19.12.14

La música de la otra parte

reo que fue en un programa enlatado de la TVE, donde vi a Doña Concha Piquer en una entrevista donde explicaba que el abanico en la copla no se debe menear al compás. El abanico lleva un compás y la música otro. Fue una de esas frases que nos acompañan a lo largo de la vida. Naturalmente la cantante puso un ejemplo y ese ejemplo bien podría servir de modelo de cómo hay que usar el abanico sin parecerse a una cheerleader o a un guardia de tráfico. El uso más socorrido es el de desdeño o desaire y el de la coquetería, pero sacándonos de ahí es mejor no hacer aspavientos. Lo que dijo Concha Piquer es verdad. Todo.

Que la música puede llegar a ser un fastidio ya es algo que hemos traído aquí no una sino muchas veces. No puedo olvidar las navidades de 1999, cuando yo trabajaba en el Archivo del Hospital de Bellvitge y un compañero quitó el hilo musical -que ya era- para poner villancicos de los Pitufos. Toda la tarde. Repito: toda la tarde.
Veo que un lanzamiento no sé si literario de finales de noviembre, La chica de los planetas, publicado bajo el pseudónimo de Heldon Centeno, que se puede comprar a 17€ en versión convencional, a 7,99€ como libro electrónico  o se puede adquirir incluso gratis pidiéndoselo a su autor, incluye música. Me ha parecido que incluye una lista de Spotify de las canciones asociadas a la historia que se cuenta, que también me ha parecido entender que oh era una historia de amor. Indudablemente es un producto muy adecuado para estas fechas de Navidad, como esos estuches que contienen una corbata y una loción para después del afeitado, o una botella de perfume y otra de desmaquillante y un neceser de viaje.
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Reconozco que estoy un poco cansada, tanto que incluso hoy he confundido en una foto a una de nuestras celebridades de la mercadotecnia bibliocósmica con Kiko Rivera con gafas de pasta. Terrible, lo de los parecidos razonables y hasta lo de los parecidos irracionales.
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La música previsible es la peor de las músicas, tal vez, a no ser que esté uno alegre como para subir con un grupo de gente en una excursión en autocar  o por haber empinado el codo. Merecería un post especial la música de los velatorios, la que se usa en los responsos para someter a los asistentes a un clímax emocional y para llenar el tiempo. Las últimas palabras del cómico Bob Hope antes de morir fueron Surprise me ("Sorpréndanme")  cuando le preguntaron dónde quería ser enterrado o algo por el estilo. A mí me parece una anécdota de poco cuajo, donde tal vez lo único que no ha sido desvirtuado por el tiempo y el boca a oreja ha sido la frase literal. Todo lo demás -"Las últimas palabras" y "antes de morir"- para mí es incierto porque no me parece verosímil preguntarle a un moribundo algo del género. Todo ello viene a cuento de que tal vez ahora entre nuestras disposiciones para nuestro final habrá que prever las músicas que sonarán o no sonarán en el responso, a no ser que confiemos en el buen gusto de los allegados (?). Por ir acabando les diré que ya hay un catálogo confeccionado para los usuarios de los tanatorios, para que elijan la pieza de un número limitado de posibilidades los que no tienen en mente un gran repertorio ni mucha cultura musical o un criterio. Por eso es fácil que ustedes, si van a muchos velatorios, de manera indefectible tendrán que oír muchas veces el Adagio de Albinoni, "Tears in heaven" de Eric Clapton, "Imagine" de John Lennon u otras piezas que cualquiera es capaz de tararear aunque sea mal.
No creo que yo me muera, pero les aseguro que si me muero me es igual si me ponen un villancico de los Pitufos, una canción de "Los planetas", Albinoni, "Imagine" o la Vall del Riu Vermell, o el Cant dels Ocells, con tal de que la gente llore a gusto. Bueno, tal vez elegiría "You only live twice" (Solo vives dos veces). Eso (llorar) es algo que está bastante asegurado, pero no tanto por mis prendas y lo que pueda doler mi ausencia, sino porque el llanto bajo determinadas condiciones fluye sin dificultad: Una cajita, el cura que no encuentra el papel de tu nombre, alguien a quien le suena el móvil con una música totalmente inadecuada, mil cosas. Y todo ello admitiendo que de la risa al llanto y del llanto a la risa no va nada,  puesto que al final son emociones desatadas.

You only live twice or so it seems
One life for yourself and one for your dreams
(Letra de "You only live twice" (Lewis Gilbert, 1967), por Monty Norman)

Michael Leunig

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