8.8.15

Post 1457: Ni sencillos ni astutos

Al clarear yendo al templo se ve
la vieja llegar al umbral.
Escuchar su pregón causa honda emoción:
Compre migajas de pan.
Los pajarillos hambrientos están,
lástima da su dolor.
Están aguardando sus migas de pan,
sólo son dos peniques, señor.
Compre usted migas de pan.
Dos peniques cuestan, no más.
Compre pan, es su cantar
mientras se ven las aves llegar.
Allí están las estatuas, también de los santos,
parecen oír su cantar.
Tal vez con sus labios de piedra sonríen
cuando alguien se acerca a comprar.
Su pregón da siempre emoción
es un ruego que va al corazón:
Compre usted, tenga piedad.
Compre, compre, migas de pan.
Su pregón da siempre emoción
es un ruego que va al corazón:
Cómpreme, tenga piedad.
Compre, compre, migas de pan.

ecordamos el otro día las imágenes de fotomatón y ya hacía tiempo que no hablábamos de las de los fotógrafos minuteros. Incorporo hoy un par de fotografías más, que añado a la que ya publiqué el día de los Santos Inocentes de 2014. El chaval en bicicleta es mi primo mayor, Francisco Gombau, que si ahora viviera tendría 69 años. La primera es la típica fotografía minutera en la Plaza de Cataluña en Barcelona dando de comer a las palomas (mi hermano y yo misma). Creo recordar que también había fotógrafos en otros puntos de la ciudad: el Zoo, el parque de Montjuïc, el del Tibidabo, Colón.
No sé si ustedes se acordarán de "Feed the birds" (*). Era la canción que canta Julie Andrews en "Mary Poppins" (Robert Stevenson, 1964) ante una bola de cristal de aquellas que cuando se agita parece nevar. Representa que encierra la Catedral de San Pablo en Londres y tan sugestiva es la canción que hasta nos parece ver la vieja que vende migas de pan para alimentar a las palomas. Y si no recuerdan esta imagen, que luego se hace realidad, se acordarán de que al niño le obligan a emplear sus dos peniques en vez de en comprar la comida para dar a las palomas en abrir una cuenta en el banco donde trabaja su padre. El niño se indigna y provoca un corralito y una de las escenas divertidas de la película.
Ya no hay fotógrafos minuteros ni vendedores de cañamones. Porque en la Plaza de Cataluña los vendedores ofrecían cañamones, que parece que son objeto de una regulación muy estricta por proceder del cañamo y por lo tanto en linde con las drogas. Los cañamones son semillas sin efecto psicoactivo alguno, pero como la planta de donde proceden se parece mucho a la de la marihuana, es un lío. Esto es como cuando se prohibieron los triquitraque o rasca-rasca porque había niños que se los comían. Supongo que si te comías un poquito de fósforo no pasaba nada, pero si el niño se comía una tira entera ya sería hasta venenoso. Pero, por razones obvias, a ningún niño se le ocurre comerse un sofá o un móvil pero si le atraerían los triquitraques o hasta los mocos.
Y no se venden cañamones, por lo menos en donde se vendían, porque también está prohibido alimentar a los animales que más o menos conviven con nosotros en las ciudades sin amo ni dueño. El día en que quedé convencida de que habíamos llegado al principio del final fue cuando supe que las protectoras de los gatos los castraban o algo así. Por los mismos motivos (o parecidos) a los que empujan a los amigos de los gatos a impedir que se reproduzcan, se está haciendo campaña para que en vez de matar a las palomas se les de anticonceptivos. Aparte de evitar con ello el trance de hacerles pasar un mal rato, se arguye que los anticonceptivos provocan que sus excrementos se esferifiquen y endurezcan, cosa que los hace más atractivos y viables para la vida urbana.
Claro que también admito que tal vez no se trate del principio del final sino de que estoy desfasada. Que las palomas hayan pasado de ser el símbolo de la paz (Génesis 8, 7-12) a ser llamadas "ratas voladoras" ha sido cuestión de poco tiempo. Es una idea que ha prosperado de forma incomprensible en paralelo al auge de las patatas chips, la concepción asistida y las pizzas precocinadas. Ya no nos acordamos de la paloma de la alianza que llevaba en su pico una ramita de olivo para anunciar el final del diluvio a Noé. Tampoco nos acordamos de las palomas mensajeras que hicieron un papel tan importante en la dos guerras mundiales. Incluso se las considera seres de una inteligencia inferior a la de las gaviotas, que es ínfima, cuando han demostrado sobradamente que eso no solo no es verdad sino que es mentira.
Las palomas han podido convivir con nosotros, que somos lo peor de lo peor, y conviven con otros pájaros como los gorriones, sin amedrentarlos. Cosa que no podemos decir de las cotorras argentinas invasivas, cuya expansión parece no preocupar al Ayuntamiento, a pesar de que son ruidosas y hacen unos nidos molestos y fastidiosos.
Está claro que las sencillas palomas no son astutas como serpientes (Mateo 10:16).




(*) 
Early each day to the steps of Saint Paul's
The little old bird woman comes.
In her own special way to the people she calls,
"Come, buy my bags full of crumbs.
Come feed the little birds, show them you care
And you'll be glad if you do.
Their young ones are hungry,
Their nests are so bare;
All it takes is tuppence from you."
Feed the birds, tuppence a bag,
Tuppence, tuppence, tuppence a bag.
"Feed the birds," that's what she cries,
While overhead, her birds fill the skies.
All around the cathedral the saints and apostles
Look down as she sells her wares.
Although you can't see it, you know they are smiling
Each time someone shows that he cares.
Though her words are simple and few,
Listen, listen, she's calling to you:
"Feed the birds, tuppence a bag,
Tuppence, tuppence, tuppence a bag."



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