16.1.17

Blue Monday

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Enrique Santos Discépolo, Cambalache

n el Diccionario lunfardo consta que dublé es "imitación de alhaja fina, oro falso, metal dorado". Nadie se interesa demasiado por el plagio en el sexto arte, y mucho menos por las falsificaciones, pero el tango "Cambalache" es en el cuarto arte la plata fina que mejor representaría la farsa social, al lado de aquel poema de Rosalía de Castro -en el sexto arte- intitulado "Eu non che digo nada pero... ¡vaia!".
Cuando Ricciotto Canudo incorporó el cine como séptimo arte a la lista faltó poco para erigir a las divas del celuloide en musas. De hecho lo son, se les llama las musas del cine, pero cada vez el cambalache es mayor. Anteayer fui a la última sesión de los cines Girona a ver "Mimosas" (Oliver Laxe, 2016). A los diez minutos de transcurrida la película mi sola preocupación era el bienestar de los burros y, cuando ya no quedó ningún burro, saber por qué razón el título era "Mimosas". En el Atlas que yo sepa no hay mimosas (Acacia Dealbata), de hecho se considera una especie invasiva en España y parece que provienen de Australia. Pero tal y como nos dicen en Jotdown a Oliver Laxe le gustaron mucho unas mimosas que vio en Sevilla y por eso le puso ese título a la película. De ahí en adelante me temo que lo demás es por el estilo.
Probablemente todo lo que nos dicen en Jotdown es cierto: que Oliver Laxe "es el cineasta español más talentoso de su generación", por ejemplo. No estoy en nada de acuerdo con los alabados "planos finales de taxis avanzando por el desierto", que guardan mucha similitud con un sinnúmero de westerns y hasta con "Thelma y Louise" (Ridley Scott, 1991) (la foto que enlazo es clarísima). Me gustaron mucho "París, Texas" (Wim Wenders, 1984) y "Bagdad Café" (Percy Adlon, 1987), lo que me exime de tener que dar explicaciones de lo muchísimo que me gustan los desiertos e incluso "Centauros del desierto" (John Ford, 1956).
Que desde el minuto 9 si no antes me diera cuenta de que "Mimosas" no me iba a gustar fue por el convencimiento o prejuicio de que era un dublé. No exenta de una cierta sofistificación recurre a elementos muy seguros para hacerla atractiva: lo étnico, lo espiritual y una trama que se cruza con otra para yuxtaponerse en un punto en el que el director nos pretende remover el eje del misterio y la paradoja, dos valores que dan más juego en el cine negro. Pero no hay misterio ni paradoja cuando se hace absurdo creer que una caravana va a desviar su camino para enterrar a su guía o sheikh en Sijilmasa atravesando la cordillera del Átlas. Admitiendo que la fotografía -ese comentario tan socorrido- es muy atractiva, admitamos también que es legítimo reclamar que las películas tengan algún sentido y nos propongan algo. Faus, de Jotdown otra vez, nos advierte de que la película no hay que entenderla y que lo que hay que pretender es encontrar "emociones a largo plazo". Será. Otro día que tenga mejor humor, no hoy, tal vez me documentaré bien sobre las costumbres mortuorias en Marruecos. Pero me imagino que los nómadas harían como aquí nuestros gitanos hacían. 
Además de padecer por los burros cargados y por la absurdidad del itinerario y su misión, podemos entretenernos analizando como en un telar como la urdimbre apenas nos presenta dos mujeres (la viuda del sheikh y una joven de aspecto bereber que no puede hablar por algún trauma o alguna discapacidad. Todo lo demás son hombres. Se dirá que hay infinidad de películas, estoy pensando en las de los submarinos, en los que no sale ni una mujer en todo el recorrido.
A la muerte de cada personaje el tejido coincide en ser más difuso y ciertamente la confusión quimérica de tramas puede llegar a plasmar una idea muy poética e inefable de lo que es perderse. El taxista con baraka llamado Shakib, un bendito, es el personaje que aglutina un poco la acción, cosa que lejos de aclararla la distorsiona. 
Me sabe mal admitir que antes de ponerme a escribir quise ver qué aspecto tiene Oliver Laxe y me encontré con esta fotografía que enlazo aquí. No quisiera ensañarme con nadie y mucho menos con su imagen (¡"contentos y amargaos"!), pero ¿no les parece que ilustra cuanto dije arriba? ¿no es un moderno "dublé"? Y no es envidia, aunque haya obtenido muchos premios, recalcar la juventud del cineasta y en contraste la madurez que le alaban. Mejor para él, claro. Que le dure.
***
Precisamente hace unos días yo pensaba al hojear el magazine de "El País", cuando tenía 30 años todos los colaboradores de "El País" tenían 50 años y ahora que tengo 50 años y algunos más la mayoría de los colaboradores son treintañeros. Aunque esta reflexión no tiene validez estadística alguna, es cierto que hay un rejuvenecimiento de las filas. Pero por "sobradamente preparados" que estén algunos de ellos o todos, falta el talento auténtico, que es un don escaso.



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