22.1.17

A nadie le amarga

ueda claro, al leer un par de páginas de "El País" de 1993 y de 2013 no solo lo que ocurrió con la fábrica de confección de tejanos Rok sino con todas las fábricas de tejanos y se diría que de confección, han sido deslocalizadas. La parada de autobús es de la línea 36, que hoy en vez de llamarse Aduana Besós-Verneda, se llama Passeig Marítim-Can Dragó, pero que si no exactamente por lo menos en general cubre el mismo recorrido desde el puerto viejo hasta el barrio de Porta. La máquina de chiclés, de la que he conseguido un detalle más ampliado, se vendía hace bien poco en Todo Colección a cerca de 500 euros y hasta más. Gracias a Retroriginal podemos ver un ejemplar azul de 1969 donde se indica que es el modelo Babimatic de "la fábrica de chicles Azcoyen". Me temo que los chicles no eran Azcoyen, que lo que fue Azcoyen es la fábrica de las máquinas, como se puede apreciar en otras fotos de Retroriginal. En la web de Azcoyen podemos rescatar otra máquina del olvido, la expendedora de tabaco Polimatic Novomatic de 1965 y la expendedora de tabaco Electronova de 1982. Actualmente Azcoyen se presenta como una multinacional con sede en Peralta (Navarra) y siguen fabricando máquinas expendedoras pero también trabajan en el pago automático y en sistemas de seguridad y control de accesos. 
Además de por la máquina de chiclés Babimatic de Azcoyen, no es difícil establecer en el año 1970 o posteriores la imagen de hoy, ya que la joven lleva un jersey de cuello redondo y corto, a la altura de la cintura del pantalón, que por aquel entonces empezó a llevarse de pata acampanada. El jersey se llamaba shetlan, por la lana, aunque no fuera de lana, pero se pronunciaba sheilan. Mª Trinidad Vílchez sitúa la foto en el año 1960, pero todo cuanto digo me hace situarla diez años después. 
Hoy en día aún es posible encontrar máquinas de chicles pero están en el metro o en estaciones de tren o en establecimientos grandes como hospitales, etcétera. Las pocas que hay en la vía pública y ofrecen chicles de bola multicolores están a la puerta de panaderías o de lugares donde se espera atraer a los niños.
La máquina Babimatic tenía un gancho que se deslizaba no sin esfuerzo por una ranura y eso accionaba el dispositivo que liberaba una bola, no sin antes meter una moneda de una peseta en la ranura correspondiente. El gancho iba duro, no era como las máquinas expendedoras modernas, de todo tipo de productos, que además son silenciosas. En los años 70 era raro que yo tuviera una peseta y si la tenía me la gastaba no en chicles sino en sidral Bragulat, en pipas o en unos caramelos pequeños que por una peseta te daban 10. Esos caramelos hasta se usaban como moneda de cambio cuando aún se usaban los céntimos. El envoltorio era blanco y creo recordar que eran de gusto de anís o de menta y que hasta los hubo de nata. Los compraba en una lechería que había en la calle Montmayor del Turó de la Peira, pulcrísima, que regían unos murcianos. A finales de los 70 aparecieron en envoltorio de color y a un precio que creo que descolocó el producto. No recuerdo bien tampoco si pasaron a venderse por unidades. Es algo de lo que no encuentro pista alguna en internet.
Durante años los caramelos y las chucherías tenían el mismo precio pero variaba si acaso la cantidad que se vendía. Es decir, podía ser que las bolsas de pipas fuera de una peseta durante toda una década, pero que se fueran adelgazando, o que los caramelos se fueran empequeñeciendo. Los caramelos a que me he referido ya eran pequeños desde su principio. En Retrochuches lo más parecido que encuentro es un anuncio de caramelos Snipe de nata
Los chicles de bola eran más duros aún que la palanca que los liberaba, aunque comparado con los Bazoka eran chantilly o serrín. Se puede decir que no empecé con los chicles hasta que aparecieron los Cheiw. La foto que enlazo es de ejemplares de los años ochenta, ya que previamente la marca (Productos Damel) se vendía en tipos góticos, cosa que remataba el aquel inglés que tenía el nombre. Ahora Damel, empresa que está entre Valencia (frutos secos) y Alicante (gominolas), no produce chicles, y supongo que ese nicho comercial se lo han tragado las otras fábricas o firmas.
En Perdedores y buscadores ya comenté mi periplo para encontrar regaliz Saila, en cuyo consumo ya he desistido. Las últimas latas que conseguí las hice durar y durar pero ya las consumí. Ya sé que comparado con la guerra de Siria es una tontería sin importancia.
Aunque de niña también me gustaba muchísimo el maíz tostado, me daba miedo dejarme entre los pedacitos crujientes mis propios dientes. También tengo un recuerdo para unos caramelos que nos traía el director de la Academia Virrey Amat el día de su cumpleaños. Se llamaba Laureano Vilalta Mata y falleció el 18 de julio de 1980, cuando tenía solo 45 años. Un domingo, al volver de la playa, leía "El Correo Catalán" de mi padre mientras mi madre cocinaba y él se duchaba. Vi la necrológica y tuve mucho disgusto. Fue un accidente náutico, si no me equivoco. Los caramelos eran redondos y llevaban un envoltorio rojo brillante. En mi curso éramos unos 60 niños, así que creo que nos daban uno a dos por cabeza. Son los caramelos más buenos que he comido nunca. Que Dios lo tenga en su gloria.



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