7.8.16

Las bicicletas de los veranos

Ayer noche cuando finalmente me dormí me despertó al rato una risotada gutural. Así como otras veces podríamos hablar de la carcajada gallina y la carcajada asnal, hoy podría hablar de la carcajada cocodrilo. Un sonido que nunca aparecería en sueños, y por eso más fastidioso que perturbador.

A mi vuelta de Londres recaigo en varias cosas al recordar. Por ejemplo, las bicicletas no circulan por las aceras. Yo al menos no me tropecé con ninguna. Ayer estuve a punto de ser atropellada. Y lo peor de todo es que de habernos chocado (iba yo caminando por la calle Aneto en bajada) el golpe se hubiera producido en el lado donde parece que empieza a curarse algo el hematoma óseo que tengo tocando las lumbares. Estos ciclistas imprudentes y audaces cuentan con sus maravillosos reflejos pero no cuentan con que quien camina pueda cambiar de dirección. Últimamente para evitar estas situaciones, tan numerosas, circulo por donde sé que los ciclistas no van a circular, arrimada a las papeleras que huelen a las cacas de perro, a las farolas meadas, y evitando ir por el centro de la calle, que es por iría.

En el caso de que se produjera un accidente de colisión entre un ciclista y un viandante, cosa que es cuestión de tiempo, el ciclista por su juventud o simplemente porque no se puede poner en el lugar de nadie no entendería el daño que ha hecho. Cuesta ya concebir el calor cuando estamos en pleno invierno o el frío cuando estamos como ahora en un día de agosto tórrido, como para hacerse una idea de lo que duele un golpe por sorpresa, y de sus duraderas consecuencias en una persona de media edad o de edad ya avanzada.

La situación, lejos de arreglarse va acumulando complejidad porque a las bicicletas se han añadido los patinetes y una especie de monociclos eléctricos que por unos 500 euros o incluso menos puede adquirir cualquiera. La legislación es clara porque se indica que los patinetes no pueden circular por la acera, pero el caso es que circulan libremente e incluso a gran velocidad. A efectos prácticos, ya que el mal parece inevitable, me pregunto si en el caso de que se produjera un accidente como el que temo (y no solo para mí) esos medios de transporte ¿cómo se considerarían a los efectos de por ejemplo una indemnización? Los ciclistas que suelen funcionar sin guardar siquiera la derecha ni la izquierda ni nada por plena acera, ¿tienen seguro?
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De la misma manera que el precio del tabaco ha tenido una clara incidencia en el tabaquismo, también lo tiene el precio de uno de esos aparatos infernales empleados casi siempre por sus ventajas para ser "libres" y "veloces".