de Barcelona este año solo la vi de lejos, desde el autobús que pasa justo por delante, en el Paseo Vall d'Hebron. Sin embargo nuestro amigo de Sant Cugat ha llegado con una peonía que fotografió en mayo, después de un chubasco, y por eso podemos decir que por este año no nos hemos quedado sin al menos una digna representante.
No sé si aún queda gente que sepa qué significa lo del "agua de mayo", modismo que refleja lo oportuno, deseado y necesitado que es algo. Por eso se dirá "nos llegó como agua de mayo" cuando algo que sobreviene nos quita de apuros, nos resulta conveniente y llega en el momento ideal, que no es poco. Con toda seguridad la frase proviene del mundo rural y agrario, donde el agua de mayo, las lluvias de primavera, deben de ir muy bien para los ciclos de los cultivos. Así explicado todo parece diáfano ¿verdad? Y sin embargo resulta que muchas veces no sabemos qué es lo más conveniente ni si lo necesitamos o llega en el momento ideal. Sea por la famosa presión social, sea por la no menos famosa depresión económica y también social, acometemos proyectos descabellados o ridículos o inútiles sea por nuestros padres, nuestros hijos, el qué dirán o el qué será será.
En septiembre se mueve un tremendo caudal de energía y de dinero hacia la matriculación de cursos que seguramente se quedarán, por seguir con otro modismo, en agua de borrajas. Últimamente se van viendo muchísimos menos, pero septiembre también era un mes en que se acumulaban los lanzamientos de infinidad de coleccionables en los quioscos. Aunque no sé si con la crisis la oferta y la demanda de cursos, cursillos, cursillitillos, cursillitillitos y másteres se habrá reconfigurado, o si habrá aumentado y disminuido, lo que sí me atrevo a pensar es en que con motivo de la crisis de una buena parte de la humanidad, muchas personas ya no pueden plantearse ligeramente si se matriculan o no a un curso. Aparte de que hasta donde yo sé no corre tanto dinero, que eso ya es motivo más que palmario, está la cuestión de plantearse qué esfuerzos valen la pena y serán rentabilizados, habida cuenta de lo mucho que por otra parte han subido las tasas académicas. O tal vez, desde mi punto de vista, esa cuestión ha cobrado una relevancia que nunca antes había tenido. Este tema lo podríamos derivar hacia otros, como el de la gente sobradamente preparada y escasamente habilitada, el de la corrupción en formación continuada, el de los taxistas expertos en Física y en todos los temas que nos abruman a los que solo tenemos la certeza de que raramente saldremos de pobres.
No sé porque me desgasto sorprendiéndome de que los suplementos dominicales de prácticamente todos los diarios, nos propongan esas páginas de moda, con relojes de lujo, futbolistas multimillonarios y top-models que a veces dan la talla pero que nunca dan el peso. Es insólito que estando las calles como lo están, nos asomemos a estos espacios de evasión donde sigue exhibiéndose el lujo, unas parejas maravillosas como de cine y el glamour más remedado que imaginarse pueda.
Ando más que despistada ante todo a cuanto asisto, ya no solo porque por la edad empiezo a tener más que razones para no dar crédito a mis ojos sino porque mi entorno está todo él enrarecido. Y no me refiero a lo que leo en los diarios los días que no son domingo, sin ir mucho más allá de los titulares ridículos, disparatados o simplemente enervantes. Me refiero a mi entorno inmediato. Es un cambio de... ¿ciclo? del que me temo que no sé si estamos dando buena cuenta en los blogs, tal vez porque la realidad rebasa nuestras posibilidades de análisis y/o de comprensión. En cualquier caso quería hoy dejar constancia de mi impotencia ante este panorama. Y no porque no me rete o porque no me inspire energía, determinación y fuerza, que sí. Lo que ocurre es que me temo que no sé hacia donde vamos. Y esa sensación de estar como en una sala de espera con algún detallito sórdido, siniestro, cutre, lo que sea, me suscita un punto de desasosiego.
Me comenta una buena amiga que a su madre la han diagnosticado de Alzheimer y que le han sometido (a la madre) a una batería de preguntas entre las cuales le han llamado la atención las de carácter religioso. Isabel va a misa todos los domingos y fiestas de guardar, es católica, pero cualquier podría extraer del cuestionario que muy creyente no es. Y es que los cuestionarios ponen en jaque al más lindo. Le he tenido que explicar a mi amiga que los psicólogos y los psiquiatras consideran que la fe ayuda, o al menos eso es lo que han observado. En otro tipo de enfermos mentales que suelen ver la fe es un síntoma que puede llegar a convertirse en un problema, pero no es el caso. Los que esperamos querríamos que el Señor en su perfecta sabiduría nos librara de todo mal y que no nos abandonara a nuestra suerte, cuando tal vez no tendríamos que preocuparnos en otra cosa que en vivir simplemente. Y ya no digamos morir simplemente.


"Peonia" Fotografía de Josep Pujol Ricart registrada en SafeCreative *1310148309712

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