31.3.15

Post 1210: Los melocotones de Nuvolone

El domingo Juan José Millás escribió sobre una foto de John Swannell. Nos queda claro el desagrado de Millás ante la imagen de una actriz con un atún muerto de 27 kilos entre las piernas, lo que no dice es que se trata de una campaña publicitaria contra la extinción de la especie. La ictiológica. Claro está que una vez más a los "creativos" -que se han arrogado ese nombre más que como por antonomasia- se les ha ido la mano, y detrás la cabeza, en esa imagen. El posado de Helena Bonham Carter tiene el dudoso mérito de ser un desnudo y de haber vencido (eso fue lo más difícil según sus propias palabras) su fobia al pescado. El asunto, se tome por el ángulo que se tome, es un despropósito y apesta.
El hecho de que haya más animales en los coffee table books y en las tiendas de juguetes que en la naturaleza (si descontamos a las especies más prolíficas sin interés gastronónimo ni utilidad industrial declarados), nos queda un reino cada vez más disminuido y amenazado. La naturaleza muerta o still life como género pictórico no solo no decae sino que incluso tengo la sensación de que está bien vivo, si se me permite la paradoja. Lo cierto es que en los "bodegones" siempre se dirime ese contraste entre la frescura y la podredumbre, la lozanía y la marchitez, el brote y la excrecencia.
La pintura de Maurizio Bottoni (Milán, 1950) de hoy aparentemente no añade nada a las de sus predecesores barrocos. Las pinturas de Giovanna Garzoni (1600-1670) -me estoy acordando del abejorro que revolotea sobre unos membrillos o de la mosca posada en un melón- se mantienen en ese eje de lo efímero, de lo perecedero, pero parece que predomina el encanto del momento sobre la descomposición y la muerte. Bottoni trabaja incluso con otra paleta y -como suelen decir los críticos de cine de terror- "al límite de lo soportable".  El abejorro de Bottoni se diría que está en el mismo punto de la composición que ocupa el de los membrillos de Garzoni, que no es casualidad.
Más allá del valor hiperrealista, algo que tal vez se irá devaluando y disipando conforme más pintores hiperrealistas haya, me gusta la idea de hacer coincidir especies que -dentro de mi ignorancia- me cuesta entender juntas.
También de Italia son dos artistas, Imola da Giampaolo Bertozzi y Stefano Dal Monte Casoni, conocidos como Bertozzi & Casoni. Exponen trabajos de cerámica policromada que retan toda descripción, por lo que por toda explicación remito a su web. Allí se puede ver "Regeneration", un túmulo de colchones viejos con dos pajaritos y algo de basura bajo un Buda gorila que tiene en su regazo un ciervo. Deduzco por las dimensiones que se apuntan en la colección que no son figuritas de Lladró sino de gran formato o, mejor dicho, de tamaño natural. El lagarto sobre un plato atravesado por un punzón ("Astratto"),  el clamidosaurio de King o lagarto con chorreras sobre un barreño con platos sucios ("Intervallo") o la cabeza de un pez espada sobre una silla blanca sangrienta ("Tutto") no dejan de ser variaciones sobre un mismo tema, vida y muerte. Bertozzi & Casoni en vez de usar las calaveras e insectos que usaban los barrocos, nos muestran desperdicios, inmundicias y cadáveres, en esa aspiración peremne que tiene una parte del arte por renovar su lenguaje y el estilo. Hay alguna de estas cerámicas que no diré que me gustaría tenerla en mi salón-comedor, pero sí que tiene su gracia. Pero si me dan a elegir, que no, me pediría un Panfilo Nuvolone (1581-1651).

El pobre atún de la campaña de la Blue Marine Foundation, nombre pintoresco y scuppie donde los haya, no es una novedad. La "idea" ya apareció por lo menos el 2009 con una foto de Greta Scacchi con un bacalao. Estoy totalmente de acuerdo con Juan José Millás y aún diría más, pero no hoy.

Todo parecido entre "Los cañones de Navarone" y los melocotones de Nuvolone es mera coincidencia.


"Pane assalito dagli insetti" (Maurizio Bottoni)

"Melocotones" (Panfilo Nuvolone)

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