19.6.16

Los decibelios

La radio enmascara otros ruidos. Quiero sacarla de mis mañanas. Harta de los consejos dietéticos de los fines de semana y de los entusiastas tecnológicos o del marquéting de mediodía, sorprendida de que los energúmenos futboleros que tienen lo más parecido a un ataque de nervios cuando gritan un gol no sean confinados a una clínica de rehabilitación logopédica por una temporada. Ya nadie espera que se grite "gol" como se gritaba hace años "out" en un partido de tenis. Las retransmisión de fútbol cada vez son más decibélicas. 
Pensaba que era Carlos Mota imitando a Tamara Iglesias, pero era el presidente de la Fundación Juan March (que no Marx) a pelo. Javier Gomá, la alternativa dandy a Coelho. También en COPE, Luis de Val habla como Petete ("el libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contento hasta el programa que viene"). En el mismo programa, tan lleno de hombres siempre, José María Gay de Liébana, conocido como "el Profesor" y como el economista indignado en los medios, me recuerda a Tito B. Diagonal, cuando Jordi Estadella hacia el papel de ricacho en "Protagonistas" con Luis del Olmo. Sus estridencias atrompetadas no son la voz cular de Enric Juliana (que suena a gaita peluda) sino la segunda parte neogangosa de Carlos Rodríguez Braun en perpetuo estado de excitación puberal o como si le estuvieran haciendo cosquillas por debajo de la mesa. Santi González lee y declama, pero no remeda a Peter Ustinov haciendo de Nerón sino a Chiquito de la Calzada imitando a su vez a Rafael Alberti. 
En campaña electoral los políticos del PSOE se despepitan y gritan igual que King Africa cuando cantaba aquello de Booooooomba, mientras que los politólogos de Podemos y otras marcas rapean y jalean, apresuran, azuzan. Muchos periodistas treintañeros hablan también apresuradamente, sin dicción, por desmarcarse de voces pacatas como la de Fernando Ónega, por sobreponerse a la velocidad con la que dan a entender que piensan o por un lucimiento sintáctico que establece moda. Pero quienes ya hace tiempo que tuvimos treinta años ya sabemos lo que duran las modas.